Capítulo 17

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   Severus se despertó de repente al escuchar el chasquido de una puerta al cerrarse, poniéndose de pie de manera inmediata y sacando su varita de la muñequera.

-Lumus –susurró.

   La punta de la madera se prendió con una leve luz mortecina, alumbrando a Gideon que frunció un poco el ceño, pero no despertó. Severus se acercó a la cuna a comprobar que efectivamente siguiera dormido, teniendo un extraño sentimiento de que todo aquello ya lo había vivido antes.

   “Tal vez sólo se trató de un sueño”, pensó saliendo de la habitación, la varita firmemente agarrada en su mano para ir alumbrando su camino.

-Tanto tiempo, profesor.

   Algo dentro del cerebro de Snape hizo clic al escuchas esas palabras y ver a Draco, sonriendo y sentado en su sillón junto a Harry. Ahora estaba seguro, todo aquello sí ya lo había visto antes, sueño o premonición, no lo sabía, pero ya lo había visto.

-Desmaius –exclamó apuntando al sonriente muchacho rubio, quien se congeló una milésima de segundo antes de caer desmayado hacia atrás.

-¿Pero qué…? –Harry saltó del sillón, la mirada desconcertada yendo de Draco a Snape – ¿Por qué hizo eso?

-Silencio, Potter –ordenó el hombre acercándose a la ventana para mirar el exterior, intentando inquirir entre la oscuridad algo más que no fueran las ramas de los árboles moviéndose perezosamente a causa del viento –No sabes en el peligro que nos pusiste al dejarle entrar –le reprochó.

-¿Dejar entrar a quién?

   Severus giró para encarar a Harry, un torrente de insultos en la punta de su lengua ante lo que evidentemente sólo podía traducirse como burla de parte del muchacho al preguntar semejante estupidez. Pero entonces le vio, Harry estaba de pie junto al sofá donde dormía, vestido con su pijama, un libro en sus manos que levantó apresuradamente y con miedo cuando él le apuntó con la varita, y junto al chico el sillón individual tumbado. No había nadie más allí.

> ¿Se encuentra bien? –Preguntó Harry, inseguro, las manos aun en alto como para demostrarle que estaba desarmado.

-S-sí –contestó bajando la varita lentamente. No entendía lo que sucedió, ¿su mente le estaba jugando trucos? No podía ser de otra manera, de todos modos, sino ¿cómo pudo confundir a un simple sillón con Draco? –Voy a dormir –dijo simplemente entonces, dejando a un desconcertado Harry en la sala.

-Buenas noches –Fue todo lo que escuchó antes de entrar a la habitación.

   No se podía imaginar el susto que le había pegado al pobre muchacho, que seguramente estaba leyendo tranquilamente en el sofá  hasta que él llegó… a desmayar un sillón.

   “Estúpido”, se dijo a sí mismo metiéndose en la cama luego de comprobar que Gideon siguiera durmiendo. O tal vez sólo estaba cansado o estresado, se quiso convencer, pero la verdad era que nunca en todos sus años de espía, por más cansado que estuviera, le había sucedido algo así…

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   Severus se despertó de repente al escuchar el chasquido de una puerta al cerrarse, poniéndose de pie de manera inmediata y sacando su varita de la muñequera.

-Lumus –susurró.

   La punta de la madera se prendió con una leve luz mortecina, alumbrando la cuna vacía de Gideon.

   “Estoy soñando”, se dijo Severus, pero no estaba seguro, no después de lo sucedido hacía unas horas. ¿Había sido hacía unas horas? Miró el reloj de la mesita de luz, eran las cuatro de la mañana. No podía saber cuánto tiempo había transcurrido de la última vez, no había comprobado la hora entonces.

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