6. El templo desolado

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Õkami se despertó en una extraña habitación, sentía una rara sensación en su brazo amputado. Al retirar las sabanas quedó atónito al ver que tenía un brazo artificial mecánico.
-Ya te has despertado.-Dijo un anciano de cabello largo y barba gris, le faltaba su brazo izquierdo. -Parece que la muerte no es tu destino... todavía no. ¿Cómo te haces llamar?.
Õkami no respondió.
-Esos ojos... son los de un lobo que ha fracasado en su cometido. O eso parece.
-Eso no es asunto tuyo. -Dijo Õkami fríamente.
-hablas como un señor shinobi. Yo soy el escultor, como veras a tu alrededor, yo tallo Budas. Así que debo continuar con eso, haz lo que gustes. -Dijo el escultor.
-Mi brazo izquierdo... ¿Qué me hiciste? -Dijo Õkami.
-Eso es una prótesis de shinobi. El brazo que perdiste se ha convertido en algo más... útil. Pero no sirve para tallar Budas. Puedes quedártelo, además le incorporé unos shuriquen, pero si encuentras herramientas shinobi, traemelas. Si lo haces, encontraré la forma de incorporarlas a tu prótesis. -Dijo el escultor.
-Entiendo, lo haré. Por cierto, ¿cómo he llegado aquí? -Dijo Õkami.
-Lo único que hice fue traerte hasta aquí. Ni siquiera sabía si estabas vivo. No podía dejar que te devorasen los perros salvajes. -Dijo el escultor.
-¿Cuánto tiempo he dormido? -Dijo Õkami.
-Ha pasado un tiempo desde que te encontré. Sin embargo, tu señor sigue vivo. -Dijo el escultor.
Õkami se exacto un poco.
-Lo tienen preso en castillo Ashina. Muy pronto darán uso a su estirpe. -Dijo el escultor.
-¿Qué quieres decir con que darán uso a su estirpe? -Dijo Õkami.
-No sé mucho sobre él, salvo... el Acervo del Dragón. Hay una sangre especial con ese nombre y esa sangre corre por las venas de tu señor. -Dijo el escultor.
-Entonces, el Descendiente Celestial... -Dijo Õkami.
-Alguien lo persigue. Puede que las extrañas que le están sucediendo a tu cuerpo tengan algo que ver con eso.
Õkami reflexionó sobre aquellas palabras.
-Ahora que lo recuerdo, yo... morí, Genichiro me mató, pero sin embargo aquí estoy... estoy vivo.
-Haces preguntas en un lugar donde no hay respuestas, estás en el sitio equivocado. Como sea, eres bastante raro, pero aún así... este templo ha tenido otros visitantes peculiares. Hay uno en el claro, a la derecha de la puerta que lleva a los terrenos del templo. Dos extraños en circunstancias extrañas... puede que se lleven bien. -Dijo el escultor.
-De acuerdo. -Dijo Õkami.
Õkami estaba por salir del templo, pero el escultor volvio a hablar.
-Ah, por cierto, afuera hay una pequeña estatua con tres monjes que sostienen un fuego azul. Eso es un ídolo, hay varios por toda Ashina. Puedes usarlos para teletransportarte a otros ídolos, solo debes hacer una oración.
Õkami le agradeció y salio del templo. Vio la estatua de la que hablaba el escultor, pero no estaba el fuego azul que debían sostener los monjes. Sin más, se sentó frente a la estatua y realizó una oración, al terminar, una gran llama azul apareció sobre las manos de los monjes.
-Tendré que buscar otros ídolos para poder desplazarme de zona a zona. -Pensó ÕKami.
Se dirigió hacia el camino que le había indicado el escultor. Al llegar se topó con una pequeña casa de ofrendas y a un extraño sujeto que estaba ahí parado. Era un samurái, llevaba una mascara que le cubría la boca y la nariz, llevaba una pequeña coleta y al frente estaba rapado. Pero lo que llamo más la atención fue el hecho que que portaba una katana.
-¿Mmm? No nos conocemos ¿Cómo te llamas? -Dijo el samurái.
Õkami no respondió.
-Ja ¿No respondes? Aún así, pareces un shinobi experimentado. Un shinobi, o quizás...
Õkami fruncio el seño.
-Señor, acepta mi humilde petición, pelea conmigo. -Dijo el samurái.
El guerrero desenfundo su katana y rápidamente atacó, sin darle tiempo a Õkami de responder. Õkami rápidamente desenfundo su katana y paró el golpe del samurái.
El combate terminó tan pronto empezó, solo dos choques de espadas y Õkami abrió una apertura en el guerrero, hundió su espada en la garganta desprotegida de su oponente. El samurái cayó al suelo con la garganta destrozada.
Õkami miró por un momento el cadáver del samurái que había matado.
-Pobre infeliz ¿Qué pretendía realmente? -Pensó Õkami.
Enfundó su katana y se acercó a la pequeña casa de ofrendas, había unas pequeñas puertas, al abrilas vio una estatua de Buda y una pequeña caja sellada.
De repente un sonido se escuchó, era un grito de angustia y dolor, provenia detrás de él. Õkami se dio la vuelta y vio al samurái que había matado, pero este estaba de pie y su cuello estaba intacto, como si no hubiera pasado nada.
-Mierda, sigo vivo. Tu habilidad es digna de admiración, pocos han logrado matarme... al menos con tanta destreza. -Dijo el samurái.
-¿Qué eres? -Dijo Õkami.
-Algunos lo llaman "inmortal"... otros, "apestado". No puedo morir, así que... vivo. ¿Y qué hay de ti? ¿Qué te trae a este templo en ruinas? -Dijo el samurái.
Õkami no respondió.
-Mmm, veo que la casa de ofrendas a llamado tu atención.
-Es algo poco habitual de ver, pero aún así, no se su propósito.
-Cuando al preciado o valioso para ti, se pierde, aparecerá en la caja. Bueno... si es que eres digno a los ojos de Buda.
-Ya veo, interesante.
-Veo que tienes muchas preocupaciones. Escucha, ¿por qué no me usas para los entrenamientos con la espada? No sé cuál es tu misión, pero podría venirte bien. Un cuerpo que no pueda morir podría ser te útil. Yo te ofrezco el mío.
-Estupendo, acepto tu propuesta. Ahora debo irme, cuando necesite perfeccionar una técnica volveré. -Dijo Õkami.
Õkami dejo atras al samurái inmortal y salió de los terrenos del templo desolado, al salir se topó con un inconveniente, el punte que conectaba con el camino más corto hacia el castillo Ashina estaba destruido, así que Õkami tuvo que tomar un camino alternativo y más largo. Se ayudo con el arpeo de su prótesis shinobi para trepar por las ramas de los arboles y alcanzar terrenos elevados, avanzó por la brecha de la la montaña, al llegar al final vislumbro un hermoso paisaje, los terrenos de Ashina.

Fin del capítulo.

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