Capitulo Uno

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Aún estando medio dormido puedo ver y notar con claridad que la habitación donde me encuentro, los muebles, la cama incluso, no son las que tan a la perfección conozco.

Incorporándome, más despierto ahora, alcanzo a ver con mayor seguridad que la habitación donde me encuentro no es siquiera un dormitorio y que la cama en la que estoy ahora sentado es un sofá en realidad, abierto para que haga su vez de cama.

Mirando mi cuerpo me aseguro, respirando aliviado, que estoy vestido y no desnudo, que no he hecho ninguna tontería de la que tenga que arrepentirme o darle explicaciones a ..

A Mean.. ¿dónde demonios se encuentra Mean si yo estoy aquí solo?

Mirando el salón intento recordar lo que pasó anoche, viniendo a mi mente vagos recuerdos, los labios de Mean sobre los míos, sus manos y las mías enlazadas, como nos dormimos en nuestra cama después de hacer el amor, dando así fin a una cita improvisada que acabó bien pero está trayendo cosas confusas ahora, siendo la mañana siguiente a ese entonces.

Levantándome del sofá siento algo débiles mis piernas, un ligero mareo que por suerte no me impide caminar de forma estable. Con mis pies descalzos pisando el frio suelo avanzo, recorriendo el espacio entre el sofá donde he dormido y la puerta, cruzándola.

Mirando a mi alrededor puedo ver que la casa no es muy grande tampoco, siendo de una sola planta. Además de la puerta que acabo de cruzar puedo ver dos más, una cerrada y otra que, aún de lejos, puedo ver que es un dormitorio.

Parando aún frente a la puerta que da el salón escucho ruido no muy lejos, notando además un delicioso olor a comida que hace gruñir mi estomago de tal forma, como si no hubiese probado alimento en semanas.

Mirando por un instante hacia la puerta que me presupongo da a la calle pienso en si seria buena idea irme, no quitando esa idea de mi cabeza en el momento en que el sonido de unos platos siendo puestos sobre la mesa y una voz cantando llaman de nuevo mi atención.

Acercándome puedo oler esa comida que ya ha debido de ser preparada de mejor forma. La cocina, que es donde me dirijo ahora, tampoco debe de ser un espacio muy grande porque puedo ver perfectamente los pies de la persona que tanto ruido hace, del que debe ser el dueño de esta casa.

— Te has despertado. Puedes entrar, no te haré ningún daño.

Acercándome en los pasos que me quedan por recorrer entro, viendo mejor la cocina, estando en lo correcto con que es una estancia pequeña. El propietario de la casa es un chico, seguramente mayor que yo por su apariencia y como va vestido, todo lo opuesto a mi que llevo una sudadera y un pantalón negro, más típico en un adolescente que en alguien adulto.

— He preparado el desayuno Plann —miro ambos platos llenos —tienes que estar hambriento. Siéntate y desayuna.

Viéndole tomar asiento, aún quieto yo junto a la puerta niego despacio, cruzándome de brazos bajo su atenta mirada.

— ¿Dónde está mi novio? —deja el vaso sobre la mesa.

— ¿Aún estás dormido? —niego porque estoy más que despierto —yo soy tu novio Plann. Siéntate a desayunar y deja las tonterías.

Su mano sobre la mia, fría al tacto, me lleva hasta la silla libre frente al plato que no ha tocado, sentándome con cierta fuerza. Frunciendo el ceño en el momento en que se vuelve a sentar aparto el plato, volcando el vaso con zumo que ahora baña la mesa y el suelo.

— ¿Quien eres tu, porque estoy aquí y donde está mi novio?

De nuevo me mira, sentado, con sus manos enlazadas sobre la mesa de forma que solo me pone más nervioso, me hace sentir inquieto por lo que sea que pueda decirme, explicarme de porque me he despertado aquí y ha sido capaz de mentirme con respecto a que él es mi novio.

— Me llamo Kitiwhut y es obvio que estás aquí porque vives conmigo —se señala —tu novio para que te quede más claro.

Golpeando la mesa, no teniendo más que volcar, me pongo en pie, dispuesto a irme aunque no tenga unas zapatillas que cubrir mis pies, deteniéndome antes de salir de la cocina.

— En tus sueños seré tu novio porque en la vida real ni aunque fueses el último ser vivo en la tierra —le señalo con firmeza —más te vale olvidarme y que Mean aparezca.

Saliendo ahora si de la cocina llego hasta la puerta de la casa, viendo unas zapatillas a un lado. Mirando hacia atrás, no viendo ni rastro de este tal Kitiwhut, las cojo, poniéndomelas aunque me aprieten, claramente porque son más pequeñas de mi talla habitual, saliendo ahora si de esta casa a la que no pienso volver en mi vida y menos con un lunático como ese que no hace más que mentir y ni una hora he pasado con él.

¿Dónde esta mi novio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora