Capítulo 13

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—No puedo creer lo que estás contándome —me dijo Ellie —. ¿No has vuelto a verla?

—No, y espero que se haya dado cuenta que su intento de manipulación no funcionará conmigo —respondí.

—Yo hubiese llamado a la policía en cuanto te ha encontrado haciendo las compras. Pareciera como si te hubiese perseguido... —suspiré.

—Lo sé, yo he sentido lo mismo, pero no he vuelto a verla en un mes —Ellie se mantuvo en silencio y me observó.

—Ten cuidado, por favor. Ya no tienes que cuidar sólo de ti —asentí.

—Gracias —me acerqué a ella y la abracé.

—Tía Kate —Sasha apareció y abrazó mi barriga —, ¿cuándo nacerá mi prima? —preguntó y sonreí.

—¿Aún recibes un juguete cada mes? —le pregunté y ella asintió — Pues, después de recibir tres juguetes, ella ya estará aquí —Sasha sonrió.

—¿En tres juguetes mi prima estará aquí? —asentí y ella volvió a su juego, felizmente.

—¿Pequeña renacuajo aún no tiene nombre? —me preguntó Ellie y negué.

—Sean y yo aún estamos intentando encontrar alguno que nos guste a ambos. Por el momento, sigue siendo pequeña renacuajo y pequeña saltamontes —mi mejor amiga rió.

Luego de que Ellie y Sasha se marcharan, me puse ropa cómoda y cogí mi bolso para dirigirme a la clase pre-parto. Al llegar allí, ya muchas mujeres se encontraba con su pareja. Cogí mi móvil y le envié un mensaje a Sean, preguntando si ya estaba en camino. Sólo esperaba que no llegara tarde a nuestra primer clase.

Mientras esperaba a que la clase comenzara y a que él apareciera, divisé a una peli-negra caminar rápidamente por la entrada de la puerta.

De repente, se me pusieron los pelos de punta y me puse de pie. De seguro, debía estar alucinando. El hecho de no haberla visto por un mes, seguro me estaba haciendo creer que es demasiado bueno para ser verdad y ya comienzo a imaginar cosas.

Al llegar a la puerta y observar a mi alrededor, no había nadie parecido a ella.

—Kate —Sean apareció y posó un rápido beso sobre mis labios —. Lamento la tardanza, me he retrasado con la madre de un alumno —emitió.

No podía creer estar permitiendo que aquella mujer me estuviera perturbando...

—¿Te encuentras bien? —me preguntó y asentí.

—Sí, estaba esperándote —le di una sonrisa, para intentar que no se preocupara —. Vamos, la clase ya comenzará —le dije y nos adentramos.

*

—¿Aún sigues con tus dolores de espalda? —me preguntó Sean, una vez llegamos a la casa. Negué y él sonrió.

—Es como si pudiera leer tu mente ahora mismo —le dije y rió.

—Creo que yo también, y estamos pensando ambos lo mismo —se acercó a mí y reí.

—Apuesto a que sí —me acerqué a su rostro y capturé sus labios.

Sean me levantó del suelo, sin separarse de mis labios, y comenzó a caminar hacia nuestra habitación. Me posó sobre nuestra cama y me dio una pervertida sonrisa. Se quitó su playera y, a este punto, era él quien debía desvestirme a mí... y sabía que él lo disfrutaba. Se deshizo de mi blusa y besó mis labios. Su mano masajeaba uno de mis senos, y eso jamás me había excitado tanto como ahora, por lo que supongo debían ser las hormonas del embarazo. Sus besos bajaron a mi cuello, para luego comenzar a desabrochar los botones de mi pantalón.

De repente, el timbre de la casa sonó y Sean levantó su rostro para observarme.

—¿Esperábamos a alguien? —me preguntó.

—No que recuerde —emití y me puse la playera.

Al dirigirnos hacia la puerta, había un sobre que habían deslizado bajo ella.

—Esto no ne gusta nada, Sean —le dije, mientras él la recogía. Tomó asiento en el sillón, y yo a su lado.

Al abrir el sobre, había una carta dentro.

—No creas que me he olvidado de ti tan fácilmente —leyó Sean —. No pretendo que nadie salga lastimado, pero nada me detendrá hasta tenerte —finalizó y suspiró.

—Es Peyton —dije y asintió —. La he visto hoy en la clase de pre-parto —revelé. Sean alzó su rostro, rápidamente, y clavó su mirada sobre mí.

—¿Por qué no me dijiste antes? —me preguntó, algo frustrado.

—No estaba segura. Creí que ya estaba imaginando cosas, pero ahora estoy segura —él bufó y se puso de pie —. Debemos llamar a la policía —le dije.

—Llamemos a Lilia —sugirió —. Prefiero contarle mi pasado a ella, que ya me conoce, y no que se entere toda la policía. Además, sé que ella se encargará de todo esto más rápido —emitió.

—Sabes que eso significa que Darren también lo descubrirá, ¿verdad? —Sean suspiró.

—Lo sé —respondió, con el número de Lilia ya en su marcador del móvil.

Luego de hacer el llamado, Lilia llegó a nuestra casa para hacernos preguntas... especialmente, a Sean.

Estaba de más decir que con ella, había llegado Darren y otros dos policías.

—¿Podemos hablar? —me preguntó mi mejor amigo y me puse de pie.

Ya sabía hacia dónde iba a dirigirse esta conversación, por lo que nos marchamos hacia otra habitación y llené mis pulmones de aire... Y yo, de paciencia.

—No puedo creer que jamás me hayas contado cómo se habían conocido —me dijo y suspiré.

—Quería evitar todo esto. Era mejor si nadie lo sabía —respondí.

—¿Ellie lo sabía? —asentí y él largó una carcajada — ¿Por qué he sido el último en enterarme?

—No era algo de debías enterarte. Conocí a Sean por su trabajo y, en ese momento, tú estabas muy enamorado de mí. No quiero que me juzguen por la decisión que he tomado, y tampoco quiero que él sea juzgado por cómo decidió ganarse la vida —expliqué.

—Kate, yo jamás los juzgaría. Todo eso sucedió hace muchos años, pero creí que sabía todo sobre ustedes —dijo.

—No es necesario. ¿Qué importa todo eso? No cambia las personas que somos hoy —él suspiró y asintió.

—Tienes razón... —ambos permanecimos en silencio y me acerqué a él.

—Tú sabes absolutamente todo sobre mí y confío plenamente en ti. De no ser así, no te hubiese pedido que recibas a mi hija al mundo, pero lo que no sabías sobre nosotros era sólo información extra —él se acercó a mí y me abrazó.

—Lo siento, me he dejado llevar —se apartó de mí y comenzó a reír.

—¿Qué sucede? —le pregunté.

—No puedo creer que hayas llamado a una compañía para perder tu virginidad —reí, avergonzada —. Yo podría haberte hecho el favor —dijo y golpeé su hombro, sin dejar de reírnos.

—Tú hubieses sido el último a quien se lo hubiese pedido —él se mostró algo ofendido —. Tú estabas enamorado de mí, y nuestra amistad significaba mucho como para arruinarla por una noche juntos. Además, de no haberlo hecho, no hubiese conocido a Sean —él asintió.

—Intenta no estresarte demasiado. Tu objetivo era transitar un embarazo tranquilo —reí.

—Debería de haber seguido trabajando —bromeé y él rió.

Cuerpos Encadenados [ST #2] ✔️ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora