Capitulo Ocho

166 36 8
                                    

Seguir caminando cuando debería detenerme, dejar descansar a mi tobillo que en tan mal estado se encuentra, hinchado incluso viéndose bajo el largo de mi pantalón, es una locura y yo sigo haciéndolo aunque no debería, adentrándome en una nueva calle, desconocida a primera vista para mi, sentándome por un momento en un banco que alcanzo a ver en medio de la misma.

Estirando mi dolorida pierna, porque además de en el tobillo me ha subido por la pierna el dolor, me siento algo más cómodo, no lo suficiente pero si un poco que ahora mismo lo agradezco, pudiendo tomarme un respiro.

Mirando al frente, en todas las direcciones de esta solitaria calle, no puedo evitar tensarme por un momento, poniéndome tan rápido como mi pierna me lo permite en pie, dando varios pasos lejos de esa chica que en su día conocí dentro del infierno que me hacían vivir, tensándome cuando escucho que me llama, aún así sin detenerme.

— Plann —su voz suena mas cercana —¿dónde vas con tanta prisa, ignorando a tu cuñada?

Mi cuñada claro..

Sin dejar de andar vuelvo a girar hacia otra calle, continuando mi camino en la misma velocidad, no pudiendo soportar el dolor hasta tal punto que mi pierna falla, ya no responde como debe ser, tirándome al suelo siendo el dolor más intenso de lo que ya era.

— Plann no tienes que huir así de mi —me aparto cuando trata de tocarme —Kitiwhut se alegrará de verte. Lleva días hablando sin parar de ti y de cuando regreses de tu viaje y ya estás aquí.

— ¿Mi viaje? —asiente con una sonrisa —no me he ido de viaje a ningún lugar. Alejate de mi y dejarme en paz. ¡Los dos!

Como puedo me pongo en pie, sosteniéndome sobre mi pierna sana, cargando todo el peso de mi cuerpo en ella mientras vuelvo a tratar de alejarme, escuchándola a mi espalda hablar sin parar, sus pasos tras los míos sin parecer que se canse, llegando así, distraído por su culpa, a una calle que reconozco fácilmente, mirando a la chica con evidente enfado.

— ¡Te he dicho que me dejéis tu y tu asqueroso hermano en paz! —grito ya cansado —¿qué es lo que no entiendes de eso? Yo no soy su novio. Mi novio se llama Mean y te guste o no le voy a encontrar y regresaré con él y cuando eso pase más te vale saber cocinar porque si te lo permiten tendrás que llevarle tanta comida como puedas a tu hermano a la cárcel. Ahora si te importa como si no me largo.

Por suerte no me sigue cuando salgo de esta calle, sintiéndome completamente perdido de un momento para otro según me alejo, viendo lo desconocido que me rodea, tensándome porque me he equivocado por querer perderla de vista lo antes posible.

Recular y volver hacia allí no es una opción porque estoy seguro de que ya habrá avisado a Kitiwhut y este estará más que dispuesto a arrastrarme hasta su casa.

Sin dejar de andar, ignorando todos los dolores en mi cuerpo, mirando el cielo que poco a poco torna en otro color dispuesto ya a llegar la noche, decido parar, más que nada para conocer donde me encuentro, saber por donde ir y finalmente llegar a casa de los padres de Gun.

Parado como estoy, observando con paciencia la calle donde me encuentro, un sentimiento nuevo despierta en mi, junto a cierta familiaridad. Cojeando sigo caminando entre las numerosas casas, viendo una a una todas ellas, cada una diferente a la anterior.

Doce son las casas en total que se encuentran a ambos lados de esta calle. Todas ellas distintas entre si. Viendo todas, aún desconociendo donde me encuentro, una llama especialmente mi atención, acercándome aunque no debería por el tema de la privacidad.

Acercándome algo más, llego hasta casi la puerta de la vivienda. Todo por dentro a través de una pequeña ventana se ve oscuro, haciéndome sentir en parte confundido. Mirando de esta forma, sin apoyar mis manos para no dejar huellas, recuerdo ese sueño en el que a un lado de la puerta me encontraba yo, al otro el que por un momento pensé que era Mean.

Buscando aún en el interior de esta casa no presto atención a nada más, mucho menos a quien de la nada y a mi espalda presiona en mi boca, tirando de mi cuerpo, arrastrando mi dolorida pierna que se lleva un golpe en el camino que siendo llevado de esta forma recorremos. Mis ojos no tardan en humedecerse, más creo que por la tensión del momento que por otra cosa.

El aliento que roza mi cuello, la mano que ahora cubre mis ojos, me hacen sentir un miedo tan intenso que mi cuerpo se mantiene bloqueado, no pudiendo resistirme, defenderme ante tal agresión en mi contra.

Un golpe en mi espalda, un portazo a mi alrededor me hacen reaccionar, más cuando parece que se mueve donde esa persona me ha dejado caer de forma tan brusca.

— ¿Quien eres y por que me haces esto? —intento ver a mi alrededor.

Mis ojos están cubiertos por algo tan grueso, tan bien atado, que me cuesta ver, más bien me impide ver aunque sea un mínimo, provocando tanta tensión en mi que de sentir dolor paso a notar como mi cuerpo es atacado por espasmos, vaciando mi estomago a un lado sin preocuparme ni por las quejas de quien rápidamente reconozco.

— Plann eso está muy mal por tu parte.

Un grito escapa de mi garganta al sentir presión en mi pierna, como tiran de mi, cayendo sobre un suelo más duro, arenoso o quizá lleno de piedras que se me clavan en la piel.

— Eres tan terco cariño que no te das cuenta que el único que te puede hacer feliz soy yo —ahora sin la venda puedo verle —¿por qué vives con esos dos idiotas? ¿Te han aportado algo con respecto a ese que tanto buscas? Si realmente ese que dices que es tu novio se preocupase por ti te estaría buscando y no es así. Vas a dejar ya de hacer el idiota y vendrás a casa conmigo, tu novio y no hay más que hablar.

Sus manos intentando de nuevo cubrir mis ojos, sin permitírselo apartándome aún estando tirado en el suelo, sus labios cerca de los míos, casi recostado sobre mi cuerpo, no me dejan mucho margen para defenderme, actuando de la única forma que me es posible, arañándole, clavando mis uñas de tal forma que la sangre pronto brota desde cerca de su ojo hasta llegar a la comisura de sus labios.

Sus gritos se hacen presentes, al igual que todas las maldiciones que suelta. Mi intento de levantarme y salir corriendo, huir una vez más, se ven truncados por sus manos en mi cuello, hasta mi brazo, arrastrándome con un tirón demasiado fuerte.

Gritar no me sirve de nada, más por no haber nadie en los alrededores. Esa casa que tan familiar me resulta ya aparece pronto en mi campo de visión, al igual que sus intentos por llevarme dentro, luchando para no ponérselo tan fácil.

Tengo fuerza y la hago presente en el forcejeo pero de nada parece servirme cuando de la nada todo se vuelve borroso, añadiéndose al dolor en mi pierna uno muy intenso en mi cabeza, junto al mareo, a como todo se nubla, solo ahora encerrado en una habitación completamente vacía, sin salida más que esta puerta, recordando de nuevo el sueño.

Gritando por ayuda, aunque no me sirva, me callo al escuchar a Kitiwhut hablar con alguien, decir mi nombre y una condición que me pone los pelos de punta y me hacen tener más miedo del que ya se ha apoderado de mi.

¿Dónde esta mi novio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora