Capítulo XII (Final)

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Dust despertaba, cabeceaba. Abrió sus ojos, pero su visión estaba borrosa; intentaba moverse, pero no podía, había algo que la sujetaba con fuerza. Lo único que oía era el sonido de las máquinas en funcionamiento y el bajo sonido del núcleo girando. Su visión volvía a la normalidad, entrando en sí, recuperando el control de sus sentidos. Al mirar hacía abajo vió que estaba cubierta con un material extraño y resistente, una especie de tela para atrapar a sus presas, igual que con las araña. No importa cuánto se esforzara por soltarse, era demasiado fuerte para romperla ella sola.

Buscó a su alrededor a Martínez, esperando que aún siguiera con vida. No lo veía, observó cada rincón hasta donde llegaba su visión , pero no veía más que máquinas operando. Se esperaba lo peor.

Del techo, un sonido bajaba, era el de garras haciendo contacto con el metal. Dust miró con temor y vió a la criatura bajar por las paredes al otro lado de la sala. No iba hacía ella, bajaba hacía un cuerpo que estaba atrapado de la misma forma que Dust. Éste ya no tenía vida, estaba desfigurado, con sangre esparcida a su alrededor, le faltaba parte de su brazo izquierdo y su cara tenía marcas graves hechas con garras. Era perturbador.

El mutante se acercó a él, puso sus garras encima y comenzó a comerlo, comiendo lo que quedaba de su cara.

Dust no soportó ver esa atrocidad y volteó la mirada. Estaba exaltada, temiendo que seguramente terminaría así. Sin poder soltarse, sin nadie que pudiera ayudarla. Estaba sola en lo profundo con criaturas sanguinarias. Ni siquiera veía su arma, para al menos morir dando pelea.

Seguía mirando a su alrededor, buscando alguna forma de librarse de esa trampa mortal. Lo único que podría ayudarla son las cuchillas del sistema anticongelante, pero el modo por voz de su casco no funcionaba por la retroalimentación que producían las máquinas. Había un botón manual en el lateral de su pierna derecha, en caso de que el hielo afectara los sistemas, pero no lo alcanzaba, su mano estaba a unos cuántos centímetros y aún así, el adhesivo era demasiado fuerte.

Del techo, en lo alto, se escuchaba un sonido, no eran garras o gruñidos, esto era como un susurro. Dust lo oyó, pero el sonido de las máquinas era más fuerte, se concentró en oír el susurro, cada vez lo oía más, miró hacia arriba, buscando el origen del sonido y lo vió. Martínez estaba suspendido a veinte metros del suelo, atado por el mismo material.

Dust sintió alivio al ver a su compañero con vida. Le fue difícil hablarle dada la distancia entre ellos, sin alertar al mutante. No tenían otra opción, debían esperar a que se fuera, si es que lo hacía.

Dust no quiso tener que esperar a que se fuera, tal vez incluso hasta llegarían más. Ponía toda su fuerza en lograr que su mano llegara al botón manual, si lograba alcanzarlo, estaría libre. Al instante se detuvo, pensó un momento y buscó a su alrededor algo con qué pelear al soltarse. Buscó cerca del cuarto de mantenimiento y vió un pequeño tanque de gasolina, ahora solo faltaba con qué encenderlo. Siguió buscando y al otro lado de la sala había unos cables cortados por los mutantes. Volvió a su intento de alcanzar el botón, logrando mover su brazo muy lentamente.

El mutante terminó de comer, moviéndose hacía el suelo. Martínez observaba, en caso de que intentara algo más. Parecía no notar a Dust ni a él, lo cuál era bueno.

Dust logró alcanzar el botón, chocando el metal del traje con el tubo al que estaba atada. El mutante escuchó, se detuvo, miró a Dust y se acercó lentamente. Dust no hacía nada, estaba dejando que se acercara.

— ¡Jean, suéltate! — gritó Martínez, intentando soltarse.

— Aún no. — respondió Dust, calmadamente. — Vamos, acércate. — dijo, mirando al mutante.

El Origen de los MutantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora