*Prólogo* 🔞

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La oscuridad de esta habitación y el silencio cruél son fieles compañeros de sus días todos iguales, mientras el tiempo pasa lento y monótono. Lili apoya la cabeza en la pared suspirando resignada, se deja resbalar al suelo haciendo tintinear las cadenas en sus muñecas, afortunadamente son bastantes largas de darles cierta libertad de movimiento en este estrechó espacio y bien sabe porque en este momento las tiene puestas. Se lleva las manos al rostro, no llorará, no tiene más lágrimas que verter, en su alma solo hay aséptica desolación, ¿Qué ha sido de su vida?¿Dónde se fue la sonrísa contagiosa de aquella jovencita que creía en un futuro mejor?¿Dónde?


"Lili, mi niña, los monstruos existen cuídate de ellos" las palabras de su padre repican obsesivamente desde hace años en su cabeza pero ahora más que nunca esa eco no quiere abandonarla.
"Los monstruos existen... los monstruos existen."
El ruido metálico de la cerradura de la enorme puerta de acero la hace sobresaltar, las luces al neón se encienden anunciando que otra noche ha pasado y otro inútil día ha llegado, perezosamente la puerta se abre y un fuerte aroma de sandalia llega a sus narices haciéndole esbozar una sonrísa amargada, de repente se mete de pie como si pudiera huír y si no tuviera tan miedo reiría por su estupidez, los ojos color cafés se abren como platos frente la alta y átletica figura de su carcelero, sus ojos son dos abismos sin piedad, el pelo azabache desaliñado le otorga un aire más salvaje de lo habitual y solo viste un par de vaqueros rasgados. Sus trabajados pectorales desnudos son cubiertos por una ligera capa de sudor, los pies descalzos se mueven hacia ella con estudiada lentitud, sabe que quiere sentirla sumisa, sus labios se abren en una mueca socarrona cuándo la ve moverse a lo largo de la pared tratando de huír de él. Ella empieza a temblar, su aroma la está aturdiendo y si no logra resistirs a sus mismos impulsos sabe lo qué la espera, furiosa trata de rebelarse una vez más, tironea las cadenas como si quisiera romperlas. Cierra los ojos frustrada cuando prácticamente si lo halla encima, él tiende las manos a los lados de su cabeza encarcelándola y empotrandola a la pared con su cuerpo, abre de nuevo los ojos sintiendo un duro bulto contra su pubis cubierto por un ligero camisón de lino blanco. Su respiración entrecortada le roza los labios, impetuoso con la derecha le agarra el pelo de la nuca y la inmoviliza acercando la cara a la suya, aprieta los labios desafiándolo, no lo suplicará... demasiadas veces le ha dado la satisfacción de verla rogar para tener un poco de compasión, para ser escuchada, tampoco le dirige palabra, no hay ninguna entre ellos hace mucho tiempo, él había sido claro no quiere oír el sonido de su voz, además no sirven palabras por lo que se consume entre estas malditas paredes. En la habitacion hay un colchón tirado en un rincón con mantas, los espartanos servicios higiénicos son escondidos detrás una pequeña puerta y pocas cosas colecionadas en los años son custodiadas en un mueble con algunos cajones. De repente su nemesi le muerde la barbilla, despiadado baja a rozar la garganta y el cuello dejando rastros húmedos, se retiene sobre su hombro izquierdo, muchas veces su lengua roza esa zona, lo siente olerlo enloquecido, gruñe a regañadientes como si odiara la sensación que su aroma le proporciona, su frenesí aumenta de manera exponencial tratando de luchar por reprimir los temblores que están adueñándose de él, siente sus manos grandes y fuertes bajar sobre sus caderas, le levanta el camisón y en el trayecto sus uñas se clavan a fuego dejando huellas, nunca aparta la mirada de la suya... sabe que está luchando para resistír a su instinto, siempre lo hace, en fin gritando golpea muchas veces la pared cerca de su cabeza hiriéndose los nudillos, como si nada se lame las gotas de sangre y luego presumido la mira desafiándola a sustraerse a lo qué está a punto de ocurrír, baja de nuevo a lamerle el cuello hasta el escote del camisón, con un golpe seco lacera el tejido hasta abrirlo dejándola expuesta a su mirada famélica, su delicada piel es atravesada por escalofríos de extrañas sensaciones familiares que se anidan en la profundidad de su vientre, lo odia, lo odia por lo que le hace sentír a pesar de todo, por lo que no le permite olvidar... voraz roza sus pechos, los lame, los muerde posesivo mientras con la mano herida baja entre sus piernas sabiendo lo que le provoca su cercanía a pesar del odio que le profesa. No quiere que se de cuenta y aunque sus gestos son inutiles no puede quedarse quieta sin luchar, almenos tiene que saber que su parte consciente detesta cada uno de su toque, forcejeando trata de cerrar las piernas pero el monstruo es más fuerte que ella y sonriéndole pícaro logra vencerla fácilmente, jadea empezando a sentír esa familiar sensación de plenitud, frota sus puntos sensibles con auténtica maestría e inesperada dulzura, siempre se porta así volviendola loca. Sus ojos se plantan en los del hombre y entonces chilla toda su rabia, él ignorando sus protestas resbala con besos húmedos sobre su abdomen dejando marcas visibles hasta que ella no siente su respiración agitada contra su feminidad, las manos ahora suben de sus tobillos hasta sus muslos y luego van a agarrarle el trasero apretándolo fuerte, cada gesto es dictado por su necesidad fisiológica y por el deseo de castigarla, la primera vez que había sucedido se lo había dicho, le había dado la bienvenida al infierno y así había sido en los últimos tres años, no sabe como todavía no haya perdido el juicio. Su lengua como siempre cumple su mágia y mordiéndose el labio inferior trata de reprimir el gemido que sube de inmediato de su garganta, pero es todo inútil... lo siente sonreír contra su intimidad cuándo se percata de su excitación entonces sin piedad la devora con gusto haciéndole arquear la espalda. Ella trata de resistirse, con las manos le agarra el pelo y tira por alejarlo pero es como tratar de desplazar una roca, su respiración se corta y no puede dejar de jadear, esto basta por hacerle perder definitivamente la cordura, de chasquido se levanta y del bolsillo posterior de sus vaqueros saca una llave con la qué abre las cerraduras a sus muñecas liberándola de sus cadenas.

Como animal espantado corre a la puerta entreabierta, una escena que se repite en loop cada vez, él la alcanza agarrandola por detrás de su cintura y la levanta sin esfuerzo con una mano, como si fuera una débil ramita mientras con la otra sacude ...

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Como animal espantado corre a la puerta entreabierta, una escena que se repite en loop cada vez, él la alcanza agarrandola por detrás de su cintura y la levanta sin esfuerzo con una mano, como si fuera una débil ramita mientras con la otra sacude violentemente la puerta cerrándola, su nariz frota su nuca, con la mano libre le aparta el pelo para tener un mejor acceso a esa zona sensible, lo oye jadear más fuerte cuándo pone los labios sobre esa maldita marca.... su marca... que si solo pudiera se rasgaría con las uñas, no que no lo haya intentado antes y casi le ha costado la vida, luego se mueve y la deja caer sin ceremonias sobre el colchón, no tiene el tiempo de moverse que se lo halla encima, trata de alejarlo poniendo sus manos sobre su pecho, su piel es como lava hirviente, sus ojos parecen dos pozos dorados sin pupila inyectados de sangre, enfurecida le hunde las uñas a la altura del corazón, un corazón que no tiene más, espera así arrancarle un aullido de dolor pero ni siquiera hace una mueca en esos rasgos perfectos, rasgos que un tiempo la habían hechizado esclavizandola y tal vez sigan haciéndolo aunque no quiera admitirlo a si misma. él patan se ríe de sus esfuerzos mientras la inmoviliza llevándole los brazos sobre la cabeza y por instantes jadea mezclando sus respiraciones, la mira extraviándose en las profundidades de sus inebriantes ojos color cafés, se muerde el labio inferior haciéndolo sangrar prisionero de una tensión y una lucha interior inhumana, solamente son instantes antes de volver el ser cruel que siempre ha sido, con lujuria pega la boca a la suya, la mueve buscando abrirse paso, ella trata de cerrarla aún más pero él la somete enseguida saboreandola, siente el sabor metálico de la sangre mezclarse a su saliva, parece como una poción embrujada porque empienza a sentir esa languidez que en minutos le hará perder cada vislumbre de voluntad. ¿Cómo puede estár ocurriendo? Sabe que esta tortura durará días hasta que él no habrá descargado la furia de su celo con ella por luego olvidarse de su existencia por meses... y de hecho, a pesar de todo lo que ha pasado entre ellos, no sabe lo que más le duele.

"Lili, mi niña, los monstruos existen, los monstruos existen... los monstruos existen" la voz de su padre retumba profética en su mente y lo último en que piensa antes de cerrar los ojos y rendirse totalmente es perdoname papá es verdad, los monstruos existen... y desdichadamente yo me  enamoré de uno de ellos.

 y desdichadamente yo me  enamoré de uno de ellos

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Blood (J.J.K. - L.M. +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora