Capítulo IV

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— ¡Sargento! ¡Sargento Dust! — Yin la seguía por los pasillos con su arma en manos en caso de encontrarse con la criatura. — Sargento ¿dónde está? —

Dust salió de un pasillo, encontrándose con él.

— Yin.

— Sargento ¿Está bien?

— Sí, sí. Estoy bien. Lo perdí, es demasiado rápido.

— Y resistente. — Yin volteó a ver el rastro de balas que había dejado Dust tras haberle disparado.

Se oían los rugidos de la criatura por encima de ellos, pero sin dónde exactamente. Dust y Yin tomaron nuevamente sus armas. Dust cambió de cargador y alumbraron, buscándolo.

Por el radio, Martínez los llamó, se oía exaltado. Se encontraba en el lado Este, mientras que Dust y Yin se encontraban del lado Oeste.

— Sargento Dust ¿Me escucha? Cambio.

— ¿Martínez? ¿Dónde estás?

Me encuentro en los pasillos del ala Este de las instalaciones. Estaba persiguiendo a la criatura, pero lo perdí.

— ¿De qué hablas? Yin y yo lo estábamos persiguiendo. — miró a Yin detenidamente mientras respondía. Ahí Dust entendió que había más criaturas en las instalaciones con ellos. — Martínez, quédate donde estás. Vamos por ti.

Entendido, sargento.

— Si ves de nuevo a alguna de esas criaturas, dispara. Pero solo si tu vida está en riesgo.

— De acuerdo. Apresúrense. —

Los dos fueron corriendo hacia donde se encontraba Martínez antes de que las criaturas lo hicieran primero.

Él permanecía estático, solo giraba para iluminar a su alrededor. Escuchaba ruidos cerca de su posición. Sabía que lo estaban asechando. Su ritmo cardiaco aumentaba conforme sentía la presión de estar en la mira de esas horribles criaturas que nunca antes había visto y de saber que sin importar cuanto disparara, las balas no servirían.

Comenzó a moverse muy lentamente, avanzando por el pasillo en dirección al pasillo central, llamado así porque conecta con todos los pasillos. De ese modo, si tuviera que correr tendría varias direcciones a donde ir; pero quedaría también más expuesto al ataque de cualquier criatura.

A medida que avanzaba oía el leve sonido de las garras al hacer contacto las paredes y techos, aceleró un poco el paso para llegar más rápido. Presentía que en cualquier momento iba a ser atacado.

Le fue fácil guiarse por el GPS del casco. Al llegar al pasillo central avisó a los otros.

— Me encuentro en el pasillo central. Y creo que no estoy solo.

Aguanta. Ya estamos llegando. — respondió Dust. — Te vemos por el mapa del GPS. Quédate donde estás.

— Igual no pensaba moverme. — dijo Martínez para sí mismo.

Por uno de los pasillos oyó pasos acercándose. Se acercó y se sintió más alivio al saber que por fin habían llegado.

— Qué bueno que llegaron, pensé que me daría algo. — iluminó con la linterna de su arma solo para ver que quien había llegado no eran sus compañeros.

Aquella criatura con forma humanoide medía poco más de 1,90 metros, de un color blanco pálido sin pelaje alguno, tenía garras afiladas en sus manos y pies; en donde debería tener los ojos era totalmente liso, no tenía siquiera los orificios, dando a entender que la criatura es ciega o los tiene ocultos bajo una capa protectora; sus orejas tenían un aspecto afilado en la punta; en su boca tenía casi el triple de dientes que un humano común, todos afilados, sin mencionar que la abertura de su boca llegaba casi de oreja a oreja.

El Origen de los MutantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora