viii. what is the order of the phoenix?

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———————— [ viii ] ————————¿qué es la orden del fénix?———————— [ viii ] ————————

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¿qué es la orden del fénix?
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La semana fue pasando, ya cada vez menos cosas se iban permitiendo. Las parejas no podían estar juntas dentro del colegio y debía haber una distancia de quince centímetros entre chico y chica; no se permitía malas maneras de vestir, e incluso habían empezado a prohibir cualquier tipo de diversión dentro de los pasillos. Las risas se iban callando al pasar los días, y las personas cada vez hablaban menos por los pasillos, con el miedo de que Umbridge les asaltase y les llamase la atención por solo sonreír. O incluso por respirar lo suficientemente fuerte para llegar a molestar.

Briar había conseguido quedarse callada en la clase de Umbridge, a pesar de que no parase de preguntarla a ella específicamente por los capítulos leídos. En cambio, Harry no lo había hecho. Había vuelto a sacar el tema de Voldemort y el asesinato de Cedric, y la mujer le castigó con una semana más de castigo.

—Harry, tienes que contenerte—. le había dicho Briar después de que McGonagall le hubiese regañado y bajado puntos por aquello, enterándose por medio del jaleo que hizo Angelina Johnson debido a que Harry no podría asistir a los entrenamientos de quidditch esa semana.— Sé que es difícil, te entiendo perfectamente, pero al final va a acabar mal.

—No quiero callarme y no lo voy a hacer. Yo sé lo que vi, y voy a defenderlo—. le había contestado él.

Y Briar lo sabía. Todo iba de mal en peor, y la urgencia de que se supiese la verdad incrementaba según pasaban los días dentro del colegio, con la nueva Suma Inquisidora. Y por eso, había decidido ir a Hogsmeade y encontrarse con Kingsley después de haber ido al despacho de Dumbledore para preguntar de su autenticidad. Debía ser precavida. Y en efecto, era verdadera, así que en ese momento se estaba dirigiendo al pasadizo de la Bruja Tuerta junto a McGonagall. No sabía por qué, pero ella tenía conocimiento de aquella carta.

—Ve con ciudado. Que nadie te vea—. le dijo la profesora, antes de que Briar se adentrase completamente en el pasadizo, el cual había sido desconocido para ella. Estaba muy confundida.

Se había quedado muy sorprendida cuando la mujer la había sacado de clase de Pociones ese día. De hecho, Snape no había dicho absolutamente nada, y eso la había confundido más aún. No sabía cómo, pero parecía que la estaban ayudando a escaparse del castillo.

Raro.

Después de una hora más o menos, llegó al final del estrecho y enredado pasadizo gracias a la luz de su varita, y el alivio se instaló en el cuerpo, sabiendo que no tendría que andar más encorvada y tropezando con la irregularidad del suelo por más tiempo. Había sido agotador. Unas escaleras de piedra se alargaban, y lo peor era que no veía el final. Briar suspiró y empezó a subir el largo trecho, hasta por fin dar con una trampilla. Ella la abrió cuidadosamente, hasta vislumbrar el almacén de Honeydukes, la chica de golosinas de Hogsmeade.

Hunger Of Revolution [ f.w, 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora