Capítulo 7

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—Acabo de leer tu mensaje ¿Qué ocurre? —preguntó Tobías ingresando a su oficina

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—Acabo de leer tu mensaje ¿Qué ocurre? —preguntó Tobías ingresando a su oficina.

Sarah se cubrió el rostro cargado de vergüenza por lo que estaba a punto de contarle. Su amigo se lo advirtió y ella creyó que todo estaba bajo control, pero cuando se trataba de César las cosas quedaban a medias.

—Por favor no digas nada hasta que termine —pidió alisando su falda negra.

—¿Qué has hecho? —se mofó de su rostro que reflejaba un poco de temor.

La joven caminó hacia la puerta apoyando su cuerpo y soltó un suspiro antes de comenzar.

—Ayer fui a la casa de Maximiliano De la Torre, por el vivero —dijo con su vista sobre sus tacones —. Su padre llegó y comenzó a recriminarme sobre mi relación con Murat, según él estaba en ese evento acompañándolo. Le respondí con la verdad...que estaba contigo y luego me fui, pero...—Apretó sus labios con sus mejillas encendidas.

—Y ¿qué? ¡Habla! —chilló con desesperación.

—Me besó —confesó ganándose un grito por parte de Tobías —. No en los labios, pero si no me apartaba a tiempo lo hubiese hecho. No me digas te lo dije —pidió juntando sus manos.

—Ay, Sari.

—Necesito pedirte que atiendas hoy a Maximiliano, no sé si pueda enfrentar esta situación tan incómoda —exclamó pasando su mano sobre su cabello con desespero.

—No creo que le agrade mucho, terminará con mi vida si no te ve a ti en la puerta del centro.

—¡Por favor! Solo será por hoy.

—Sabes que te quiero Sari, pero no es una buena idea. —Frunció sus labios —. Lo mejor es que le pongas pecho a esto y evites mirarlo a los ojos, sé lo más cortante y profesional que puedas.

Peinó sus mechones hacia atrás preocupada, meditando sus opciones. Si, no era profesional el hecho de querer cancelar su consulta, pero ya le había avisado que cambiaría a Max con una de sus compañeras, por lo que no jugaba sucio.

Pero ¿Y a Max? ¿Qué iba a decir ese niño si lo ponía de sopetón con otro psicólogo, alguien más que no entendiera su hobby? No podía pagar los platos rotos de dos adultos que parecían adolescentes con las hormonas por la cabeza.

—No puedo cruzar estos límites, jamás lo hice y no tengo motivo ¿Qué dirá la directora? —balbuceó con pesar.

—Primero tranquilízate que no ha pasado nada que no pueda resolverse —se acercó sujetándola de sus hombros —. Ha sido un impulso suyo porque ha perdido a su esposa, está confundido y supongo que tiene que ver por la forma en la que tratas a su hijo y la respuesta que tienes del niño —explicó con calma. Sarah asintió estando de acuerdo —. Un impulso de tu parte también porque te sientes atraída por lo que desprende ese hombre. No debes culparte, a cualquier mujer le pasaría lo mismo, ya has visto las miradas en el centro cada vez que aparece.

Corazón egoísta © (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora