No desvió la mirada de su lectura. Estaba sentado en el suelo, recargado contra muro de la entrada del instituto con un libro de ciencia ficción entre las manos. Como su padre tenía gafas que hacían difícil ver la mirada caída que tenía, y que ocultaba con un cabello difícil de controlar.
Miró su reloj. Era poco habitual ver a nadie en el patio quince minutos antes de la hora entrada o por lo menos no era habitual ver a un chico bastante peculiar andar de manera nerviosa en dirección del baño de la parte trasera del insti.
No giró la cabeza como una lechuza o alguien que no entendía qué ocurría y con una agilidad, y sin ayuda de sus manos, se puso de pie. Su curiosidad innata lo hizo guardar su libro mientras caminaba en la misma dirección, los chicos nerviosos le llamaban en extremo la atención. Claro que no sabía qué tan peculiar resultaría el chico con quien se encontraría, hasta que abrió la puerta y vio que ese chico tenía liado el pecho con vendas.
Aquel chico estaba teniendo un problema con el sujetador deportivo y las vendas y estaba intentado arreglarlo. Pero se detuvo abruptamente y su rostro mostró un terrible miedo que lo hizo cubrirse de inmediato con sus manos y coger sus cosas.
—No, espera. Tranquilo... —poniendo sus manos al frente para mostrar que no le haría nada. Dio un par de pasos hacia atrás y volvió a la puerta para cerrarla, acción que hizo que ese chico se tensara más.
—Tranquilo. Estás a salvo —aseguró viendo que bajaba la guardia y retrocedía hasta sus cosas, que había puesto en el lavabo. No se movió un poco.
—¿Necesitas ayuda? —volvió No a insistir, a ver si reaccionaba.
—Yo... estaba intentando arreglarme... esto y... no sé, me he liado. Mi madre me ayudó pero... no me siento cómoda... cómodo.
No se acercó despacio y miró el problema. Había varias partes de la venda torcidos que rozaban con las costuras del sujetador.
—Ya —dijo viendo la situación. —Yo sugeriría que lo pusieras por encima. Así aplana un poco mejor. ¿Puedo?
Aquel chico asintió y dejó expuesto el vendaje. Deshizo un par de vueltas y volvió a apretarlas, esta vez un poco más fuertes de lo que la madre de ese chico nervioso había hecho. Por fortuna no tenía pechos grandes como había visto a algunas de sus compañeras, que comenzaban a tener ese problema.
—¿Has venido así? —preguntó No con cierta ternura luego de ver cómo iba vestido el chico: una playera blanca metida en los pitillos vaqueros con Converse azules. Una silueta bastante favorecedora para los chicos delgados y alargados.
—Lo sabía —dijo a modo de disgusto —. He venido con... otras opciones...
No miró que llevaba dos playeras más.
—Darás mejor el pego con esta. El negro siempre es una apuesta segura y más con guns and roses.
El chico sonrió. Había sido su primera opción pero a su madre no le había convencido.
—Por cierto, soy Pau —dijo poniéndosela y sintiendo la diferencia en sus pechos y mucho más ligero.
Tenía una cara redonda, con mejillas altas y rosadas. Su rostro en general parecía el de una hada o duendecillo ya que sus orejas eran alargadas tenían una curvatura amplia en la parte superior.
—No —respondió acomodando el bajo del pantalón de Pau quien tenía unas piernas largas.
—¿Qué?
—Soy No.
—¿No? ¿Qué clase de nombre es ese?
—Uno muy vergonzoso: Alejandrino.
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Glowing in the dark
Cerita PendekMuchos imaginan que el amor es esa chispa que llena de felicidad y alegría su vida. Pero también puede ser aquello que ponga todo del revés. Puede surgir en el momento menos indicado, con la persona incorrecta. Pero aún así florece; de una forma pa...