Corría el año de 1980 en un pequeño pueblo de Japón, de esos que parecen casi olvidados por el tiempo, los últimos 3 clanes ninja que quedaban en pie luchaban entre sí por el poder del territorio, un brutal atentado contra el clan ninja más prometed...
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Esas fueron las últimas palabras del viejo ninja. Beckett cegado por la furia, decidió cargar con los cuerpos de quienes habían sido sus maestros, y se retiró a las afueras de la aldea donde encontró una pequeña choza en la que se resguardó para pasar la noche.
—Lucharon honorablemente maestros, lo único que puedo hacer por ustedes es darles un entierro digno —decía el joven ninja, mientras comenzaba a cavar un hueco justo a un lado de la choza donde se resguardó.
—Les prometo que su muerte no quedará impune, liberaré este lugar del control del clan Indura y volveré victorioso —sentenció con firmeza en su voz.
El joven cargó los cuerpos de sus maestros y los acostó en los huecos para comenzar a sepultarlos.
El joven ninja entre lágrimas de verdadero dolor, sollozaba.
—No solamente estoy enterrando a mis maestros, si no a quienes estuvieron con migo prácticamente toda mi vida...
Sus lágrimas caían por sus mejillas hasta llegar a la tierra seca, donde estuvo de rodillas desde el amanecer del día hasta caer la noche, fue en ese momento, que se puso de pie.
—Vengaré su muerte, espero que estén orgullosos de lo que hicieron conmigo. Cada gota de sangre que derrame mi katana será un tributo para su alma —sentenció sin temor.
En ese momento el ninja lentamente sujetó las armas de sus maestros, decidido a terminar con la misión. Arribó nuevamente a la aldea, que parecía estar abandonada. Las pocas personas que vivían ahí, estaban dentro de su casa por temor a que los ninjas malvados tomen represalias contra su vida.
El joven ninja se limitaba a solo observar el patrullaje que se hacía en la zona y vigilaba a quienes daban las órdenes, él sabía que alguien debía estar a cargo.
Sigilosamente seguía a unos ninjas mientras permanecía en el resguardo de la oscuridad, y en total silencio les quitaba la vida a cada uno de ellos, sin que los demás se dieran cuenta.
No fue hasta que solamente quedó el líder del equipo, que Beckett se hizo presente ante él. Sus ojos inyectados de sangre, lograban reflejar el miedo del ninja que intentó atacarlo.
—Sé que tú eres el que está a cargo de este equipo, quiero que me digas quién es tu líder, si lo dices, te perdonaré la vida.Debo decir que me siento algo generoso el día de hoy —dijo sutilmente el joven.
—De mi boca no saldrá palabra alguna, sé muy bien quién eres y el por qué estás aquí, no hablaré a si que puedes quitarme la vida —exclamó el viejo ninja, que rápidamente sujetó su katana e intenta atacar el cuerpo del joven.
