Capítulo 2

24.7K 1.8K 293
                                    

La mañana era caótica en la cocina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La mañana era caótica en la cocina. Maximiliano no paraba de correr buscando su mochila mientras su padre preparaba el desayuno ordenándole que se calmara. Aún no le había dicho que irían a una consulta con un psicólogo y lo peor era que no sabía cómo explicárselo para que lo entendiera.

—Max, termina tu desayuno, por favor —espetó dejando su taza con leche sobre la mesa.

—¿Dónde está mi oso? —reclamó seriamente.

—Lo he guardado, por unos días lo dejaremos donde está.

—¡Pero, papá! —refutó tirando su cabeza hacia atrás en un berrinche. De pronto sus ojos comenzaron a aguarse, bien sabía César lo que vendría ahora.

—Tienes que hacerme caso, has peleado con tus amigos por tu oso —le explicó mientras untaba la mermelada sobre las tostadas, enseguida lo escuchó suspirar y empezar a separar sus cereales.

—No son mis amigos —negó —. Quiero ir con la abuela.

Siempre que terminaba por rezongarlo hacía el mismo pedido buscando protección. César continuó con su labor ignoró su tono prepotente.

—Hoy iremos a otro lugar después de la escuela —contó bebiendo su café.

—¿A buscar helado?

—No, Max. Iremos a hablar con alguien.

—¿Quién es alguien? —frunció su nariz.

—Una persona que quiere conocerte.

Tan pronto como soltó aquello le pareció una tontería, ni siquiera entabló una cita con ningún psicólogo de aquel centro que le recomendó Dominic.

—¡Quiero ir ahora! —insistió en el nivel máximo de su curiosidad.

—Luego de la escuela, ya lo he dicho.



🌷🌷🌷


—Señor De la Torre tenemos el día bastante cargado.

Analía llegó a su lado mientras se dirigía a su oficina.

—Hoy tengo que salir antes, vuelve a organizar las últimas tareas con Dominic y Antonio —indicó dejando su maletín sobre su escritorio. El sol parecía quemar el enorme ventanal de su despacho.

Tanto Antonio como Laura eran los únicos abogados elite después de Dominic, y los únicos que podían dirigir los casos cuando él no podía supervisarlos.

—Muy bien, ahora tiene una cita con uno de los representantes de los Martinelli sobre el caso del Senador —contó mirando su Tablet.

—Hazlo pasar —indicó preparándose para soportar las insolencias de su competencia.

Pasada la mañana entre debates, y en el momento que llegó la hora de ir a buscar a Max, dejó claras indicaciones a Fernando, y a Dominic cuando fue a buscarlo a su oficina.

Corazón egoísta © (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora