Maratón 5/6

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Ella cayó rendida sobre mí. Escondió su rostro en mi cuello y con sus manos calmo las marcas que sus uñas habían dejado sobre mi pecho.

—Ya no puedo más, Ruel —dijo agitada
—Esto es demasiado, amor. Hace tres horas que estamos sin parar...

—Tú tienes la culpa. Me encanta verte disfrutarlo. Me enloquece que me pidas más. Así que no te quejes porque definitivamente tú eres la culpable —dije con voz ronca y acaricie su espalda.

Su cuerpo aun estaba unido al mío. Levantó la cabeza y me besó dulcemente. Otra vez mi cuerpo se tensó y ella me sintió entre sus piernas.

— Ruel, ¿otra vez? —preguntó alejándose de mi boca. Apreté los dientes.

—Muévete mi amor, por favor —le rogué agitado. Moví un poco mis caderas y ella jadeó levemente.

—No, amor, no puedo —susurró agitada y se sentó. Gimió ahogadamente al sentirme más hondo.

—Una vez más. Juro que será la última... lo juro —aseguré.

—Es como la cuarta vez que escucho eso, amor. Ya hemos hecho el kamasutra entero...

Cerró los ojos cuando la tomé de las caderas y la ayudé a moverse sobre mí de manera lenta.

—Solo hemos hecho la mitad —susurré.
Su respiración se agitó y sus manos se apoyaron, otra vez, sobre mi pecho. Me senté y la abracé contra mí. Sus latidos se apoyaron suaves en los míos. Sus piernas rodearon mi cuerpo. Y su mano bajó caliente por mi espalda.

—Ahora comprendo por qué todas te quieren y desean Ruel —me dijo al oído. La abracé más contra mí.

—Pero yo no quiero, ni deseo a otra que no seas tú —le dije.

—Te amo, Ruel —susurró.

Me alejé un poco de ella para mirarla a la cara. Sus preciosos ojos estaban húmedos. Sus mejillas enrojecidas.
Con un simple movimiento giré y la atrapé bajo mi cuerpo. Gimió y susurró mi nombre. Busqué sus manos con las mías y las entrelacé para llevarlas sobre su cabeza.
Comencé a moverme dentro de ella de manera lenta y profunda. Sus ojos se veían cada vez más cristalinos. Ella quería llorar. Entonces bajé mi cabeza hasta su rostro y suavemente acaricié sus labios.

—Te amo, Sophie Valentine —le dije.
Ella soltó un sollozo y soltó mis manos para abrazarme y pegar su boca a la mía. Me moví más rápido al sentirme desesperado. Y más rápido de lo que deseé ambos llegamos a un nuevo clímax, compartiendo algo mucho más profundo que el éxtasis.

Me dejé caer sobre ella y su pequeño cuerpo me abrazó con fuerza. Me alejé para mirarla a la cara y varias lágrimas caían por sus mejillas. Las quité con mis labios.

—No llores, amor ¿Por qué lloras? —le pregunté. Ella sonrió y acarició mi rostro.

—Porque te amo, por eso —dijo y alzó su cabeza para besarme suavemente.
Salí de ella y giré sobre la cama para quedar boca arriba. Tomé a Sophie y la coloqué sobre mi pecho. Nuestras respiraciones aun eran agitadas, pero no era solo por el esfuerzo de haberlo hecho una vez más, no. Era por la emoción de saber que me ama y yo a ella.
Sonreí tontamente y besé la cabeza de mi chica. Ahora si puedo decir que es mía, solo mía.
Sophie besó mi pecho y luego me miró a los ojos.

—Hermosa —le dije. Ella sonrió.

—Y tú, precioso, hermoso, bonito, lindo. Y todo lo que se te pueda ocurrir.

— ¿Te das cuenta de lo qué me has hecho? —le pregunté. Ella negó con la cabeza —Te amo y es lo más hermoso que me pasó en la vida.

— ¿Te estás poniendo cursi mi amor? —preguntó entre divertida y enternecida

𝑷𝑬𝑳𝑰𝑮𝑹𝑶𝑺𝑨 𝑶𝑩𝑺𝑬𝑺𝑰𝑶́𝑵 ° ʀᴜᴇʟ 🦋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora