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Ya habían pasado 4 días.

Uno en el que volvió del bosque,dos en los que continuó su creación.

Tres en los que perdió al menos dos piezas mientras trabajaba.

¿Y el número cuatro?, donde estaba. Tras colocar una manta sobre unos hombros falsos.

Paralizado, cara a cara con su obra maestra,tocando cada pedazo de cerámica en el hermoso rostro que logro hacer con sus propias manos.

Deslizando sus dedos por aquel cuello firme, hombros duros y delgados,y aquellas,finas manos que tanto soñó...

Empezó a producir pequeñas risas,en su locura,hasta llegar a fuertes carcajadas.

¡lo había logrado!,¡había alcanzado la perfección de sus ideales!

Se sentía aliviado, con un peso menos en los hombros y con un gran orgullo naciendo desde su pecho.

Detuvo sus carcajadas de a poco,mientras su mirada grisacea se apoyaba en el techo de madera y su estructura.

Estaba agotado, apenas si podía ver bien aquel punto perdido hacia donde dirigía su vista.

Dejo salir todo el aire que contenía, relajado, sintiéndose completamente extasiado ante su propio logro.

Debajo de sus ojos habían ojeras, su cabello era un desastre de pequeñas hileras revoltosas que llegaban a cubrir sus ojos amargos.

Sus dedos se hallaban enrojecidos y totalmente entumecidos ante tanto trabajo, mientras que su corazón latía como si no estuviera al borde del desmayó.

Bajo la mirada del techo, para posarla sobre su propio cuello y aquel peculiar collar que llevaba con el.

Acarició el hilo despacio, sin llegar a tocar el pendiente en este nisiquiera con un roce suave.

Determinado, lo deslizo hacia arriba y lo saco de allí, teniéndolo ahora entre sus manos admirando un brillo opaco que salía de él. Sus mejillas enrojecieron ligeramente , mientras movía los labios  secos en un murmullo.

No tardó en ver su creación, acercando a esta aquel colgante despacio, tambaleante, y con una visión altamente borrosa abrumandole.

Bien se felicito a si mismo tras lograr colocar el collar en el cuello de su hermosa creación.

Suspiro, mientras su nariz respingona y enrojecida se arrugaba un poco.

Llevo sus manos hasta las mejillas porcelamicas, acariciandolas suavemente una vez más.

Su obra de arte...tenía que nombrarle...¿verdad?

Titubeó cabeceando un poco, mientras sus párpados luchaban por no reposar y llevarle a un sueño profundo que en realidad si querían tener.

Abrió levemente sus labios partidos, mientras sus manos decendian tomando las del muñeco frente a él.

— Jo...seph... — pronunció en murmullos lejanos, mientras su cuerpo finalmente colapsaba ante el exceso de trabajo. Cayendo hacia delante para posar su frente en el pecho de madera, descansando.

Si tan sólo hubiera visto el despertar de su creación.

El muñeco se movió, estremeciendo toda la estructura hecha a mano con ligereza mientras el colgante brillaba en un profundo azul. Los dedos delgados,fríos y duros apretaban ligeramente los del artesano, mientras los finos párpados se abrían dejando ver un hermoso color azul.

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pяımєя sєňţımıєňԀo. Éxtasis.

Miro a su alrededor, examinando todo lo que veía por un momento, maravillado aunque no sabía del sentimiento, de estar abriendo los ojos por primera vez.

Sus perlados azules reposaron sobre algo suave y cálido que se posaba contra su pecho, encontrando allí a algo moviéndose con lentitud, mientras se apoyaba completamente sobre él.

Movió sus manos, sintiendo, y maravillándose ante ello, pues en estas tomaba dos iguales y a la vez no,más grandes, más suaves, rasposas y cálidas.

Jugo con una de estas manos, midiendo el tamaño de esta contra una de las suyas, maravillándose cada vez más hasta enrojecer sus mejillas en un suave ardor de la maquinaría en su interior.

Miro alrededor de lo que reconoció como un igual, sólo para tomarle como un superior tras ver múltiples hojas de papel con estructuras parecidas a las de su propio cuerpo, el cual apenas si alcanzaba a ver.

Era esa criatura contra su pecho...¿su creador?

Sintió algo cálido dentro de él, mientras sus párpados duros se cerraban un poco ante ello.

Dejo reposar las manos del ajeno sobre sus piernas, acomodándolo tanto como podía al no entender como siquiera se podía mover.

Miro la manta sobre sus hombros, y no dudo en tomarla para colocarla sobre los ajenos con delicadeza.

A su memoria, empezaban a encontrarse los recuerdos de mientras era creado, cada expresión del inventor y cada charla a solas, creyendo no ser escuchado.

No podía entender como ahora se movía, u como ahora podía tocarle.

Pero se sentía realmente cálido el saber que podía estar cerca de su inventor.

Tras dejarlo cómodo, decidió quedarse quieto, como si no hubiera despertado en ningún momento.

Pues, a la puerta se avecinó un encapuchado de verde alto,que traía a su mano una hacha de leñador.

— ¿Carl?,¿estas aquí? — le vio caminar hacia ellos, notando que este no se daba cuenta de que le seguía con la mirada — Aesop —el intruso se atrevió a tocar el hombro de su inventor, y a sacudirlo descaradamente — ¿Aesop?... — el tono del leñador había cambiado, mientras ahora su enorme mano intrusa viajaba a la frente de su creador — ¡santo cielo!,¡estas ardiendo! — el ajeno no tardo en arrebatarle de sus manos al artesano, dejándole un espacio triste y frío. Y un espesor amargo en su interior.

Vio como el leñador cargaba entre sus brazos al inventor, para luego mirarle con  una mueca extraña que no entendía en lo absoluto.

Se alejo, llevándose con él a su querido creador hasta que no pudo verlos más.

Entonces, estando en soledad, todo su cuerpo se estremeció, mientras se encojia sobre si mismo con lagrimales deslizándose por sus mejillas.

sєɢuňԀo sєňţımıєňţo.

Impotencia

քօʀċɛʟaɨռ °•ıԀєňţıţʏ ν•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora