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Las duras horas de trabajo llegaron a su fin una vez que el reloj marco las dos de la tarde. Cómo todos los días, luego de una rápida corrida por su casa para ponerse el uniforme, se dirigió a su escuela. Debía aceptar que seguía algo anonada por la escena de la mañana, también se encontraba algo nerviosa por la chica, pero no podía hacer nada. La tarde se había pasado con lentitud para EunJi. En su cabeza no dejaban de dar vueltas una variedad de ideas horribles de que podría haber ocurrido con la clienta luego de aquel acontecimiento. Solo esperaba que nada malo le volviera a ocurrir.

Finalmente la última clase había llegado. EunJi ya de encontraba en su pupitre, recostada sobre su escritorio escondiendo su rostro entre sus brazos. Había mantenido una cara larga durante todo el día, no podía ocultarlo. El profesor no había llegado y los demás estudiantes apenas se encontraban entrando al salón. No pasó mucho para que alguien se acercara a la chica por detrás y le diera un pequeño empujoncito para asustarla. EunJi no tardó en enderezarse en el lugar y dejar escapar un pequeño grito de sorpresa de sus labios. Rápidamente se llevó la mano a la boca y miró a la persona que le había hecho la broma.

—¡Lee GeumHyuk eres un idiota! —que quejó esta en voz baja mientras le daba un golpe no tan fuerte en el brazo. El contrario no podía hacer nada más que reír.

—Lo siento, lo siento, no volveré a hacerlo —declaró entre risas mientras se cubría de los golpecitos de la muchacha.

—Tsk, claro, la última vez también dijiste lo mismo y mira que acaba de ocurrir —volvió a hablar revoleando los ojos mientras se acomodaba en el lugar. El chico dejo que se le escapara una última risita para luego sentarse a su lado.

Lee GeumHyuk, el mejor amigo de EunJi, también conocido como St. Van. Un muchacho bastante atractivo, de cabellos castaños y lacios, con un rostro que llamaría la atención de cualquiera con facilidad. Un chico bastante popular en aquel instituto público. Aunque EunJi no era tímida, él tenía muchos más amigos que ella. Ninguno de los dos recordaba con exactitud cómo era que habían terminado volviéndose cercanos. Se conocieron en su primer día de instituto. Debían aceptar que al principio se caían bastante mal de forma mutua, pero luego de meterse en un lío y ser castigados a limpiar el gimnasio juntos lograron conocerse y establecer un fuerte lazo de amistad.

La joven puso su codo sobre el escritorio y descanzo su cabeza sobre el dorso de su mano. Luego volvió a tener aquella mirada perdida, clavada en el jardín que se veía del otro lado del vidrio de la ventana. Cómo era de esperarse, St. Van no tardó en notar que algo andaba mal en su amiga. Primero la inspeccionó con la mirada y una ceja curvada, luego procedió a acercarse de a poco a la chica. Al notarlo, está pestañeó varias veces con confusión y se alejó un poco del contrario.

—¿Qué te pasa? Estás siendo una EunJi muy pensativa hoy... —dijo este yendo directamente al grano. La chica sonrió levemente de costado y bufó por lo bajo para luego volver a mirar hacia adelante.

—Nada... Hoy solo fue un día atareado...

—No dejaré que me vendas ese cuento, sé que todos tus días son atareados y casi nunca vienes con esa cara a las clases —el chico la conocía demasiado bien como para creer que solo era "un día de trabajo más".

EunJi no pudo hacer más que dejar escapar un suspiro de sus labios y mirar a su amigo para luego explicarle en detalle la escena de la mañana. No era difícil distinguir un destello de nerviosismo y hasta incomodidad. La chica lo veía venir, pues había sido una situación bastante shockeante. Compartieron un par de palabras sobre el tema, pero no pudieron hablar por mucho ya que el profesor ya había llegado para comenzar con la clase. No les quedaba más opción que detener su charla y seguir en el camino de regreso a sus casas.

Una vez el último timbre del día sonó, todos los alumnos se levantaron de sus lugares y recogieron sus cosas para salir del salón. EunJi y St. Van no fueron la excepción. Ambos notaron que el ambiente se había vuelto algo diferente al de los otros días, algo tenso e incómodo. No tardaron en notar las miradas de otros alumnos sobre ellos dos. Luego de solo miradas pasaron a decir murmuros también, todo mientras miraban los teléfonos. Los amigos se observaron con una ceja curvada, realmente estaban algo confundidos, aún así decidieron actuar como si nada. Salieron del instituto para luego comenzar su trayecto hasta la parada del autobús.

—Nos vemos mañana —se despidió el muchacho para luego notar una sonrisa en el rostro de la contraria, devolversela y alejarse. Allí se separaban; mientras que EunJi tomaba el transporte, St. Van seguia caminando hasta su casa. Cada uno por su lado.

Finalmente en su casa, EunJi se dirigió directamente a su cuarto para dejarse caer sobre su cama. Estaba exhausta y de mal humor. Cerró los ojos por unos segundos y luego volvió a abrirlos mientras sobraba un suspiro. Luego miró al techo y se mantuvo en silencio. El aburrimiento la estaba matando, por lo que se estiró hasta su teléfono para fijarse en las redes que nuevas noticias había. El reloj marcaba las siete de la noche, realmente sentía como si ese día hubiera durado una eternidad. Estaba abriendo una de sus aplicaciones cuando notó que un mensaje de St. Van le había llegado. Luego otro. Y otro. No entendía que pasaba, pero parecía ser algo importante. Abrió su chat y notó un video, lo miró con curiosidad y luego lo abrió para ver de qué se trataba. Sus ojos se abrieron como platos al reconocer que era la escena de la mañana: ella subida en la azotea del instituto Ao, convenciendo a la otra chica de no tirarse del edificio. Luego presto atención a los mensajes de GeumHyuk.

«A esto se debían las miradas de todos» «¡Estás en la televisión Kang EunJi! ¡Televisión!» «¡Eres una heroína EunJi!»

La chica no tardó en dejar el teléfono sobre su cama y correr a la salita de estar, dónde la televisión siempre yasía encendida, con sus padres mirando. La chica miró la pantalla boquiabierta, no sabía que decir o cómo reaccionar. Su madre rápidamente cruzó miradas con ella y se acercó a la misma para abrazarla.

—¡EunJi, cariño! ¿Por qué no dijiste nada? —dijo esta con un tono que mostraba preocupación— tienes un gran corazón, lo que hiciste fue muy valiente...

La chica no tardó en devolverle el abrazo y esconder si rostro en su hombro. Se mantuvo en silencio hasta que su padre les llamó la atención a ambas para que mirarán la televisión.

«Se trataba de la alumna Choi HaNa, hija del grupo Choi, quien fue víctima de constantes maltratos en el prestigioso Instituto Ao. Ahora la pregunta ¿Como pudo la directora de tal institución permitir tales abusos? La señora Kim, empresaria multimillonaria, se encuentra a cargo de uno de los mejores institutos, pero ¿no puede proteger a sus alumnos del maltrato y agresión?»

—Parece que todos los medios están hablando del acontecimiento, incluyendote —comentó su padre mientras le dirigía una mirada a su hija.

Los periodistas parecían estar shockeados por la información. ¿Quien no lo estaría? Una repartidora común y corriente se había colado en un instituto ageno para salvar a una chica de la muerte. La mirada de EunJi se volvió a posar en el televisor cuando notó que estaban pasando un vídeo de la clienta. Esta escuchó sus palabras con atención, explicaba lo que había pasado en detalle. Aún así, no mencionó nada sobre la parte de la directora. La repartidora suspiró apenada, pero entendía su situación y a pesar de todo se sentía orgullosa de que haya podido sacar ciertas cosas a la luz. De todas formas, si bien no arruinó a la directora, si manchó la reputación de su hijo, Kim HoSung, el chico que estaba molestandola en la mañana. EunJi realmente sentía miedo de solo pensar que clase de reacción tendría el chico ante esta situación.

EunJi dejo escapar un suspiro y le dedicó una leve sonrisa a sus padres para luego retirarse de la habitación con la excusa de que iría a estudiar. Cómo dijo, hizo. Tomó sus manuales y se puso a hacer sus tareas en su escritorio mientras esperaba a que su madre la llamara para cenar.

𝑵𝑶𝑻 𝑬𝑨𝑺𝒀 𝑻𝑶 𝑪𝑶𝑵𝑻𝑹𝑶𝑳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora