El atardecer yace sobre el y horizonte, y la luz del sol acaricia la pradera que lleva hacia un gran y frondoso bosque. Una aldea antigua, llena de hogares. Casas que parecen triángulos, construidas con madera y paja para los techos. Éste es un reino oculto, donde la naturaleza persiste, y los humanos vestidos con batas y sandalias, obtienen todo lo que necesitan. Sus dioses, se lo proveen a cambio de respeto a la naturaleza y vida ajena. Puedes cazar, más solo para alimentar, y no más de lo necesario. Tus cultos serán frondosos, siempre y cuando no trates de alterarlos. El agua nunca les faltará, siempre y cuando no la gastes de más. Esto, lleva a los habitantes de este poblado sin nombre, a una vida que quizás, no sea un paraíso en si, pero es pacifica. O al menos eso creían.
Dos niños de ocho años, juegan a perseguirse en los prados, muy cerca del bosque.
—Te tengo —gritó uno abalanzándose hacia la espalda del otro.
—No es justo Hiro —mencionó este último boca abajo, con su amigo encima—. ¡Ya quítate! —le gritó tratando de darle un codazo.
—Tampoco es para que te enojes —respondió este poniéndose de pie.
—¡Eres un tramposo Yoshido! —replicó el otro levantándose.
Yoshido iba a responder, pero algo ganó su atención: una respiración lejana.
—¿Escuchas eso? —preguntó Hiro notando como su pelo se movía hacia atrás y adelante.
—De se-seguro es un animal. Tiene que serlo —dijo nervioso Yoshido acercándose al bosque, de donde provenía aquella anomalía.
—Yoshido, ¿qué haces? Vuelve —susurraba entre dientes Hiro.
Todo mientras el sol descendía para darle paso al reinado de la Luna. Yoshido al llegar a la entrada del frondoso bosque, vio muy cerca; oculto entre los árboles, ¿a un zorro? Sí, un zorro. Pero uno de hasta quince metros y con tres colas. Yoshido sonrió, juntó sus manos e hizo una reverencia. Estaba ante la presencia de un dios. El sol se ocultó por completo, la oscuridad tomó dominio, y con ello la paz del zorro, ya que empezó a gruñir, haciendo retroceder a Yoshido. El cual por miedo tropezó y cayó de espaldas. Del hocico del zorro caía sangre negra, sus ojos se tornaron blancos, espinas empezaron a salir de su piel; haciéndole sangrar de manera excesiva.
—¡Yoshido! —gritó Hiro desde lejos.
El zorro salió del bosque, atrapando con su mandíbula a Yoshido; agitándolo como si fuera un perro jugando con un trapo. El cuerpo del niño se partió en dos, manchando de sangre el hocico del gran zorro. Hiro gritó y corrió de regreso al pueblo.
Mientras tanto, la gente del poblado seguía su rutina, apagando las lamparas de aceite y dando la última regada de agua a sus cultivos. Pero pronto la paz fue interrumpida por los gritos del niño, el cual llegó a tropezones al pueblo, y detrás de él, el zorro. Este solo rugía, sumiso en un instinto bárbaro nunca antes visto; empezando a derrumbar las casas con sus patas. Lo peor era que la gente que se le cruzara, o los monjes que trataban de dialogar, eran victimas de una de las peores muertes que podían existir. Y esto, solo era el principio. La época en que los dioses ayudaban a la humanidad, había terminado.
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Mortal Kombat: Scorpion/Sub-Zero Hermandad (Tierra 4)
FanfictionScorpion y Sub-Zero, una rivalidad eterna. Dos guerreros implacables jurados a destruirse. Pero, ¿podrían luchar juntos? ¿Qué pasará cuando un pueblo lejano sea atacado por sus propios dioses? ¿Qué pasará cuando Scorpion y Sub-Zero se vean varados a...