Capítulo 4

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Semana quince. No tenía que volver a ver a Darren hasta dentro de un mes, pero quería darle una sorpresa a Sean. En cuanto él se marchó hacia su trabajo, me dirigí al hospital.

-¿Estás segura? -me preguntó Darren, mientras me extraían sangre.

-Ambos estamos muy ansiosos, y no podemos esperar a la semana veinte para saber el sexo del bebé.

-Podríamos verlo ahora mismo... en la ecografía -me propuso él, pero me negué.

-Ver a nuestro bebé es algo que hacemos y haremos juntos. Él ha acomodado todos sus horarios para poder acompañarme siempre -Darren sonrió.

-¿Cómo se lo contarás?

-Aún no lo sé. Tengo algunas ideas en mente, pero no me decido.

-Aún no tienes barriga -me dijo él y negué.

-Comienza a preocuparme -comenté.

-No tienes porqué hacerlo. Sabes que depende mucho del cuerpo de la madre y, puede que el bebé sea uno pequeño -explicó.

-En cuanto sea sano -él sonrió.

-Deja de preocuparte. Todo se ha visto genial en las ecografías. Intentaré que los resultados estén listos para mañana. Te lo enviaré por mail, así es algo más privado y puedes mostrarle a Sean -se despidió él.

Por mucho que Darren intentara tranquilizarme, me preocupaba aún no ver una pequeña barriguita. Cada vez que despertaba por la mañana, me observaba frente al espejo... pero nada.

Regresé a mi casa, y me dispuse cocinar la cena para ambos. Sean solía hacerlo siempre, ya que mis horarios de trabajo eran muy complicados pero, ya que no estaría trabajando hasta después del nacimiento del bebé, podía mejorar esa habilidad y sorprender a Sean.

Al llegar del trabajo, clavó su vista sobre mí y sonrió.

-¿Has cocinado? -me preguntó y asentí.

—Creí que sería una linda sorpresa —él se acercó a mí y besó mis labios.

—Huele delicioso... sorpesivamente —bromeó y reí. Le serví un plato y tomó asiento frente a mí. Le dio una probada y me observó, sorprendido.

—Wow... Lo has hecho muy bien —halagó mi habilidad culinaria.

—¿Cómo ha ido tu día? —le pregunté y sonrió.

—Bien, ya sabes, como siempre. Los alumnos parecen apreciarme —alcé mi ceja y largué una carcajada.

—Tus alumnas, querrás decir —Sean continuó devorando su cena y rió.

—Son menores de edad, Kate —me dijo y asentí.

—Eso lo sé. No es por ti que lo digo... —él me observó por unos segundos.

—Estás celosa —afirmó y negué.

—Claro que no. Pero recuerdas cómo eran las alumnas cuando nosotros éramos compañeros y había un profesor guapo —él sonrió y acabó su plato con rapidez.

—Estás celosa —volvió a decir y se acercó a mí.

—¿Qué haces? —le pregunté y me alzó de la silla, y me posicionó en sus brazos como si fuera un bebé. Inevitablemente, comencé a reír —Cariño, bájame, por favor —le pedí, pero hizo oídos sordos.

—¿Has finalizado tu cena? —me preguntó.

—Aunque mi respuesta sea 'no', no evitará que hagas lo que quieras hacer —él sonrió y me llevó a nuestra habitación.

—Terminarás tu cena después —me posó sobre nuestra cama y se posicionó sobre mí.

Uní mis labios a los suyos y comenzó a acariciar mis senos. Me aparté de él y me desvestí, quedando sólo en ropa interior. Sabía que deshacerse de eso era su parte favorita. Él se desvistió por completo, cayó sobre la cama y me monté sobre él. Volví a capturar sus labios y Sean llevó sus manos, esta vez, a mi trasero. Mis besos comenzaron a bajar hacia su mandíbula, para luego dirigirse hacia su cuello. Se deshizo de mi brasier y, con gran rapidez, logró que su cuerpo quedara sobre el mío.

—Quiero tenerte ahora —murmuró sobre mis labios y asentí. Se deshizo de mi braga y, tan pronto como separé mis piernas, Sean se adentró a mí.

Me aferré a su espalda, y sus labios comenzaron a besarme. Sus penetraciones eran constantes, pero no era suficiente. Llevé mis manos a su trasero, como si de alguna forma pudiera controlar sus movimientos, y comenzó a aumentar de velocidad. Él se apartó de mis labios y podía oír sus gemidos, que eran melodía para mis oídos.

—Sean... —logré susurrar en medio de aquel placer, y pareció haber comprendido sin decir más.

Él llevó su mano hacia mi clítoris y comenzó a masajearlo. Eso. Eso era exactamente lo que necesitaba. La combinación entre sus embestidas y su masaje fue lo que me llevó al orgasmo. Di un grito ahogado ante aquello, y él cayó a mi lado. Él largó una carcajada y lo observé.

—¿Qué? —me acerqué a él y me apoyé sobre su pecho.

—En la secundaria, no pensaba en ti más que como alguien a quien jamás tendría. Ya sabes, no estaba entre mis planes tener novia —sonreí.

—Y, ahora —comencé a decir —, me tienes en tu cama —él asintió y me abrazó.

—Con nuestro bebé creciendo dentro de ti. Jamás, ni en un millón de años, creí que me encontraría aquí contigo —abracé su cuerpo y cerré mis ojos.

*

Desperté la mañana siguiente y Sean se encontraba muy plácidamente dormido a mi lado. Era sábado, lo que significaba que tendríamos todo el día para nosotros mismos. De repente, sus ojos se abrieron y sonrió.

-Hola, preciosa -emitió. Me acerqué a él y besé sus labios -. ¿Quieres que prepare el desayuno? -me preguntó y negué.

-Yo lo haré -le dije. Me puse de pie, me paré frente al espejo y levanté mi holgada blusa. Como si fuera por arte de magia, no veía sólo una minúscula barriguita como esperaba, si no que parecía haber crecido de la noche a la mañana. Aquella barriga sí parecía de quince semanas; pequeñita pero muy significante.

-Sean... -susurré y posé mi mano sobre mi barriga, para creer lo que estaba viendo.

-No puede ser... -susurró al verla. Salió de la cama y se acercó a mí. Llevó su mano sobre mi barriga y sonrió —, está creciendo —emitió con felicidad, y besó mi mejilla.

—No puedo creerlo —susurré, aún con mi vista clavada sobre mi barriga en el reflejo del espejo.

—¿Qué te parece si comenzamos a comprar algunas cosas hoy? Como los biberones o esa clase de necesidades —volteé a verlo, con una sonrisa en mi rostro, y posé mis brazos sobre sus hombros.

—Me encanta que seas tan ansioso como yo —me acerqué a él y le di un corto beso.

—Perfecto. Prepararé el desayuno —emitió y se marchó.

Sabía que yo había dicho que lo haría, pero él siempre hacía todo lo relacionado con la comida.

De repente, mi móvil vibró y encendí la pantalla. Era un mail de Darren. Asunto: Embarazo. Mi corazón comenzó a acelerarse y arrojé mi móvil sobre la cama. ¿Acaso estaba segura de querer saberlo? ¿Quería enterarme antes que Sean? ¿No sería algo egoísta de mi parte? ¿O era una linda sorpresa de mi parte?

Suspiré tan profundamente como pude y me dirigí hacia la cama. Volví a encender la pantalla y abrí aquel archivo.

Cuerpos Encadenados [ST #2] ✔️ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora