Capítulo 16

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-Más rápido –le instó Severus –Hazlo más rápido.

   Harry asintió con la cabeza sin pronunciar palabras, parecía que le era imposible hacerlo de todos modos, su respiración un tanto agitada y la frente perlada de sudor decía cuanto esfuerzo le estaba costando contenerse.

   Severus sonrió por dentro, para ser la primera vez que el chico hacía algo así debía admitir que lo estaba haciendo muy bien, salvo algunas correcciones que le iba dando por el camino, en lo demás no podía quejarse; Harry había ido siguiendo paso a paso las indicaciones que le dio antes de comenzar. Era un buen alumno cuando en realidad se lo proponía. Lástima que no había sido así en Hogwarts.

   Severus sujetó con fuerza la cadera del chico, ahogando un quejido cuando sintió como introducía demasiado profundo, más de lo que creía que podía ser recomendable.

-Lo siento. Lo haré mejor. Lo prometo –Harry se apartó para dejarle reponerse, un tanto culpable de haberle hecho daño. Otra vez. Pero en su defensa podía decir que esta era la primera vez que hacía algo así – ¿Así está bien?

-Sí, así está bien.

-Bien –repitió Harry, la voz insegura pese a que quería aparentar lo contrario –Ya termino. Falta poco. Sólo un par de…

-Papa.

   Los dos hombres levantaron la cabeza hacia la puerta entornada de la habitación, donde Gideon había estado durmiendo hacía unos minutos, y por el cual habían intentado hacer el menor ruido posible para evitar despertarlo. Pero parecía que toda precaución había sido inútil. El niño acababa de despertar.

-Sigue. No pares –le ordenó Severus a Harry –Termina primero. Ya me encargaré de él después.

-¡Papa!

    Harry, que había empezado nuevamente, volvió a detenerse mirando hacia la puerta de la habitación, un tanto inseguro, pero la mano firme en su cadera le hizo volver a su trabajo, apurándose todo lo que podía para terminar antes de que Gideon decidiera bajar de la cama por su cuenta para ir a ver qué era lo que estaba deteniendo a su padre; ahora que ya era capaz de gatear y ponerse de pie (aunque aún no caminar), el niño se había vuelto alguien de cuidado.

  >Papa

   Harry se colocó inmediatamente frente a Severus para que Gideon, que acababa de entrar a la sala, no pudiera ver lo que estaba haciendo y terminara traumándose de alguna manera; dio la última puntada, cortó el hilo y vendó rápidamente la herida del hombro de Severus, antes de alejarse para recoger todo lo que había estado ocupando, y que estaba lleno de sangre, metiéndolo en una bolsa para llevarlo a la cocina, agradeciendo que el niño no se hubiera despertado antes, cuando Snape llegó a la casa, sangrando y casi sin poder mantenerse en pie a causa del dolor.

   Harry debía admitir que había sido una de las experiencias más difícil que había tenido en su vida, aparte de tener que coserle la herida del hombro porque cualquier hechizo de curación que quiso aplicarle lo único que lograba era abrirla cada vez más, estaba el hecho de que temió que Snape terminara muriendo; sabía que era una idea ridícula, una herida como esa no podría matar a nadie, pero realmente hubo unos alarmantes minutos en los que el miedo lo paralizó, hasta que el hombre tuvo que hacerse cargo de la situación y le explicó todo lo que debía hacer. Había estado nervioso durante todo el proceso, tanto que pasó de ir muy lento que no llegaba a limpiar realmente la herida, a acelerarlo demasiado que terminaba abriéndola más y causándole un terrible dolor a Snape; igual que cuando tuvo que coserle para unir los bordes, si no hacía las puntadas de manera muy superficial, lo hacía demasiado profundo. Pero al fin había logrado terminar.

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