Día 23. Pijamada.

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Ya me hice un promesa y hasta me puse una alarma para que no se me olvide.

Les dejo otra parte de esta colección de pequeñas historias y one-shots.

NOTAS IMPORTANTES: En este shot no hay una pareja en particular, pero de nuevo les recuerdo que las interpretaciones que el lector le de a la lectura son tan válidas como la idea del autor al crear la obra. (Además, ya saben que no le hago el feo a ningún ship... a menos que tenga un problema enorme con ellos o sea problemático)

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 ̶ ¡MALDIIIIIIIIIIIIIIITO CORAZOOOOOOOOOOOOOOON!

El grito del mexicano resonó por toda la casa y probablemente por varios kilómetros a la redonda, ahogando el sonido del instrumental que le acompañaba.

Sentados en el sillón, unos pasos detrás del susodicho, Zé y Donald lograron tapar sus oídos a tiempo sin estropear las mascarillas caseras y menjurjes que se habían aplicado en el rostro hacía unas horas. José agradeció estar en la hacienda Quintero, en uno de los "jacales" que se encontraban más cercanos al sembradío que a la casa principal, permitiendo que el moreno se explayara con los portentos que eran sus cuerdas bocales y pulmones.

̶ Debimos decirle "no escojas tequila"

̶ Oh, Don, deja que lo saque todo, sólo será esta vez.

̶ ¡AAAAAAAAAAAAAAIIIIHAAAAHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Las noches de pijamada habían nacido como una broma durante la universidad, cuando Della los echó a patadas de su dormitorio con exclamaciones de "It's girls night, you dummies!! I told you not to come!!!", así que decidieron hacer burla a esa costumbre tan "femenina".

Jamás esperaron que fueran tan relajantes y divertidas. Así que no podían culparse al convertirlo en una tradición que hacían, por lo menos, una vez al mes. Al final se convirtió en una noche que esperaban con ansias, sobre todo durante temporada de finales, cuando todos necesitaban un poco de tiempo relax.

Esta tradición continuó incluso después de salir de la universidad. A veces no lograban hacerla cada mes, pero trataban de reunirse por lo menos unos días al año para apiñar su noche de pijamada en alguno de esos días.

Este año lograron sincronizar sus agendas para poder tener una visita de tres días a México. Y obviamente que no dejarían su pijamada en el olvido.

Donald consiguió varias películas y José se encargó de llevar varios productos de belleza para la piel y el rostro que se encontraba en sus viajes. Panchito, por su parte, puso todo lo demás, por ser el anfitrión.

Así se dispusieron a iniciar con su pijamada. Hicieron snacks, se pusieron al corriente en todos los aspectos posibles, e incluso lograron hacerse una pedicura casera. Para cuando Donald puso la tercera película de la noche, el mexicano vio pertinente sacar las botellas de licor con las que cerrarían la noche.

Y la habrían cerrado de no ser porque la tercera película que el estadounidense llevó fue La La Land. Película que sólo Panchito seguía sin ver.

Viendo que era un musical, a Francisco se le ocurrió la gran idea de jugar a beber. Así que tomarían cada vez que la gente cantaba/bailaba de la nada y alguien tocara un instrumento. Donald y José agregaron el tomar cada vez que alguien decía "Mia", "Jazz", cuando se escuchara un claxon y cuando los protagónicos se toparan accidentalmente.

Como siempre, el mexicano escogió tequila, mientras los otros dos, sabiendo a lo que se habían metido, escogieron vino y cerveza normal.

Todo era juego y diversión, con un mexicano cada vez más suelto. Todo era gracioso y divertido, hasta que Francisco comenzó a comprometerse de verdad con la trama al mismo tiempo que tanto tequila le hacía efecto.

Y las señales estuvieron ahí todo el tiempo. Primero, el ruido que siempre parecía seguir al moreno fue disminuyendo poco a poco hasta que se silenció. Después comenzaron las exclamaciones ahogadas de emociones que la película le sacaba, luego los murmullos medio acallados por las manos del músico, una letanía suave de "no, no, no"s y "vamos". Por último, algo que los otros dos no esperaban del todo, pero que de verdad tuvieron que prevenir viendo las señales; El Grito.

̶ Espera ¡¿Qué?! ¿No están juntos?

La cara de incredulidad que les lanzó a sus compañeros no tenía precio. Ante los hombros levantados de sus amigos, el moreno se tomó de un solo trago el vaso de tequila medio lleno que todavía le quedaba.

̶ Oh, no ¡No, no, no, no!

Tomó un cojín y lo abrazó a su regazo con fuerza mientras se acercaba más a la pantalla con ojos enormes, mientras el protagonista se sienta frente al piano y comienza a tocar.

̶ A la mierda, todo esto. Necesito alcohol.

Ante las primeras notas, toma la botella a medias y bebe directamente de la boquilla. Cuando comienza el último ensamble nadie toma. Francisco enfrascado en lo que ve en la pantalla con un gesto cada vez más miserable, los otros observando al tercero, preguntándose qué tan buena idea fue beber alcohol con esta película.

̶ NOOOOOO ¡¿Por qué nos hacen esto?! ¡¡¡¡¡¡Un balazo en el fémur duele menos, cabrooooooooon!!!!

Y cuando la última nota jamás suena en el piano. Bueno, Francisco vuelve a tomar de la botella en sus manos, para después voltearse a sus mejores amigos con una mirada que bordea entre el enojo y la tristeza.

̶ ¿Por qué?

Los otros sólo lo miran sin saber qué hacer o qué decir. No saben qué es exactamente lo que está preguntando el moreno.

̶ ¡¿Por qué?!

La pregunta sale más como un quejido que como un reclamo, pero aun así, Donald levanta las manos en señal de inocencia.

̶ ¡¿Por qué no se quedaron juntos?!

̶ Meu amigo, no siempre se termina con quien uno quiere

̶ ¡Pero estaban hechos el uno para el otro!

̶ Sus caminos eran distintos

̶ ¡¿Qué estar enamorado no es suficiente, José?!

Donald decidió quedarse callado, José era mucho mejor que él para calmar al mexicano, e intentó, retirar la botella de tequila de las manos del moreno sólo para recibir un manotazo.

̶ Noooo. Esta botella es lo único que me tiene en pie en estos momentos...

̶ Francisco, estas sentado en un sofá

̶ Y no me la quitarás.

Tras la cuasi mirada asesina de Panchito, Donald decidió ser el que limpiara la sala, mientras José seguía alegando y tratando de ofrecer condolencias.

Cuando dejó el lugar en un estado más decente y la cocina limpia, regresó al sofá y se encontró con un mexicano que seguía teniendo botella en mano y un micrófono conectado a las bocinas encendidas.

Se sentó en el sillón y le lanzó a José una mirada de confusión. ¿Qué estaba pasando?

̶ "Está triste y tiene que purgar su tristeza" palabras de él, no mías.

Segundos después de que José habló, salieron las notas de un mariachi retumbando por todo el lugar.

̶ Pinche director, culo, que no dejó que se quedaran juntos... ojete.

Y después, la voz armoniosa del charro dolido, no por sus mal amores pero por los de otros, comenzó a cantar.

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Espero les haya gustado tanto como yo al escribirlo. Gracias por leer.

Oh, y les recuerdo que las correcciones, votos y comentarios son más que bienvenidos :) <3

The Three Caballeros Covid-19 FestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora