Maratón 3/6

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— ¿Usas ese calificativo con otras... personas? — me preguntó con recelo. Sonreí.

— ¿Celosa? – le pregunté arqueando una ceja.

— Estás matando el momento, Van Dijk — dijo frunciendo levemente el ceño. Reí por lo bajo.

— Y tú solo me estás tentando cada vez más — dije divertido.

— Solo quiero saber si alguien más fue llamada así...

— No — le dije mirándola fijamente — Nadie más, amor.

Ella levantó su mano y acarició mi mejilla, para luego subir hasta mi cabello y acomodarlo levemente hacia atrás. Me incliné hacia ella y la besé dulcemente acariciando sus labios con cuidado. Gimió levemente, mandando a través de mí una oleada de placer. El beso dulce y tierno se volvió apasionado e intranquilo. Necesitaba sentirla, desesperadamente. Bajé mis manos al borde de su blusa.

— No, no y no, Ruel —dije agitada soltando mis labios— Dije que no...

— Maldita, eso eres una pequeña y peligrosa ninfa que ha venido hasta mi habitación y me ha despertado y me ha seducido y ahora no quiere dejarme cobrar lo que debo.

— Por Dios, Ruel, no han pasado si quiera 24 horas desde la última vez que lo hicimos... no puedes estar desesperado. Definitivamente eres un ninfómano.

— Y tú te comportas como una monja — la besé cortamente.

— Pero te encanta esta monja – dijo coqueta.

— Está bien, tú ganas. Solo porque no tengo como contradecir aquello, es absolutamente cierto.

Me miró de manera tierna y acarició de nuevo mi mejilla.

— Ahora, ¿me puedes dejar salir? Quiero comer algo — me dijo.

— Delante de ti ya tienes algo para comer, ¿para qué quieres otra cosa? — le pregunté.

Ella rió por lo bajo.

— No se puede vivir de hacer el amor, Ruel — dijo mientras sin intención alguna clavaba su mirada en mi boca.

— Mmmm, esa mirada... quieres besarme ¿cierto? – le dije y me agaché para morder sus labios.

— Tienes razón... ganas en todo. Sí quiero besarte, y todo lo que se te pueda pasar por la mente. Pero ahora tengo hambre... de comida.

— Bueno, vamos a comer — dije rendido mientras me alejaba de ella y me ponía de pie. Tomé su mano y la levanté de la cama — Pero luego quiero el postre.
Le gruñí y la tomé de la cintura para un arrebato beso y luego la solté. Ella rió divertida.

— Traje helado — dijo con una inocente sonrisa.

— Y te atreves a decir que soy yo quien mata los momentos. No tienes vergüenza, amor.

— Decidí ignorar tu doble sentido — me aclaró.

— Pero si lo divertido de eso es que te escandalices — dije mientras ambos salíamos de la habitación.

— Oh, bebé, ya no me escandalizan tus dobles sentidos — me dijo divertida.

Arqueé una ceja y antes de que se alejara demasiado, la detuve y la acerqué a mí. Su espalda chocó levemente contra mi pecho y el aroma de su cuerpo, me excitó un poco más de lo que ya estaba. Sentí como su respiración se volvía un poco más densa.

— ¿Por qué estas tan distante? — le pregunté al oído.

— Yo no estoy distante — aseguró.

𝑷𝑬𝑳𝑰𝑮𝑹𝑶𝑺𝑨 𝑶𝑩𝑺𝑬𝑺𝑰𝑶́𝑵 ° ʀᴜᴇʟ 🦋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora