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Tumbada sobre la cama observa por  enésima vez esa habitación, ya se conoce de memoria cada más pequeño detalle. Bufa apartando el flequillo de la frente y se estira perezosamente, son muchos días que ha recobrado el conocimiento, pero no logra reconocer a nadie de los rostros que vienen a visitarla, en cambio ellos parecen conocerla muy bien. Se esfuerza de recordar, pero su mente es una tabula rasa, más se esfuerza más el velo blanco se vuelve espeso. El Doctor Jung le había dicho de no esforzarse o habría sido contraproduciente y su colega el Doctor Park le había dado la razón, le había dicho que era una condición debida al golpe que había recibido en la cabeza, una leve herida... había pedido explicaciones acerca de su accidente pero nadie le había dicho absolutamente nada, todos se echaban vistazos incómodos, se había preguntado el porque, ¿Qué había sucedido de tan terrible de esconderle la verdad? Le daban mucho gusto las visitas del joven chico rubio llamado Park JiMin, su dulce sonrísa con hoyuelos la hacía sentír comoda, por sus gestos había percibido que la quería mucho, a menudo se preguntaba de qué naturaleza era sus relación, luego lo había visto junto al Doctor Jung y había entendido que entre ellos había un lazo muy íntimo, de hecho no hacían nada para esconderlo... se dirigían el uno al otro con amor y ternura, JiMin al final le había contado que eran una pareja, que se habían casado civilmente y que tenían a una preciosa niña que se llamaba como ella, le había enseñado muchas fotografías de la pequeña en su móvil y era guapa de verdad, se había felicitado con ambos para haber tenido tanto valor en vivír sus historia a la luz del sol y para haber adoptado una criatura inocente dándole amor y amparo, pero se había percatado de sus miradas desconcertadas y se había preguntado que había dicho de raro, luego JiMin le había contado de como se habían conocido y algunos episodios ocurridos en la hacienda que la habían hecho sonreír. También disfrutaba de las visitas de la vieja ajumma Choi SoRa, su compañía era agradable, la divertía su espartana franqueza y luego estaba él... ese hombre misterioso y atractivo. Jeon JungKook, ese su nombre, es el propietario del Ranch, un chico de increíbles ojos color chocolate que la ponen en agitación, su presencia le proporciona sentimientos contrastantes, cada vez que entra en la habitación empieza a sentír la sangre hormiguear en las venas, el corazón acelerar... la forma en qué la mira le quita el aire y no logra entender si todas estas sensaciones sean positivas o no. Él se toma con ella libertades no comúnes, sus encuentros son hechos de grandes silencios sobre todo por su parte, pero no son necesarias palabras porque sus ojos siempre logran comunicarse y la mayor parte de las veces JungKook contesta en voz alta a preguntas que a lo mejor ella solo ha pensado, a menudo se pregunta como puede leer su mente tan bien. Un día como otro había encontrado el ánimo de hacerle una pregunta que la torturaba.

 Un día como otro había encontrado el ánimo de hacerle una pregunta que la torturaba

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Blood (J.J.K. - L.M. +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora