12. El plan de Genichiro

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Mientras estaba cada vez más cerca de la puerta principal de Ashina, Õkami tuvo otra extraña visión, en la cual vio a Lord Kuro hablando con Genichiro Ashina.
-Ashina esta en guerra, ya conseguimos hacerlos retroceder una vez. Pero el Ministerio del Interior tiene un ejército poderoso.-Dijo Genichiro.
-Y por eso ¿deseas utilizar el poder de mi sangre? -Dijo Lord Kuro.
-Sí, no hay duda de que sería un arma imparable, un ejercito inmortal... sería el fin de la guerra.
-La guerra nunca acabará, no importa cuanto poder obtengan. Seguirán luchando hasta que se conviertan en monstruos incapaces de sentir dolor o miedo. Yo no deseo corromper las vidas de los hombres.
Genichiro lo llevó a un área en donde estaban los caídos en la guerra.
-Mira esta montaña de cuerpos. No se puede defender Ashina por medios comunes. Ya no.
Un rostro de horror se formo en Lord Kuro. Giró su cabeza desesperadamente, para no mirar la montaña de cadáveres.
-Nunca podré ser tan fuerte como tú, Lord Genichiro. Esto es un paisaje horrible. Aún no sé qué debería hacer.
-Ha pasado mucho tiempo desde aquello. Espera cuanto quieras; no te servirá de nada.
Õkami impactado ante aquella visión, qué estaría dispuesto a hacer Genichiro con tal de conseguir la sangre del dragón, sin duda debía darse prisa y llegar lo antes posible al castillo Ashina.
Subió por una escaleras de piedra, mientras subía se percató de un humo que provenía de detrás de la muralla. Ese humo debe venir de la puerta principal, ya estoy cerca pensó.
Cuando llego al final de la escalera vio a un samurái de espaldas, estaba arrodillado frente a un caballo que yacía muerto.
-Kokage, mi pobre caballo. -Dijo el samurái, mientras rompía en lágrimas.
Õkami se acercó lentamente y le colocó su espada en la garganta.
-No te muevas, responde mis preguntas o te mataré.
-Sí sí, haré lo que digas. -Dijo el samurái, con la voz ahogada.
-¿De donde proviene ese humo?
-Es una señal, proviene de las puertas del castillo. Seguro debe ser Lord Gyobu.
-¿Quien es Gyobu?
-Gyobu el demonio, el es el guardia de la puerta, no pasaras nunca mientras él este con vida. Así que si valoras tu vida, veté, Ashina estará a salvo mientras ese hombre proteja sus puertas.
Õkami ignoró el comentario del samurái.
-¿Qué le paso a tu caballo? -Dijo  Õkami.
-Murió... solo hizo falta un poco de pólvora, se asustó... y murió. A los animales les asustan esas cosas.-Dijo el samurái, entre lágrimas.
Õkami lo dejó ir, subió a la muralla con la ayuda de la prótesis shinobi, se arpeo a un arbol y luego al tejado de una casa que estaba entre la muralla.
El pequeño distrito había quedado atras, ahora se encontraba en el final de los alrededores de Ashina. Contempló desde lo alto del tejado el terreno que había debajo, este era un campo extenso y un poco nevado, había pocos arboles y plantas a su alrededor, además había tres grandes torres de madera, barricadas que terminaban en punta, todas ellas hechas de madera, y también... Õkami miró atónito el tétrico paisaje, este estaba repleto de cadáveres... de guerreros y de caballos. Los cuervos se daban un festín con la carne de los samuráis y los caballos, Õkami no reconoció a los hombres, no parecían ser del clan Ashina, todos ellos vestían armaduras de color rojo, así que supuso que eran los enemigos de los que hablo Genichiro, el ejercicio del ministerio interior.
  Bajo del tejado y cayó en el campo, los estandartes de los Ashina ondeaban con el viento. Caminó con tranquilidad, pisando y esquivando con cuidado los cadáveres. Los cuervos al verlo salieron al vuelo emitiendo graznidos aterradores. Mientras se dirigía a la puerta principal un sonido retumbante se oyó en todo el terreno, las grandes puertas se abrían lentamente emitiendo un chillido retumbante. De ellas salió un samurái que portaba una lanza larga llamada Katakama-yari e iba a lomos de un caballo acorazado.
El samurái galopo por el terreno llendo hacía Õkami, gritando:
-¡Me llamo es Gyobu Masataka Oniwa!
  Detuvo el caballo ante Õkami.
-¡Date la vuelta chico si no quieres terminar como esos perros. -Señaló con la lanza a los cadáveres de los guerreros caídos, seguido, hizo parar al caballo en dos patas. -¡Porque mientras yo siga con viva, no cruzarás las puertas del castillo! -Dijo Gyobu, mientras hacía girar su lanza.

Fin del capítulo.
Próximo capítulo: Gyobu Oniwa.

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