11. Lady Emma

59 5 0
                                    

    Õkami cruzó al otro lado ayudandose de una rama a la que se arpeo con la prótesis. Al cruzar vio el primer ídolo del escultor, ahora ya le era posible viajar rápidamente al templo desolado. Se percató que cerca del ídolo había un guerrero sentado contra la muralla, este tenía los ojos vendados y estaba sangrando. Õkami se acerco a él.
-¿Quién es? ¿Hay... alguien ahí? -Dijo el guerrero.
-Sí.
-Esa voz. No ¿No será? ¿Señor? Me llamo Inosuke Nogami. Soy siervo de la familia Hirata, o al menos lo era. Por favor, podrías ir a ver a cómo está mi madre. Ella está en una casa al otro lado de la muralla.
-De acuerdo.
-Antes de irte, señor ¿me harías un ultimo favor? Verás mis heridas son mortales, así que acabare muriendo en poco tiempo. ¿Podrías acelerar ese proceso?
-De acuerdo. -Dijo Õkami.
-Gracias señor.
Desvaino la katana y le corto la garganta, se quedó con él hasta que dio el ultimo suspiro, coloco su mano en su pecho y rezo por él. No sabía porque había hecho eso, era solo un desconocido, pero sentía una extraña sensación, sentía que lo conocía. Se quedó contemplando el cadáver de Inosuke y preguntándose qué debería hacer con él, no podía dejarlo aquí tirado para que después los perros salvajes y los cuervos lo devoracen, pero tampoco podía enterrarlo, pues no tenía pala, además de que no había tiempo para eso, su señor estaba en peligro. Entonces, lo cargó en sus brazos, caminó hasta el borde del precipicio, no había otra manera, la unica era arrojarlo en las profundidades del valle y que su cuerpo se perdiera en las tinieblas donde nadie podrá profanarlo.
Õkami lo arrojó y hasta que el cuerpo no se perdió de vista no se movió del lugar.
-Descansa en paz valiente guerrero.
Dejó atras todo y se dirigió al ídolo del escultor, lo uso para viajar al templo desolado, cerró  los ojos, rezo una oración y al abrirlos se encontraba en el templo. Vio a una mujer parada en las escaleras de piedras junto a la puerta del templo. Õkami se acerco a ella.
-Hola maese Õkami, has regresado de entre los muertos... de verdad. El poder de la Sangre del Dragón. Jamas creí que llegaría a verlo. -Dijo la mujer.
  -Hola, ¿quién eres?.
-Me llamo Emma y estoy al servicio de cierto señor.
-¿Qué señor?
-Perdoname, pero por cuestiones de seguridad, no puedo revelar su identidad. No obstante, me ha encomendado una tarea, la de ayudarlo en todo lo que pueda. No pido que confíe en mí. Pero tengo que cumplir las órdenes de mi señor.
-De acuerdo.
-La calabaza medicinal que posee, fue obra mía. Le ayudaré como médica.
Õkami saco la calabaza y se la mostró a Emma.
-Así que a esta la has hecho tú.
-Sí. En principio era para Lord Kuro. Pero parece que confía mucho en ti.
-Lord Kuro es muy amable. ¿Hay algún modo de mejorar la calabaza?
-Sí, si me traes semillas de calabaza y podre aumentar sus usos.
-Muy bien, espera creo que tengo una. -Saco la pequeña semilla que le habia sacado al samurai que protegia la segunda puerta de los alrededores.- ¿Es una semilla de calabaza?
-Sí. Podéis damerla junto con la calabaza.
Õkami le entregó la semilla y la calabaza. Emma plantó la semilla en la calabaza y se la entrego.
-Ahora, la calabaza albergará más agua medicinal.
-Qué medicina más extraña.
-¿Te parece? No me ofende. Sus efectos son lo importante, no si es extraña o no. Eso es lo que me enseñó Dogen, mi mentor.
-Ya veo... lo siento.
-No hay problema. -Dijo Emma, mientras le dedicaba una sonrisa.
-Creo que te he visto, he escuchado tu voz.-Dijo Õkami.
-¿Sí? -Dijo Emma, extrañada.
-Vi a Lord Kuro y a ti en una visión.
-¿Una visión?
-Sí. ¿Dónde está Lord Kuro ahora mismo?
-Retenido cerca de la fortaleza del castillo Ashina. Pero la puerta del castillo está cerrada.
-Ya veo... tendré que buscar la forma de entrar.
Õkami se despidió de Emma y volvió a usar el ídolo para volver a los alrededores de Ashina. Una vez ahí, tendría que cruzar la muralla, pasar por el pequeño distrito que había tras ella y por fin llegaría a la puerta principal de Ashina.
Se subió a la muralla y puedo ver la casa de la que hablaba Inosuke, también vio que habían varios enemigos custodiando la zona, eso no lo preocupaba en lo más mínimo, esos guerreros no eran rivales para él. Pero había uno que tal vez podría serlo, mientras Õkami mataba sigilosamente a los guardias, escuchó a dos guardias iniciando una conversación.
-Esta batalla, ¿crees que podemos ganarla? Temo que no saldremos victoriosos.
-¿Qué? ¡Todo va a salir bien! Puede que Isshin este enfermo, pero sigue fuerte como un roble. Y Genichiro es letal con el arco. ¡Y por si fuera poco, también tenemos a Gyoubu el Demonio!
-Ah, Gyoubu. ¡Claro! Eso. Mientras esté con nosotros... ningún hombre entrará en el castillo Ashina.
Mató a esos dos guardias y fue directo a la casa de la que le habló Inosuke. Trepó por el tejado y entró por la ventana, dentro estaba una anciana, le daba la sensación de que lo estaba esperando.
-Oh, ¿eres tú, Inosuke? Hijo mío, has visto al joven amo? -Dijo la anciana.
-No soy tu hijo, el a muerto. -Dijo Õkami.
-Ya estamos otra vez, Inosuke.
-Siempre te burlas de que estoy mayor, pero una madre reconoce a su hijo.
Õkami sintió lastima por la anciana, definitivamente no estaba bien de la cabeza, tan así que lo confunde con su hijo. Pensó que sería mejor seguirle la corriente, así que solo se dedicó a asentir.
-Toma esta pequeña campana, es un amuleto que hice para el joven amo. Ve al templo de ese escultor y ofréceselo a Buda para que vele por él.
Õkami tomó la campana, se despidió de la anciana y se marchó del lugar.

Fin del capítulo.



Sekiro Shadows Die Twice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora