LVI

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Ella dejó de caminar y entonces me giré a verla. A leguas se notaba que estaba realmente nerviosa por todo este motivo.

— ¿Qué pasa mi amor? —le pregunté.

—Creo... creo que no es buena idea, Ruel. Mejor llamo a mi madre y le digo que no venga. O quizás llame a papá y le diga a él que no venga —dijo y tomó su celular.

—Oye, oye —la detuve y le quité el pequeño aparatito —Todo va a estar bien. Ellos dos son personas grandes, van a comportarse.

Ella asintió y besé su frente. Volvimos a caminar y entramos al lujoso hotel para dirigirnos a la parte cómoda del restaurante. Un hombre calvo y de baja estatura se acercó a nosotros.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarlos? —nos preguntó.

—Buenas tardes —lo saludó Sophie —Tenemos una reservación a nombre de Sophie Valentine.
El hombre miró la agenda que tenía en su mano y asintió.

—Sí señorita, la mesa ya esta lista. Por aquí.

Comenzó a caminar y lo seguimos. Nos dio el paso para sentarnos en una adornada mesa con cuatro platos. Como todo un caballero le corrí la silla a mi novia y ella se sentó. El mozo se alejó inclinando levemente la cabeza. Vi como ella miraba a su alrededor.

—Amor, tranquila —le dije. Me miró a los ojos.

—Cuando mis padres lleguen se va a desatar la tercera guerra mundial —aseguró.

— ¿Quién sabe? —dije y acaricie su mejilla —Quizás sea hora de la paz mundial.

— ¡No saben lo contenta que me puse cuando supe que íbamos a almorzar los tres juntos! —escuchamos su aguda voz. Ambos nos giramos a verla. Me puse de pie y ella se acercó a abrazarme —Eres un desconsiderado. No fuiste a visitarme como lo prometiste.

—Lo siento —le dije y me alejé de ella

—Pero las cosas no estaban bien en esos tiempos.

Ella miró a Sophie y luego volvió a mirarme.

— ¿Acaso ella te prohibió que me vieras? —me preguntó.

—No, no —dije divertido. Sophie puso de pie.

— ¿Puedes hacerme el favor de saludar a tu hija como corresponde? —le dijo. Jane sonrió y se acercó a ella para abrazarla y besar su rostro.

—Eres tan celosa —aseguró alejándose de ella.

—No son celos —cuestionó ella —Solo me molesta que siempre estés a favor de los demás. De cualquier extraño, menos de mí.

—Eso no es verdad —le dijo su madre mientras se sacaba el abrigo y todos tomábamos asiento. Jane miró bien la mesa y frunció el ceño — ¿Por qué hay cuatro platos? Somos solo tres personas.

—Mmm, lo que pasa es que...

—Se confundieron —interrumpí a Sophie, que soltó un leve suspiro.

—Voy a pedir que lo quiten —dijo se puso de pie.

— ¡No! —dijo mi novia elevando un poco más la voz. Su madre la miró extrañada —No, no digas nada. La mesa se ve bien así... con cuatro platos.
Jane volvió a sentarse y pícaramente miró nuestra cercanía.

— ¿Hay algo que deban decirme? —nos preguntó. Miré a Sophie y sonreí.

—Jane, luego de hacerme sufrir como un idiota y casi enloquecerme por completo tu hija ha aceptado que me ama —le conté. Su boca se abrió del asombro y miró a Jane con los ojos bien abiertos.

𝑷𝑬𝑳𝑰𝑮𝑹𝑶𝑺𝑨 𝑶𝑩𝑺𝑬𝑺𝑰𝑶́𝑵 ° ʀᴜᴇʟ 🦋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora