Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 10

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Remy's PoV:

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Remy's PoV:

Me encontraba sentada en la mesa del comedor de la casa de Yagi. Mis ojos no se apartaban de las fotocopias y mientras leía iba remarcando con resaltador algunos conceptos importantes.

Yagi me había llamado esa mañana para ir a hacer algo, pero como yo tenía que estudiar por el tiempo perdido, le dije que no podia. Insistió diciendo que al menos le podía hacer compañía en su departamento por unas horas, hasta me juró que no me iba a distraer de mi lectura, pero quería pasar un poco de tiempo conmigo. Así que es por eso que ahora me encuentro aquí.

Yagi se encontraba haciendo un té para los dos en silencio, lo único que se escuchaba en la habitación era el sonido de las hojas que pasaba.
Una vez él terminó, puso mi taza al lado de mi cartuchera y se sentó con la suya en frente mío. Agarró unos papeles, que supuse que eran exámenes o alguna tarea que le pidió a sus alumnos, y se puso a corregir. Ni una palabra salía de nuestras bocas pero aún así el silencio era reconfortante, su compañía de algún modo me hacía sentir más tranquila.

Desde aquella vez que el aceptó los sentimientos que tenía por mí, y los míos hacia él, estuvimos hablando todos los días. No me faltaba ni un mensaje de él diciéndome "Buenos días" o "Buenas noches". También nos habíamos juntado un par de veces más y los besos no faltaban en esas salidas, así sean uno o dos. Pero además de eso, nada había pasado. No teníamos una relación definida, no lo habíamos decidido formalmente, pero tampoco lo necesitábamos. Sabíamos lo que sentíamos por el otro con solo mirarnos, con los besos que compartíamos, y ni hablar de que claramente también sabíamos que eramos fieles entre nosotros. Ni siquiera hizo falta tener una conversación de aquello. Eramos demasiado maduros como para cometer uno de esos errores, o para lastimar a una persona con esas cosas.

 Eramos demasiado maduros como para cometer uno de esos errores, o para lastimar a una persona con esas cosas

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El reloj ahora marcaba las 19:15 p.m. Había estado ahí durante cinco horas. Me saqué los lentes de lectura y por fin solté el resaltador. Estiré mis brazos y luego giré mi cabeza a ambos lados con el objetivo de hacer sonar mis articulaciones y relajarme un poco.

Sentí como Yagi se acercó por detrás mía y empezó a hacerme un masaje en los hombros, lo bastante fuerte como para deshacer los nudos de mi espalda y tratar de aliviar un poco el dolor. Al tener siempre mala postura, cuando me sentaba era común que me duela la espalda luego.

—¿Así esta mejor? —gesticuló bajito. Yo solo hice un sonido de afirmación—. ¿Quieres que pidamos algo para comer? Creo que tengo el número de una pizzería de aquí cerca. Tal vez tengan delivery.

—Eso estaría genial, le voy a mandar un mensaje a papá de que no voy a ir a cenar hoy.

—¿Estará bien con eso?

—Sí, se las arregla solo, nunca dependió mucho de nadie.

Yagi dejó de masajearme y fue a buscar el teléfono. Yo guardé todas mis cosas en la mochila y saqué mi celular. Entré al chat con mi padre.

 Entré al chat con mi padre

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Cuando terminamos de comer la pizza de mozzarella, me levanté para retirar los platos de la mesa ratona en la que habíamos comido

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Cuando terminamos de comer la pizza de mozzarella, me levanté para retirar los platos de la mesa ratona en la que habíamos comido. Mientras saciabamos nuestro hambre y charlábamos, Yagi había prendido la tele para poner alguna película romántica cliché, típica de las que ponían en los canales de noticias. Pero por más cliché que fuera nos habíamos quedado prendidos a la historia.

Me ayudó a juntar la mesa y llevamos los trastes hasta la pequeña cocina. Mientras él lavaba los platos yo los secaba y ponía en su lugar. Ibamos sacando temas de conversación de vez en cuando. Terminamos y fuimos hacia el sillón para sentarnos.

—¿Quieres quedarte a dormir? Solo si puedes y quieres, es que... —Se rascó la nuca nervioso—, ya es un poco tarde y eso.

—Oh, está bien, si no te molesto —mordí mi labio ante aquella posibilidad.

—No no, claro que no.

—Entonces sí, está bien.

Nos mirámos y sonreímos.

Nos mirámos y sonreímos

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Sunshine | 𝑇𝑜𝑠ℎ𝑖𝑛𝑜𝑟𝑖 𝑌𝑎𝑔𝑖©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora