Hunger Of Revolution [ f.w, 1 ]

vi. the punishment

Este es un poco más largo, disfrutad :)

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el castigo
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Al día siguiente, Briar y sus amigos desayunaron en la mesa de la morena ese día. Ellos estaban a gusto comiendo, esperando a que la mañana se reprodujese como normalmente iría, pero algo tuvo que hacer que el día empezase de mala manera.

Un carraspeó chillón, el cual ya todos habían sabido distinguir, sonó desde las espaldas de Aspen, Faye e Indigo, mientras Willow y Briar la miraban detenidamente. La morena intentó con todas su fuerzas no rodar los ojos hacia ella. Cuando ya todos tuvieron sus ojos en la mujer, ella comenzó a hablar.

—Veo perfectamente que todos sois de distintas casas...— dijo ella mirando los escudos de sus uniformes. Todos asintieron sin saber a lo que había venido la mujer.— ¿Saben ustedes en qué mesa están sentados?

—Mmm... ¿La de Ravenclaw?— preguntó algo confusa Faye mirando sus lados.

—Exacto señorita...— empezó ella, arqueando una ceja para que se presentase.

—Chadwick—. respondió.

—Señorita Chadwick, ¿de qué casa es usted?— preguntó retóricamente Dolores Umbridge con una sonrisa escalofriante.

—Por supuesto—. dijo Faye sin creerse que de verdad estuviese hablándola como si fuese una cría. Sus amigos miraban también la mujer como si tuviese un tercer ojo.— ¿A qué quiere llegar profesora?— preguntó impaciente.

—Cada uno tiene que estar sentado en su mesa. Luego podrán pasear por el castillo juntos si así lo quieren, pero deben respetar las reglas del castillo—. dijo la mujer sin perder aquella sonrisa.

—Llevamos sentándonos de esta manera desde tercero—. dijo Aspen apoyando a Faye.

—Sí, y nunca nos han dicho nada—. dijo Faye de nuevo.

—Supongo que alguien tendrá que poner orden entonces—. dijo Umbridge suspirando ligeramente.— Siéntese en sus mesas.

—Dumbledore permite que nos sentemos en otros sitios, ya que eso fomenta la relación entre otras casas. Esas fueron sus palabras—. dijo Indigo sin levantarse de su asiento. Cada vez le caía peor.

—Y Dumbledore es el director—. añadió Briar mirando a la mujer vestida de rosa.

Dolores la miró seria, pero Briar no se dejó intimidar y le sostuvo la mirada, aunque no se forma desafiante, ya que podría buscarse otro problema más.

—Tendré que hablar con el director entonces si ese es el problema—. dijo Dolores, dándoles una última sonrisa, para después irse del comedor.