Capítulo 10

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Veintidós semanas de embarazo, y mi hija quería aparecer más cada día que pasaba. No sé cómo, pero mi barriga ya no lucía como la de ayer, y ya no había forma de ocultarla; no que quisiera, pero si así fuera el caso, ya no era posible. Los días de dormir con mi barriga hacia abajo habían acabado. La observé en el espejo y Sean se apareció con una sonrisa.

—Luces hermosa —se acercó a mí y besó mi mejilla —. ¿Hoy harás las compras para la cena? —me preguntó y asentí.

—¿Quieres algo en especial? —le pregunté y sonrió.

—Quiero pintar la habitación de la pequeña saltamontes —emitió —, aunque aún no me hayas permitido sentirte —le habló a la barriga y reí.

—Ya lo harás. Prometo que mañana pintaremos la habitación —le dije y largó una sarcástica carcajada.

—Eso me dices hace una semana —me acerqué a él y besé sus labios.

—Te lo prometo —le mostré mi dedo pequeño, y él lo entrelazó.

—Ya no tienes forma de escaparte —sonreí —. Debo irme a trabajar, te veo a la tarde —besó mis labios por última vez y se marchó.

Me tomé mi debido tiempo para desayunar tranquilamente y me marché de mi casa.

Me había dignado a preparar algo sorprendente, con la ayuda de Sean, que sé que dejaría con la boca abierta a nuestros amigos.

Necesitaba unos tomates, así como algunos quesos. Cuando me encontraba en la sección de las carnes, una voz me interrumpió... una reconocida voz.

—Hola, Katelyn... ¿verdad? —me preguntó, con una inocente sonrisa en su rostro.

Como si no lo supiera... Jamás olvidaría su rostro con la sorpresa que se había llevado hace una semana.

—Vaya que ha crecido —emitió, con su vista clavada sobre mi barriga.

Tal vez, había madurado o era sólo mi personalidad, pero yo no soportaba su actitud de mosca muerta.

—¿Necesitas algo, Peyton? —le pregunté. Por supuesto, no esperaba ese tipo de reacción de mi parte.

—¿Disculpa? —fue lo único que dijo.

—Sé todo sobre Sean, y me ha contado sobre ti. No sé qué es lo que pretendes, pero no lograrás nada —así como así, su rostro inocente se transformó en uno que parecía la reencarnación del mismísimo demonio —. Así me gusta más, ambas siendo nosotras mismas y honestas —ella asintió.

—Si ya te contó todo sobre mí, supongo que también te ha dicho que provocó que abortara a su hijo, ¿verdad? —me preguntó.

No permitiría que su estúpida mentira arruinara nada. Ni siquiera la conocía y, de repente, se aparecía con la intención de arruinar la vida de las personas.

—¿Algo más que quieras contarme? —le pregunté y noté la furia en su rostro.

—Sean no es el tipo de persona que tú crees. Él dice estar enamorado de ti, te lo hace creer, luego quedas embarazada y, cuando estás cerca de tener a su hijo, él comienza a entrar en pánico y provoca que pierdas al bebé. Sólo intento ser honesta contigo, no quiero que acabes como yo —explicó.

—El hecho de que hayas dicho que estabas cerca de tener a SU hijo, dice mucho de ti. Sí, mi bebé es suyo, pero también es mío. Agradezco que me digas todo esto, pero me gustaría continuar con mi compra, por favor —ella asintió.

—Ya me darás la razón, Katelyn. Él sólo ha estado engañándote todo este tiempo —finalizó y se marchó.

¿Qué mierda había sido eso? No podía creer que hubiese sido capaz de inventar todo eso.

Al acabar la compra, me marché a mi casa y comencé a preparar la cena. Corté algunos de los vegetales y comencé a cocinarlos. Mientras dejaba que eso se preparara, me di una rápida ducha. Al salir, observé mi barriga en el espejo y la acaricié.

No había forma de que lo que Peyton había dicho, fuera verdad. Yo conocía a Sean, y él jamás sería capaz de hacer algo como eso.

—¡He llegado, cariño! —gritó desde la puerta y cubrí mi cuerpo con la toalla. Sean se apareció y besó mi mejilla — Veo que ya has comenzado a preparar la cena —emitió y asentí —. ¿Te encuentras bien? —me preguntó.

—Sí, perfecta —respondí. No quería crear ningún tipo de drama por algo que era muy probable que no fuera verdad —. Anda, ve a ducharte o no llegaremos a tiempo con la cena —él asintió y desapareció de la habitación.

Me vestí, me dirigí hacia la cocina y comencé a preparar la carne.

—Déjame la carne, que es lo más difícil —Sean se apareció —. Tú encárgate de las verduras ya hechas. ¿Recuerdas la salsa que preparé para la cena con mis padres? —me preguntó y asentí — Podríamos hacer eso para las verduras —sugirió y volví a asentir.

Al acabar con la cena, pusimos la comida en los platos, llenamos las copas de vino -sólo a quienes tomaban alcohol- y jugo en los vasos restantes.

—Kate... —Sean llamó mi atención y volteé a verlo. Él se acercó a mí y me observó por unos segundos —, ¿te encuentras bien? Te he notado algo distraída —me dijo y suspiré.

Tenía que decírselo, no podía quedarme con la duda y no recibir algún tipo de respuesta. Sabía que Sean jamás sería capaz de hacer algo cómo eso, pero debía asegurarme.

—Debo hacerte una pregunta —le dije y él asintió —. Hoy tuve un encuentro con... —sin importar quién fuera, había tenía una increíble puntualidad en el momento menos oportuno —. Yo abro —emití y me dirigí hacia la puerta. Al abrirla, Ellie y Max se encontraban allí con un plato en sus manos.

—Como Darren me dijo que ellos traerían el postre, no quería quedarme sin traer nada —sonreí y los abracé a ambos.

—¿Qué has traído? —le pregunté.

—Oh, nada, sólo un plato vacío. Es decir, ya tenemos todo, ¿verdad? —reí — No quería quedarme sin traer nada.

Ellie sí que era de otro planeta y, si necesitaba a alguien que te hiciera reír, ella era la indicada.

—Hola, Sean —Ellie se acercó a él y lo abrazó —. ¿Cómo te preparas para la paternidad? —le preguntó.

Mierda. No podía seguir mucho más sin contárle lo ocurrido hoy. Debía hablar con él tan pronto como me fuera posible.

A los pocos minutos, Darren apareció con Lilia y la cena comenzó.

Cuerpos Encadenados [ST #2] ✔️ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora