Las puertas del ascensor se abrieron atorándose a medio camino, tuvieron que abrirlas ellos mismos, usaron mucha fuerza porque las raíces se enredaron demasiado en el mecanismo. Al abrirlas lo suficiente salieron, quedaron sorprendidos al ver en lo que se había convertido el sub-nivel 4. Era más selvático que el sub-nivel 3, las luces no funcionaban, estaba iluminado por las linternas selváticas dando un color amarillo verdoso en el ambiente. En cierta forma era hermoso, las plantas también ayudaban a darle ese toque, era una nueva tierra creada de la nada, pero también sabían que así terminaría la ciudad de no detener su expansión, y quizás más.
Recorrían los inicios del laboratorio buscando el pasillo que los llevaría a la sala de comandos. Resultaba más difícil de hallar debido a las raíces y hojas crecientes que cubrían las paredes junto con los nombres de los pasillos, las arrancaban para leerlos. Parecía un laberinto, era más grande que los otros sub-niveles, tenía más pasillos por ser el sub-nivel que se encarga del funcionamiento de todo el laboratorio.
Tomaron un pasillo que los guiaría a una serie de pasillos más en donde se encontraba la sala. Mientras iban caminando miraban rastros de sangre en las paredes, seguramente dejadas por los humanos al ser devorados por mutantes. Más adelante encontraron un brazo humano en el suelo; ambos lo miraron impactados, rodeándolo.
— ¿Cómo es que hay un brazo humano si todos se convirtieron en esas cosas? — preguntó Martínez impactado.
— Algunos debieron no convertirse, tal vez eran inmunes o les hizo un efecto diferente que al resto, no lo sé. Como sea, era imposible que lograran escapar, estaban en medio de todo. — respondió Dust.
— Qué horror. No puedo imaginar lo que sintieron antes de morir.
— Seguramente eso mismo, horror. — volteó a verlo y siguió caminando.
Al llegar a la intersección de pasillos usaron el mapa y buscaron el camino correcto, estaba fallando debido a la estática que había en el lugar, pero sirvió lo suficiente para poder mostrarles el camino.
— Es por acá. — siguieron por el pasillo.
Al llegar a otro cruce había dos caminos, uno hacía la izquierda, que llevaba a la sala de comandos, y el de la derecha, el cual no sabían hacia dónde llevaba, pero que estaba iluminado.
— ¿Qué hay hacia allá? — preguntó Martínez.
— No lo sé. — revisó el mapa, pero había demasiada estática en donde estaban. — Demonios, esto ya no funciona — dijo Dust, dándole unos golpes a la tableta del mapa.
— ¿Por qué no mejor nos separamos y vemos qué hay? — preguntó Martínez.
— No creo que sea una buena idea, es mejor que vayamos a hacer lo que vinimos a hacer.
— ¿No quieres averiguar dónde se encuentra la reina de los mutantes? Sería beneficioso para nosotros saber en dónde se oculta. —
Dust lo miró un momento, pensando.
— Está bien, pero no bajes la guardia. Si sientes que algo no anda bien, vuelve en seguida.
— Seguro.
— ¿Tienes suficientes municiones?
— Afirmativo.
— Bien. Ten, lleva el mapa en caso de que te pierdas.
— ¿No lo necesitas?
— No, a partir de aquí no necesito usar el mapa. Solo tengo que seguir en línea recta hasta encontrar la entrada a la sala de comandos.
— Está bien. — Martínez dio la vuelta y caminó en dirección contraria.
— Ten cuidado. — dijo Dust.
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El Origen de los Mutantes
Science FictionUna capitana altamente entrenada es enviada a un laboratorio en las afueras de Londres, el cual quedó infestado por horribles criaturas tras un experimento fallido. Su misión será eliminarlos a todos y evitar que escapen de las instalaciones.