Capítulo 4

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-¡Crucio!

Draco sintió un dolor atroz que lo atravesaba por todo el cuerpo, pero no cayó al piso, se mantuvo de pie aunque sentía que aquel dolor lo mataría o terminaría volviéndolo loco. Debía resistir.

Durante el viaje en el tren, al comienzo de las vacaciones, había tomado la firme resolución de convertirse en un mortífago, por lo que cuando llegó a la Mansión le pidió a su padre que le presentara al Lord Oscuro para que lo aceptara como su vasallo. Lucius, orgulloso de que su único hijo quisiera estar al servicio de su señor, concertó la cita e inmediatamente lo recibieron junto a otros magos que también iban a unirse a los mortífagos. Claro, si lograban superar el rito de iniciación. Por eso Draco estaba allí en la sala principal de la mansión Ryddle, en su tercer día de iniciación en donde probaban qué tanto podía resistir la maldición Cruciatus sin doblegarse o terminar rompiéndose definitivamente. Pero él la soportaba sin siquiera proferir un solo sonido de dolor, manteniéndose en pie, porque si enlazar a Harry con un mortífago era lo único que lo mantendría a salvo, él lo haría.

-Bien. Muy bien -dijo Voldemort levantando la maldición -Eres el único del grupo que logró superar la iniciación -se acercó a Draco y le sujetó el brazo izquierdo subiéndole la manga de la camisa -Eso demuestra que eres digno de servirme -Apoyó su varita en el brazo del muchacho y con ella quemó la Marca Tenebrosa en la piel blanca. Draco hizo una mueca pero no se quejó, después de todo el dolor que había pasado en esos días esa quemadura era insignificante. -Ahora ve a descansar y que curen tus heridas, te quiero listo para mañana y ahí te diré cuál es el tributo que quiero.

-Gracias, mi señor -respondió el muchacho con voz firme y haciendo una reverencia -Es un honor para mí poder servirle.

Voldemort le hizo señas de que saliera antes de volver a su sede, acariciando lentamente a su serpiente mientras pateaba a su paso a uno de los desafortunados magos que no había logrado superar la iniciación.

Draco salió caminando con el porte que caracterizaba a todos los sangre pura, firme y con la cabeza en alto, pero al traspasar la puerta se derrumbó en los brazos de su madre que lo había estado esperando.

******

Minerva McGonagall caminaba de un lado a otro por el despacho del director, más que preocupada por todo lo que estaba sucediendo y que sabía no podía solucionar.

-Debiste decirme lo que habías planeado -le recriminó por enésima vez a Dumbledore -Si yo lo hubiera sabido habría estado más atenta a Harry y hubiéramos evitado lo que está sucediendo.

-Se tomaron todos los recaudos necesarios -volvió a explicarle el hombre con suma paciencia. Desde que volvió de Londres y Minerva le contara lo sucedido, había estado explicando lo mismo una y otra vez -No sé cómo pudo salir mal. Severus me aseguró que colocaría las protecciones alrededor de sus habitaciones, él sabía cuál era el protocolo a seguir cuando iniciamos con esto.

-Las protecciones están, pero no parecen haber sido levantadas contra Harry -dijo recordando claramente el flujo de magia que había sentido en las mazmorras, y que a pesar de los esfuerzos no habían podido destruir - ¿Y ahora qué haremos? -Preguntó sentándose al fin en la silla frente al escritorio -Llevan encerrados una semana en esa habitación, ni siquiera los elfos pudieron atravesar las barreras, ¿cómo se supone que se están alimentando? Un enlace de almas es algo complicado, lleva demasiada magia involucrada que terminará desgastándolos. Podrían morir -susurró con la voz quebrándosele al final.

-Sólo nos toca esperar, Minerva -suspiró Dumbledore -Y rogar que todo salga bien.

******

Harry se despertó sintiéndose muy cansado y con dolor en todo el cuerpo, por lo que no abrió los ojos. Quería volver a dormir y que ese palpitar en su cabeza desapareciera, pero sentía su cama muy incómoda para lograr conciliar el sueño otra vez. Se removió intentando encontrar una mejor posición hasta que notó que no estaba exactamente sobre un colchón. Abrió los ojos rápidamente y lo que vio lo dejó paralizado por unos segundos: Unos penetrantes ojos negros lo miraban fijamente.

Se levantó de un salto de la cama comprobando para su horror que no estaba en su habitación, que quien lo miraba (y lo peor, sobre quien había estado recostado) era nada menos que Severus Snape...y que el hombre estaba completamente desnudo. Al igual que él.

Antes de poder reaccionar del todo se colocó lo primero que encontró y salió de la habitación lo más rápido que pudo, corrió por los pasillos como si el mismo infierno fuera tras él y llegó a la Sala Común de Gryffindor agradeciendo que aún fuera de madrugada por lo que todos los alumnos seguían durmiendo. Subió a su habitación encerrándose en el baño, se quitó rápidamente la capa (notando por primera vez que ni siquiera era de él, lo cual le repugnó aun más) y se metió en la bañera restregándose el cuerpo con una esponja. Se sentía sucio y no podía creer lo que había sucedido, ni siquiera podía recordar haber llegado hasta allí la noche anterior o por qué lo había hecho... ¿Cómo mierda había terminado en la cama con Snape? Se preguntó asqueado. A él le gustaban las mujeres, le gustaba Ginny.

Cerró los ojos y se sumergió completamente en la bañera, hubiera querido ahogarse allí mismo para no tener esa imagen de Snape... pero se concentró, tenía que saber cómo había terminado en eso, si lo hizo por propia voluntad o ese tipo era aun más repulsivo de lo que siempre había sospechado.

Las imágenes de lo último que recordaba fueron llegando a su mente de a poco, una a una: Despedirse de sus amigos en la estación, la revisión con madame Pomfrey en la enfermería, la cena, el cansancio que tenía... ¿Pero qué más? ¿Qué había sucedido después? Sabía que no se había emborrachado o tomado ninguna sustancia. No que recordara.

Entonces revivió vagamente haber entrado en el despacho del hombre por su propio pie, sin ser forzado o coaccionado, pero ¿eso había sucedido en verdad? No podía ser, él jamás lo hubiera hecho por propia voluntad.

Salió de la bañera después de una hora, aun se sentía sucio y sus recuerdos no estaban del todo claros en su mente, pero el frío y la irritación en su cuerpo de tanto frotarse la esponja por su piel, le obligó a salir aunque no hubiera querido. Entró a su habitación para vestirse notando que sobre su cama había varios paquetes que no llegó a ver cuando entró. Se acercó a ellos y comprobó que eran regalos de Navidad.

Imposible, pensó, no podía ser Navidad, recién el día anterior habían comenzado las vacaciones... A menos que... ¿Cuánto tiempo había estado con Snape en su habitación? ¿Cuánto tiempo ellos habían...? ¿Cómo demonios no podía recordarlo entonces? Y la pregunta más importante ¿cómo nadie notó que ninguno de ellos asistía al Gran Comedor para las comidas? Porque no recordaba haberlo hecho. Demonios, no recordaba nada de todo ese tiempo.

No podía quedarse allí y hacer como que no había pasado nada, como si nunca se hubiera... encamado... con Snape. Debía irse de ese lugar cuanto antes.

Se vistió rápidamente para luego acercarse a su escritorio donde buscó pergamino y tinta, y se puso a escribir. Cuando terminó, se dirigió a su lechuza.

-Llévale esto a Remus Lupin. Es urgente.

********

Severus se despertó sintiendo un fuerte dolor de cabeza y un peso sobre su cuerpo. Cuando abrió los ojos pensó que estaba teniendo una pesadilla, una de las peores pesadillas que hubiera tenido nunca, porque de qué otro modo podía explicarse que Potter estuviera en su habitación, durmiendo sobre él... desnudo... Eso no estaba pasando, se dijo, él estaba absolutamente seguro de haber colocado los hechizos que impedían que alguien pudiera entrar, los hechizos más fuertes que conocía.

Entonces el chico se removió un poco sobre él y abrió los ojos inmediatamente después. Ni siquiera pudo decir nada al verlo saltar fuera de la cama, colocarse una capa y salir corriendo. No pudo reaccionar incluso varios minutos después, en los que sólo se quedó sentado en su cama intentando poner en claro su mente y los recuerdos que empezaban a agolparse en su cabeza.

¿Qué demonios había hecho?

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