Armas II

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Ciudades Perdidas

- Leo se ha ido - exclamó Miriam entrando en el salón.

- Su arco no está - intervino preocupada Leptis .

- ¿Qué ideas le has metido en la cabeza?, ¿cuándo se ha ido? - Tebe se levantó del escritorio.

- No lo se - se justificó Miriam - lo hemos perdido de vista -

- Solo es un simple niño sin poderes, ¿a dónde puede haber ido? -

- Ha transformado el espantapájaros en un Benandante, tiene una fecha en el corazón - explicó la del pelo rizado.

-Carlo - susurró la otra de las mujeres - a la taberna, seguro que ha ido allí -

- Eso no es todo - volvió a intervenir Miriam - Mimi ha salido a buscarlo -

- Janara vamos - dio la orden la jefa.

- Yo también voy - se unió Leptis.

- Lo que hagas no es asunto mío -

Todas las brujas corrieron a ensillar los caballos y vestidas de negro y con el rostro cubierto, galoparon hasta llegar al pueblo, temían que fuera demasiado tarde y que Leo o Mimi estuvieran en peligro.

Pueblo de Serra

Aitana entró en la habitación de su amiga para avisarla de que todos estaban preparados para la ocasión.

- Es la hora - dijo la del flequillo - ¿puedo hacerte una pregunta? - Ana se ató los zapatos asintiendo - ¿para qué vienes si no estás de acuerdo? -

- Para saber, para entender - suspiró - hoy quería volver a Roma, retomar mis estudios pero.... - calló.

- ¿Pero qué, Ana? -

- Aitana se como era mi padre, necesito entender que está pasando, que lo está cambiando -

El grupo de Benandantes se adentraba en la taberna donde se iban a reunir. Leo había salido temprano de Ciudades Perdidas para esconderse y que nadie lo encontrara, es por eso que cuando todos entraron en el local, el niño estaba escondido en una orza bajo la ventana que daba al interior de la taberna.
Se asomó lentamente pudiendo ver lo que se hallaba en su interior, todos los Benandantes colocados en dos filas, unos delante de otros, le hacían un pasillo a Marzio, los ojos de su Eminencia se volvieron mas oscuros de lo habitual.

- Bienvenido - se dirigieron y arrodillaron ante él.

- ¡Levántate Carlo! - ordenó y el jefe de grupo le hizo caso.

- Esta es mi hija, Ana - la morena lo saludó con una estrechez de manos.

- Grande es tu alma, grande es tu poder - Ana soltó su mano rápidamente volviendo a su sitio.

- Vuestra presencia llena de alegría, un corazón preocupado como el mío, los Benandantes - andó por la sala - la vanguardia que lucha contra el poder maligno de las brujas, sois mis ojos cuando las encontrais y mis piernas cuando las perseguís, mis brazos cuando las agarrais para echarlas de este mundo, os elijo para que seais mi ejército, que vuestro corazón no tema porque se os mostraran verdades ocultas, poderes desconocidos, vosotros sobre todos los mortales estaréis a mi lado y a través de vuestro líder conoceréis la frontera que regula la vida y la muerte -

Una vez terminado su discurso y dejando a todos los presentes descolocados, se acercó a una mesa que contenía armas y comenzó a recitar un conjuro:

- Armis de antiquo et obsecuro imperio benedico, vitam formidabilem ac formidabilissima potestatem dona eis -
pasó la mano lentamente por cada una de las espadas embrujándolas y es que aunque Marzio quisiera acabar con las brujas, él era uno como ellas.

Luna Nera // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora