"Las reglas son hechas para ser rotas. Yo soy una especialista en este campo."
Marie van Schuyler
Lisa y JungKook son dos almas irremediablemente atadas desde siempre que una horrible sombra negra como el pecado más grande trata de separar a cada co...
JiMin bostezando vuelve consciente poco a la vez, se estira arqueando la espalda mientras párpadea, de la ventana entran ya los primeros rayos de sol cuando siente fuertes brazos envolverlo por su cintura y que lo atiran hacia atrás, sonríe y más cuando advierte la tónica figura pegada a él. Un susurro a su oído lo hace estremecerse de placér.
"Mmmm no te muevas de aquí" dice una voz ronca amasada por el sueño, aunque una cierta parte anatómica se ha despertado claramente piensa complacido, se muerde el labio inferior sintiendo un duro bulto comprimirle entre las nalgas. Se deja escapar un jadeo advirtiendo una boca blanda besarle el hueco del hombro, los besos suaves se vuelven más descarados transformándose en mordiscos húmedos.
"Mmm diría que te despertaste bien..." una mano se aleja de su cintura y viaja hasta pararse sobre su pubis haciéndolo suspirar.
"Diría que la cosa es gratamente mutua" dicho eso lo hace girar boca arriba y riéndo va enseguida a capturar su boca, juega provocandolo con las comisuras de sus labios y no logrando resistirle más los abre dejándole capturar su lengua, necesita sentir su sabor o se volverá loco, entrelaza las manos tras su cuello y se frota contra él envolviendole la cintura con sus piernas, sus virilidades se rozan excitadas a través del tejido de sus calzoncillos. Es un beso intenso, cautivante y que pide mucho más, cuando se quedan sin aire se separan, las narices frotan en una tierna caricia mientras vuelven a mirarse en los ojos... el amor absoluto se refleja en sus miradas.
"Buenos días mi sol"
"Buenos días Oppa" contesta suspirando feliz. Todavía no puede creer que él esté bien y esté entre sus brazos, aquella noche horrible había creído de perderlo para siempre, en cambio Madre Luna había tenido piedad de ellos, no sabe que habría pasado si Hobi hubiera muerto, probablemente él no le hubiera sobrevivido. Después de meses de convalecencia en el hospital de Jeju por fin le habían dado de alta y juntos se habían alejado de ese lugar, lleno de feos recuerdos pero también lleno de momentos maravillosos. Ya su vida es a Gwangju y es una vida estupenda, riada solo por felicidad y cosas bonitas y luego ese es un día muy especial, es sus aniversario de boda y quiere organizar una cena especial. Hobi siempre se ha concentrado en el trabajo, no le hace faltar nada, lo consiente y lo mima en cada aspecto y quiere lograr almenos por una vez sorprenderlo, justo como lo hace él en cada momento de cada día llevándole un regalito desde lo más simple hasta lo más asombroso, nunca se presenta con las manos vacías. También ese día lo había sorprendido, recuerda que habían llegado a Gwangju hace una semana, todavía estaban arreglando el nuevo departamento, tenían que vaciar un montón de cajas, maletas y paquetes, por suerte su suegra y su cuñada se habían demostrados disponibles inmediatamente, estaba nervioso a la idea de conocerlas pero cuando HoSeok lo había llevado a casa de su madre se había sentido enseguida envuelto en una nube de amor, era como si lo conocieran desde siempre, lo habían acogido en sus familia sin reservas, ahora era su familia... la qué siempre había deseado. Habían registrado sus unión al ayuntamiento de la ciudad, Hobi había querido que fueran legalmente una familia sin perder otro tiempo, no había sido muy romántico pero para ellos estaba bien así, llevar el apellido de su mate lo hacía sentir al seguro, protegido y querido. Había sido un domingo de fin de agosto por la tarde cuándo a pesar de que estuvieran cansados para haber desempacado todo el día, su alfa por la tarde lo había arrastrado afuera.
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