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Mientras era abrazada, la mente de Irene intentaba procesar lo que estaba ocurriendo. No estaba preparada para una situación semejante, no lo había previsto. Tenía que reaccionar de alguna forma, pero se hallaba paralizada porque a su vez, una parte de ella se sentía extrañamente cálida y protegida con aquel abrazo que estaba recibiendo. Era como si esa mujer realmente sintiera un amor sincero por ella, y se lo estuviera transmitiendo.

Algo dentro suyo empezó a desear corresponder, y lentamente sus brazos empezaron a moverse por sí solos a la vez que cerraba los ojos.

- "Espera, espera, ¿qué estás haciendo?" - se coló una vocesilla de alarma en su mente, advirtiéndole - "No sabes quién es en realidad, ¿y si es una trampa?"

Aquello la hizo reaccionar y abrir los ojos de golpe. Cierto, ¿qué estaba a punto de hacer?... Había bajado la guardia.

- Eh, ¿¡quién es usted, señora!? - exclamó y se apartó de un empujón de aquella mujer.

Detrás suyo, la profesora Kobayashi se sorprendió ante tal acción por parte de la niña. Irene solía ser muy dulce con todos.

- ¿Cómo? ¿Es que no es tu madre? - preguntó sospechosa, acercándose.

La mujer soltó a Irene, y rápidamente se giró para enfrentar a la profesora.

- Que tonta. Está haciendo una rabieta... después de todo hemos estado mucho tiempo fuera - justificó la actitud de Irene. De su bolso extrajo un carnet de identidad que presentó a la señorita Kobayashi y al director - Mi nombre es Fumiyo Kudo, y soy la verdadera madre de Irene Kudo.

Irene cerró los puños con rabia, pero permaneció callada y no dijo nada más.

Finalmente, y tras una animada charla en la que aquella mujer contó sobre su estancia en Estados Unidos, el director dió su autorización para que se llevara a Irene consigo antes del fin de las clases del día. A Irene no le quedo más remedio que dejarse llevar, pues si organizaba un escándalo, el colegio podría considerar llamar a la policía y eso traería consigo una investigación que no podía permitirse. Su secreto saldría a la luz, y con ello, los Hombres de Negro sabrían que no estaba muerta.

Todos sus compañeros se asomaron a la ventana para despedirse de ella, mientras la pequeña detective iba cogida de la mano de su "madre" y ésta la conducía hasta un coche que se hallaba aparcado a la salida del colegio. A los que más se oía eran a Genta y Mitsuhiko, que gritaban cosas tales como "no nos olvides" o "llama de vez en cuando".

Los niños siguieron gritando mientras ambas se subían al coche. También lo hicieron mientras se ponía en marcha, e incluso cuando se perdió de vista sumergiéndose en el tráfico de las calles. La señorita Kobayashi les ordenó entonces que volvieran dentro de la clase, y todos abandonaron las ventanas. Sólo Ayumi permaneció asomada.

Irene observaba de reojo a la mujer que conducía a su lado. Estudió sus rasgos, pero no le eran familiares. Estaba claro que se trataba de una impostora, ya que en realidad ella no era Irene Kudo sino Ran Mouri. Pero, ¿por qué? ¿por qué alguien querría fingir ser su madre? ¿qué ganaba con todo aquello?

- ¿Quién es usted en realidad? - se decidió a preguntar la pequeña. Necesitaba respuestas.

- Si ya te lo he dicho, tontita, soy tu madre - se burló la mujer.

- Eso no es posible, porque mi madre...

- Es Eri Kisaki - completó la frase. Su voz había cambiado completamente, ahora era dura y fría como el hielo, y sus ojos habían empequeñecido hasta no ser más que dos rendijas que miraban con astucia. Irene sintió escalofríos en todo su cuerpo - Una abogada, que con 38 años a conseguido ser una de más prestigiosas de todo Japón, tanto, que le apodan la Reina de la Sala. Estuvo casada con el detective privado Kogoro Mouri del que se enamoró cuando iban juntos al instituto, aunque durante su matrimonio no hicieron más que discutir y terminaron divorciándose. Ahora vive en el extranjero a causa de un complicado caso en el que trabaja... ¿Me he dejado algo, Ran Mouri?

La Detective Que Encogió (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora