Tres Caballeros

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Tema: The Three Caballeros

O una introspección de Della sobre Donald y sus amigos.

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Della siempre se había preocupado por su hermano gemelo. Desde que tienen memoria y uso de razón, al rubio se le complica mucho el hacer amigos y convivir con la gente en general, incluso con familiares. Ella lo sabe muy bien.

El temperamento explosivo que le caracterizó desde pequeño y la terrible incapacidad que el chico sufría en el ámbito de habla hacía que la comunicación óptima fuera casi inexistente con él. La joven sigue recordando con cierto enojo la forma en que su hermano fue sujeto de burla a lo largo de su educación básica, lo cual no ayudó en absoluto la actitud y el temperamento del otro.

Fue así como se formó un Donald cada vez más serio y de mecha corta. Dios, Della se sigue estremeciendo con sólo pensar en la fase Grunge del chico de nuevo. La fase emo-punk prefiere clasificarla como "NOPE. Nuh uh." en su mente.

Supone que todas estas experiencias negativas de las que fue testigo y juez son las que la hicieron tan cautelosa y reticente ante la presencia de dos torbellinos como lo son José Carioca y Panchito Pistoles cerca de su gemelo.

El día que Donald le presentó a sus dos amigos, y compañeros de cuarto, Della no alcanzó a decir nada cuando ambos jóvenes se presentaron entusiasmadamente.

̶ ¡Vaya! ¡Es todo un gusto conocerte al fin! Donald siempre habla de ti en gran estima.

̶ Donald habla tanto de usted que ya siento que la conozco. Mi nombre es José y es todo un placer saludarla.

Decir que dichas presentaciones la dejaron un poco destanteada es poco. La naturaleza extrovertida y coqueta de ambos chicos le desacomodaron la usual mirada inquisitiva y palabras juiciosas. Della no sabía de dónde habían salido este par de chicos, aparentemente normales, que a los pocos minutos ya tenían a su hermano ensimismado en unas ideas tan joviales como trastornadas. Pero lo que más la dejó en ascuas fue el hecho de que Donald parecía estar a bordo de todo lo que los otros dos decían, portando una enorme sonrisa en el rostro y un brillo en los ojos que Della no había visto más que en alguna de sus propias aventuras.

Tras esa primera interacción hubo muchas más, y en todas, la chica no cabía de asombro. Cada vez que tenía la intención de enfrentar a los jóvenes en caso de que esto sólo estuvieran tomándole el pelo a su hermano, descubría algo completamente nuevo que la volvía a dejar sorprendida. Como cuando se dio cuenta que la admiración de los chicos por su hermano era digna de un culto, o cuando descubrió que no tenían problema alguno con el habla de Donald, o cuando los descubrió cantando de buena gana sin ningún comentario despectivo hacia el rubio.

Definitivamente la habían sorprendido y le habían dado una razón menos de que preocuparse. Sobre todo porque los latinos se hicieron expertos en el arte de esfumar los brotes de enojo en su hermano en tiempo record. Con ellos cerca, los incidentes de Donald fueron disminuyendo y su actitud mejoró millones.

̶ ¡Agh! ¡Dejen de moverse!

La voz rasposa de su hermano la sacó de sus cavilaciones y regresó la vista hacía la hamaca en la que se encontraban los objetos de ellas.

Los tres hombres se encontraban sobre la tela blanca de la hamaca que Panchito le regalara a Donald en la universidad. El rubio estaba acostado entre los latinos, quienes estaban sentados y balanceando las piernas fuera de la tela creando un suave vaivén, cada uno tenía una pistola de agua en las manos.

̶ ¡Nos vamos a caer!

̶ Nah, compadre, si esta hamaca es de la mejor calidad.

̶ Además, no queremos que te duermas, los meninos pueden emboscarnos en cualquier momento.

̶ ¡Exacto! ¡Necesitamos estar alerta o perderemos el juego!

Della río para sus adentros, ahogando las quejas de Donald acerca de las vacaciones y el derecho a descansar.

Sin embargo, no le sorprendió en absoluto cuando los pequeños salieron de todas partes con gritos de guerra y comenzaron a atacar a los mayores, quienes inmediatamente contraatacaron con sus propias armas, gritos y carcajadas.

Los latinos estaban de visita, y eso permitía que Donald, normalmente un tío sobreprotector y cansado, tuviera energía y ánimo de sobra para consentir de más a sus sobrinos y a Rosita.

Viendo la batallacampal frente a sus ojos, con risas y gritos de alegría como fondo musical,Della no podía estar más agradecida por los fuertes lazos de amistad que elrubio había forjado con sus caballeros.

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Estoy satisfecha con lo que hice.

Como siempre, les agradezco su lectura y los exhorto a que me dejen comentarios, opiniones o correciones.

Stay Safe!

The Three Caballeros Covid-19 FestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora