vii. inquisitive sum

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suma inquisidora
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—¡Buenos días!— exclamó Roger Davies con sus manos detrás de su espalda, entrelazadas. El resto del equipo se encontraba detrás de él, mirando a todas las personas que se habían presentado a las pruebas de quidditch.— ¡Espero que hayáis venido preparados, porque de todos los que sois sólo una persona podrá entrar al equipo!

La pruebas de quidditch de Ravenclaw para admitir a un nuevo cazador estaban a punto de empezar. Había por lo menos quince personas, chico y chicas, de diferentes cursos, alturas y anchuras. Briar había aprendido a no juzgar por la apariencia de las personas, ya que podrían ser de lo más sorprendentes a la hora de entrar al campo.

Esa misma mañana, Faye se había encontrado con Briar y le había mirado la herida. El día anterior, cuando se la había encontrado en aquel estado, la ayudó a curarla lo mínimo para que empezase a cicatrizar. No estaba tan mal como el día anterior, pero seguía estando en mal estado. Cuando apoyaba aquella mano en alguna superficie, un intenso dolor le recorría aquella parte del cuerpo, aunque disimulase que no.

De hecho, Faye le había dicho que faltase a las pruebas, las cuales eran después de comer. Con aquella mano le sería muy difícil coger el palo de la escoba mientras con la otra llevaba la quaffle, pero Briar se negó. No quería perderse las pruebas porque una profesora amargada la hubiese jodido. No le iba a dar aquella satisfacción.

—¡Primero empezaremos con unas vueltas al campo!— exclamó Roger.— ¡Cuando yo lo diga parareis!¡Ya podéis empezar!

Las vueltas eran el primer ejercicio que siempre hacía Roger. Ahí se veía quién sabía montar una escoba y quién no. Era la prueba en la que normalmente se empezaban a descalificar personas.

—Lo vamos a tener difícil este año—. comentó Cho Chang mirando cómo los alumnos sobrevolaban el campo.

Ella y Briar eran las únicas chicas del equipo. Es verdad que las historia que hubiese alguna más, pero todo dependía de lo bien que jugasen los demás.

—Está reñido, sí...— estuvo de acuerdo Briar.

—Todavía queda mucho entrenamiento—. dijo Roger mirando a las chicas.— Esto se acabará en menos de lo que canta un gallo y tendremos el resto de la tarde libre.

Después de que esas vueltas se diesen, cuatro personas, de las que dos eran chicos y otras dos eran chicas, fueron descalificados. No volaban mal, pero habían perdido el equilibro en algún momento del vuelo. Si tenían que descalificar a alguien, debían ser ellos.

Davies seguidamente mandó a los demás hacer parejas. Ellos se pasarían la quaffle para ver cómo lanzaban la pelotea y cómo la recibían. En aquella actividad, seis más fueron descartados.

Hunger Of Revolution [ f.w, 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora