• CAPÍTULO 2

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THE BLACK SISTERS
IMPERIO
II. Andrómeda Aquaria.
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Cuando la primogénita de los Black llegó al mundo, todo creerían que fue el día más feliz para el matrimonio de Cygnus y Druella. Pero no fue así. El señor Black se sentía menoscabado por el hecho de que su esposa no hubiera podido concebir a un varón –como lo había hecho su hermano Orion– por lo que el nacimiento de Andrómeda no había sido más que un mero trámite para él.

Debido a esta reacción de su esposo Druella sufrió de una profunda depresión post parto, por lo que la pequeña bebé quedó al cuidado de las elfinas domésticas de la Mansión de los Black. La mujer no podía si quiera ver a la niña sin que toda la rabia que sentía  por su esposo al despreciarla volviera.

Cuando Andrómeda lloraba era otra cosa, los nervios de la mujer estaban destrozados. No quería saber de nadie por muchos meses.

Pero Druella no podía darse ese lujo. Haberse convertido en una Black venía de la mano con dejar de tener una vida normal. Toda la sociedad y élite del mundo mágico de Londres querían conocer a la primogénita de una de las familias con las líneas sanguíneas más puras. Por lo que esa no era opción. Durante semanas muchas personas eran las que solicitaban visitar al matrimonio. Más Cygnus no estaba para esas cosas, teniendo Druella que hacerse cargo de las visitas de cortesía que le eran tan fastidiosas en su estado.

Walburga, la esposa de Orion hace unos dos años atrás, había pasado por esa situación al tener a Regulus. Más era diferente, ella había tenido la dicha de tener un varón, lo que la colocó de inmediato en una posición preferencial dentro de la familia. Pero sin que nadie se lo dijera la bruja había ido en ayuda de su concuñada para ayudarle con la niña.

— No es posible que Andrómeda esté siendo cuidada por las elfinas domésticas. — le reprendió la primera vez que llegó donde ella— Es una Black, por lo que merece lo mejor, además es una bebé y necesita de su madre.

— Cygnus me aborrece por no darle un varón ¿Cómo esperas que me sienta? — preguntó Druella entre llantos. — No puedo verla, no soporto cuando llora.

Walburga no sabía cómo decir esto sin que sonara carente de tacto –no es que le importaran los sentimientos de Druella– pero a la larga, le perturbaba que Andrómeda estuviera a cargo de las alimañas que trabajaban limpiando las cocinas.

— Bueno, por si aún no te ha quedado claro, tus sentimientos dejaron de importar el día que te comprometiste con Cygnus. — le afrontó. — ¿No te gustó unirte a un hombre poderoso y a una familia que tiene a todos bajo su yugo? Pues deberás tragarte tus lágrimas y criar a tu hija de la manera que una Black se merece.

« Imperio » The Black Sisters ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora