Capítulo 12

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—Faltan las semillas

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—Faltan las semillas.

—No, esas te las darán en el centro.

—Pero yo quiero las mías. Ya las conozco y sé cómo plantarlas.

—Max, solo tienes que llevar tus herramientas de jardinería. Las semillas y la tierra te las darán en el centro —explicó frente a la puerta de su auto impidiendo que se bajara —. Estamos llegando tarde.

—Pero Sarah siempre me espera.

—Lo sé —suspiró ante esa manía de responderle todo —. Pero no es educado hacerla perder su tiempo. Es su trabajo.

—Solo me tiene que atender a mí.

—Max —advirtió con seriedad.

Su hijo miró hacia el techo sin prestarle atención. Dos bolsos a su lado llevaban todas sus herramientas para la jornada de jardinería en el centro. Ya de por si haber juntado todo aquello fue un caos, mientras él sostenía una pala su hijo quería otra. Terminó tornándose una discusión que no tuvo más remedio que resignarse y llevarlo todo.

La tierra en su saco fue la gota que rebasó el vaso. Estaba llegando al trabajo e incluso a la consulta de Maximiliano, que era lo mas importante.

—No tienes tierra, papá.

—Si...no estaría tan seguro —renegó limpiando sus brazos —. Cierro la puerta ¿bien?

Max alzó sus hombros con obviedad.

Era claro que no estaba del todo contento con no llevar sus semillas.

—¿Qué tal te ha ido en casa de tu abuela Irene? —preguntó ya sobre la carretera.

—Aburrido —respondió husmeando los bolsos.

—Max, por favor deja los bolsos como están —pidió mirándolo por el retrovisor —. ¿Por qué dices que fue aburrido?

—Porque estaban las vecinas jugando cartas y no me dejaron jugar con ellas.

César alzó sus cejas atentó al transito de esa mañana. Si, no le resultaba ninguna novedad la clase de diversión que tenía su ex suegra.

—El abuelo tampoco quería que estuviese con las herramientas.

—¿Y los hijos de la vecina estaban ahí? ¿Has podido jugar con ellos?

Max no respondió y comenzó a jugar con el oso panda sobre su regazo. Hasta ahí llegaba esa conversación, hasta ahí su hijo seguiría el hilo de lo que él preguntaba para volver a cerrarse en su mundo.

César conectó la llamada entrante a la pantalla de su auto.

"Sarah Anderson"

Sus manos temblaron sobre el volante antes de que se decidiera por responder.

Corazón egoísta © (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora