Capítulo 5

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El fin de semana llegó y con ello el domingo en familia

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El fin de semana llegó y con ello el domingo en familia.

Por la mañana trató de hacer las cosas más rápido de lo habitual, tenía que pasar por la casa de sus padres y almorzar con ellos, pero la suya era un completo desorden.

Decidió con veintidós años mudarse a una pequeña y cómoda casa fuera del bullicio de la ciudad, a la cual llegaba en diez minutos conduciendo. Disfrutaba de estar apartada de tanto tumulto de gente y tener tiempo a solas, tampoco tenía muchos amigos, únicamente a Tobías que se convirtió en su fiel compañero desde que ingresó al centro Savans.

En casa de sus padres la recibieron de brazos abiertos, iría su hermano a almorzar junto con su esposa, y querían tener a la familia completa.

—Ay cariño, me alegra tanto tenerte aquí —saludo su madre abrazándola.

—Gracias mamá, trato de venir siempre que pueda —besó su mejilla.

—Tu padre está en la parrilla, ya sabes que si no la prende no es un buen día —bromeó robándole una risa —. Vendrán tus tíos también, al parecer David tiene una noticia que darnos —contó hablando de su hermano.

Sarah asintió sabiendo que la jornada sería larga, cargada de risas y anécdotas. Su familia era tan grande que por momentos la ayudaba a desconectarse de su trabajo, sobre todo de lo que venían siendo esos últimos días.

En el patio trasero una mesa larga y varias carcajadas le dieron la bienvenida. Sus primos pequeños corrían por todo el jardín y su padre hablaba animadamente con sus tíos. Era una imagen que atesorar.

—¡Sarah! Que hermosa estás.

—Gracias tía —sonrió sincera mientras se encargaba de saludar a todos —. ¿Dónde está David?

—Adentro, ya viene —comentó su tía.

—Hola papá —se acercó. Él la abrazó enseguida.

—Hija mía, te hemos extrañado —confesó besando su cabeza —. ¿Tobías no ha venido contigo?

—No, tenía mucho trabajo que adelantar y ad—

—¡Pero bueno! Todavía no tienen que festejar —la voz de David los interrumpió enseguida —. Sarah que temprano has venido —la estrechó entre sus brazos.

—¿Puedes decirlo de una vez?

—Mamá ya está cuchicheando con los tíos ¿cierto? —curioseó contra su oído.

—Se comerá los dedos si no das la noticia —bromeó sintiendo su pecho vibrar ante la risa.

—Muy bien —carraspeó un poco nervioso y sujetando la mano de su mujer —. ¡Antes de que mamá termine por tirarse del balcón diré la noticia de que seremos padres! —gritó abrazando a Dalia.

Inmediatamente las caras de asombro y alegría acompañaron el almuerzo. Su madre lloraba sin parar emocionada por ser abuela por primera vez y su padre intentaba no imitarla.

Corazón egoísta © (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora