Afuera Por Fin

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–Esto no está pasando. Esto no está pasando. Esto no está pasando–se repetía dándo vueltas.

Después de que la rectora le diera la noticia y que se negará a ella, Stacy la miró tan impactada como los demás, los demás niños comenzaron a susurrarse entre ellos y una que otra adolecente le lanzaba la más sarcástica de sus miradas.  Como estaba en shock aún, la rectora la tomó de su brazo y la llevó a dónde ahora se encontraba y nunca creyó estar, el cuarto de las entrevistas.  

Enrededaba sus dedos entre las raíces de su cabello, como si eso despidiera la oración de: "Sí Maya, ya te van a llevar, eso era lo que querías"

Intentaba regular la respiración a lo más normal posible.
Se recargó en una de las paredes y en verdad no daba crédito a lo que acaba de ocurrir.
A tan sólo días de su cumpleaños, de la noche a la mañana, ya se iría de ahí. De ese lugar dónde no hablaba con nadie más que no fuera su enfermera y sus niños.... Los niños.
Dios, ¿Qué sería de ellos ahora? Evidentemente nada sería igual, sus cosas, su modo de vida cambiaría...
¿Pero es que no entendía el por que se sentía así, si lo que más anhelaba era salir por fin de ahí?
Negó con la cabeza y suspiró, estaba muy abrumada.

La puerta se abrió y su cabeza ahora punzaba ligeramente, desvió la vista, por ella cruzaban el tipo de los ojos grises y la rectora. Maya estaba recargada en la pared y sigilosamente siguió con la mirada al hombre.

–Siéntate querida-señaló la mujer señalando una de las sillas y todos tomaron su lugar. Reinaba un silencio que era impredecible y que tenía que pasar–Sé que las circunstancias te dejaron pasmada.

Maya se limitó a asentir con la cabeza.
–Pero el doctor tiene el perfil correcto para que estés a salvo bajo su cuidado. Formalmente te quiero presentar a tu nuevo padrino, Maya, él es Ethan Davis.

Ambos se voltearon a ver.
Él le dedicó una sonrisa sin despegar sus labios.
–Es un placer, Maya–habló educadamente
–Igual–se limitó la chica a responder y a desviar la mirada.

La rectora le dedicaba una mirada sarcástica a la morena, como si quisiera transmitirle que sí,que todos estaban notando su actitud de niña bastarda.
Llenó unos papeles en silencio. Y no alzaba la vista para nada, el arrastre de su pluma con las hojas era lo único que le importaba.
O al menos eso aparentaba.

–Por último, los dejaré tener una conversación, en lo que le entregó los papeles finales–decía dirigiéndose al doctor quien asentía–Bueno, con permiso.

La señora salió y para sorpresa de ambos, la atmósfera no cambió en lo absoluto; se escuchaba de fondo el tic tac del reloj de la oficina y la respiración de los dos, pausadas, pero,notorias.
Ethan la veía de reojo, estaba volteada u oculta entre esos rizos que parecían cortinas.

–¿Todo está bien?–rompió el silencio él con voz ligera

Maya carraspeó delicadamente y se giró un poco.

–La verdad es que, no esperaba esto,eso es todo–cortó ella
–Entiendo
–No, no es así–negó la chica, fue ahí dónde Ethan le puso más atención–He pasado literalmente toda mi vida aquí encerrada y de repente me ve en el corredor para decidir que puede llevarme.

"Maya la puta madre, ¿Te estás oyendo?" le decía su voz interna

Ethan la miraba atento, más no decía nada.
–Tomé la decisión ya que soy doctor y me da curiosidad tu enfermedad–explicó él observando la palma de su mano–Normalmente se presenta cuándo ya eres una persona de la tercera edad.

"¿Qué acaso me está diciendo vieja? Pero tristemente tiene razón."

–Y estoy interesado en tu caso–finalizó.
Maya suspiró, la cabeza no dejaba de dolerle, no parecía, pero ella sí quería salir, aunque su conflicto era por que con ese tipo.

Ethan se dió la vuelta y la volvió a mirar.

–Haré todo lo que tenga en mis manos para darte buena educación, irás a la Universidad y tendrás tu propio espacio–dijo– Y estarás en excelentes manos para tu tratamiento.

La chica lo miraba con una semblanza serena, y a la vez intentaba no tener contacto visual con él. Que pena.

"¿Tendría esposa?"

–Gracias–susurró ella ocultándose entre sus rizos.
–No hay por que, agradecer-sonrío él amistosamente.

(...)

Después de eso, Maya subió a su habitación y despegó sus pósters de toda la vida y los guardó con lo poco que tenía ahí en ese cuarto de 4x4
Ahora, traía sus maletas con ayuda de Stacy, al menos eso le alentaba de la situación, Stacy seguiría con ella por obvias razones, en el pie de las escaleras estaba su tropa miniatura.
Le dió una punzada en el pecho al ver a sus niños con una cara tan larga y a otros que sus ojitos estaban llenos de lágrimas.

Como si fuera instinto, la abrazaron entre todos, y ella no se los negó, como iba a extrañar a sus angelitos.

–¿De verdad te tienes que ir?–preguntó Hunter  
–Creo que sí–sólo pudo contestar eso con voz firme–Pero, prometo venir a verlos. Lo más que yo pueda frecuentarlos.

Alzó la vista, el sujeto estaba con Stacy a su lado observándola.
Maya suspiró y les dió un besito a cada uno en sus cabezas.
–De verdad les prometo venir a verlos–decía terminando esto
–Espero y tu nueva casa sea bonita–habló Emily con voz hueca
–Bueno, eso espero también yo linda–le sonreía Maya y le daba un pico en su nariz.

–Ya es hora linda–le decía Stacy viéndola para que ambas caminaran a las rejas.

Ethan iba por detrás y sintió un ligero jalón de su saco, era Irving,lo miraba con nostalgia.

–Por favor cuídela como ella a nosotros–dijo
El hombre le sonrío y acarició su cabecita sin cabellera.
–Lo prometo campeón–respondió

Ayudó a Stacy y a Maya a subir las maletas al coche, la chica aún dedicaba miradas a sus pequeños angelitos que la miraban de lejos.

Subió al asiento del copiloto y Stacy a la parte de atrás.

Arrancó, y seguía con la vista sobre el vidrio observando lo que alguna vez fue el único lugar que conocía como "hogar"

Y al salir de la calle y ver los edificios de alrededor, se olvidó al mirar atrás.
Se perdía entre los muchos y pocos detalles que sus ojos lograban captar.

Y empezó a asimilar qué la situación, no era tan trágica, estaba viva con suerte y ahora con un padrino que se comprometió a ayudarla. Sintió que algo en su pecho se hacía presente, y le gustaba, era satisfactorio. No sabía que era, pero sabía que no era desagradable.

Llegaron a unos edificios enormes, bajaron a un gran garage, supone que era el estacionamiento.

Ethan apagó el coche y ayudó con parte del equipaje, y a Maya le resultó extraño y moderno  a la vez que pudieran llamar al elevador desde ahí, el cuál tenía espacio considerable.
Entraron los tres y Stacy la miraba con una sonrisa sin despegar sus delgados labios rosados.

Se detuvo éste. Y las puertas abrieron en un departamento que Maya jamás creyó ver en su vida.
Casi se le va el aire y con trabajos de sus torpes piernas entró.

-Bueno pues-Ethan habló acomodándose el saco y sonriendo satisfecho-Maya...

La chica giró su cabeza para verlo, y tener otro contacto visual que hizo que la adrenalina que sentía aumentará.

Él se colocó frente a ella y sin dejar de sonreír asentía.

-Bienvenida a tu nuevo hogar

Aire || Ewan McGregor ||-EscribiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora