Capítulo 15

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Al llegar a la casa, Sean capturó mis labios e hizo el intento de quitarme el vestido, pero le fue difícil.

—¿Puedes hacerlo tú? —me preguntó y reí. Me deshice de él, tan pronto como pude, y me cargó en sus brazos.

Me posó sobre la cama y comenzó a desvestirse, hasta quedar completamente desnudo. Él unió sus labios con los míos, para luego quitarme las bragas.

Por razones obvias, me monté sobre Sean y él se deshizo de mi brasier, sin poder evitar sonreír. Me acerqué a sus labios y planté un último beso sobre ellos. Al apartarme, cogí su miembro y lo introduje dentro de mí. Sean llevó sus manos a mis caderas, para tener algo de control, y comencé a moverme para poder sentirlo.

Estar arriba nunca había sido de mi mayor agrado, y Sean lo sabía. Por alguna razón, no lo disfrutaba tanto. Rápidamente, él me hizo quedar abajo y, cogida de los caderas, comenzó a adentrarse en mí. Sí, de eso hablaba. Sean comenzó a embestirme con mayor rapidez y yo sólo podía gemir, gritar su nombre y disfrutar del momento.

—Joder... —murmuró Sean, aún siendo consistente con sus penetraciones.

—Sean... —le pedí, y él ya comprendía que, cuando decía su nombre, era porque estaba a punto de llegar al orgasmo. Sus embestidas se hicieron más fuertes, hasta que sentí el mayor punto de placer allí abajo. Sean cayó a mi lado y rió.

—Yo creí que el embarazo haría que tuviéramos menos sexo —emitió y reí.

—El embarazo provoca eso —él sonrió —. Puedo oír lo que piensas y no, no tendremos diez hijos —dije y él rió a carcajadas.

—Me conoces muy bien —me acerqué a él y besé sus labios.

—No puedo creer que nos hayamos comprometido —comenté, y observé el anillo que llevaba puesto —. Gracias, ha sido un día increíble —le dije y besó mi frente.

*

Sean me había propuesto matrimonio hace un mes. Desde entonces, es como si todo lo malo que estaba sucediendo hubiese desaparecido; todo había vuelto a ser como antes... a diferencia de que ahora tenía un dolor de espalda que estaba aniquilándome. Cuando me habían informado que esto sucedía, no creí que fuera tan doloroso. Afortunadamente, la semana anterior habíamos tenido la última ecografía y todo se veía estupendo.

Si están preguntándose si le hemos contado a nuestros amigos y familia que Sean y yo nos vemos comprometido, la respuesta es sí. Para mi sorpresa, todos esperaban que sucediera hace tiempo, aunque aún así fue una sospresa...

—¿Qué harás hoy mientras trabajo? —me preguntó Sean, mientras se vestía.

—Aún nos quedan algunas cosas por comprar para la niña. Supongo que haré eso —él sonrió.

—Con la ropa que nos han regalado tu madre y la mía, tendremos para vestirla hasta que cumpla un año —reí y asentí —. Me encantaría quedarme, pero debo trabajar —se acercó a besarme —. ¿Nos vemos luego? —asentí.

Al marcharse, desayuné un té y unas galletas, y vestí algo muy abrigado para combatir el frío.

Al llegar al lugar, compré algunas decoraciones que aún quedaban por hacer, y divisé un pequeño osito de peluche a lo lejos. Era encantador, por lo que supe que debía comprarlo.

—Kate —su voz firme y segura me alertó. Volteé a verla y llevaba una sonrisa maliciosa en su rostro —, ¿ha recibido Sean mi carta? —se atrevió a preguntar.

—¿Acaso no te das cuenta que estás perdiendo tu tiempo? —le pregunté y ella rió.

—Tú pierdes el tiempo con él. Acabarás como yo, si no sigues mi consejo —rodé mis ojos.

—Es extraño que quieras 'mi bien', pero te mueres por regresar con él cuando se supone que te lastimó muchísimo. Creo que te has inventado toda una historia en tu cabeza, te has obesionado con él y ahora no puedes soportar verlo con alguien más. Pues, superalo —le dije y me quitó aquel osito de peluche de la mano, con extrema furia.

—Haré lo que sea necesario, Katelyn. Si tú no te apartas del camino voluntariamente, me encargaré de hacerlo por ti —cogí otro osito de peluche, idéntico al que me había quitado de la mano, y me acerqué a ella.

—No, la policía se encargará de ello. Ya déjanos en paz —pasé a su lado y pagué por lo que había comprado.

Al regresar a mi casa, llamé a Lilia y ella me dio una visita.

—¿Qué ha sucedido? —me preguntó, preocupada.

—Me la he topado en una tienda para cosas de bebés. Es muy sigilosa —le dije y ella bufó.

—Hagamos lo siguiente; mañana te entregaré un aparato, algo así como un botón anti-pánico. Llévalo a cualquier lado que vayas, yo me encargaré de estar al pendiente. Si llegas a topártela otra vez, intenta entretenerla para que no se escape —me dijo y asentí.

—Por favor, no quiero volver a verla. Necesito que la encuentren y se encarguen de ella —le pedí.

—Sé que es frustrante, pero confía en mí. Haré conectar el aparato que te entregaré a mi celular, y así me contactarás enseguida.

Por mucho que Lilia intentara tranquilizarme, eso ya no estaba dando resultado. Peyton seguía apareciéndose, esporádicamente, pero seguía haciéndolo. Cada vez, era más agresiva, y temía que la próxima vez fuera más peligrosa.

Cuerpos Encadenados [ST #2] ✔️ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora