Capitulo 8

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...

Esa noche Krimhild la pasó mal. Hubo tocamientos por parte de él indebidos y muchas frases acosadoras.

Y Krimhild todavía no podía creer que estaban muertas Marian y Elizabeth.

Y ahora la mayor de sus preocupaciones. ¿Qué pasaría con ella?

Caminaba en círculos por su cuarto sin saber qué hacer. Escapar no podía habían miles de guardias y suicidarse antes de que la maten... por mal que sonará parecía su única solución.

-Buenos Días-

Es él...

-Buenos Días-tartamudeo Krimhild

-"Buenos Días- Amo'-le corrigió él- No te dirijas a mí de otra manera o te voy a castigar

-Perdón amo-se disculpó ella ya que no quería que la volviera a tocar y menos recibir un castigo

-Hoy estoy de buen humor-comentó él- Ven aquí

Krimhild se acercó a él y él tomo su mano para guiarla a la terraza de su cuarto. Llamó a una empleada y le ordenó que traigan el desayuno.

-Gracias amo-agradeció Krimhild aunque no tenía porqué

-Tu amo puede ser muy generoso a veces-él dijo

"Ajá si seguro que sí"-pensó Krimhild sarcásticamente

Por fin trajeron el desayuno. Platos exquisitos dignos de alguien grande como él. Krimhild se hubiera conformado con una taza de café y una tortilla pero tenía que empezar a acostumbrarse.

-Ven aquí-le ordenó a Krimhild

-Ah?-preguntó Krimhild

-Que vengas estúpida-dijo él y la agarró bruscamente- Toma esto

Le acercó su taza de café a los labios y la hizo tomar un sorbo.

-¿Qué te parece?-le preguntó

-Nunca he probado algo como eso-dijo Krimhild mientras se tocaba los labios- Está muy bueno

-Bien-comentó- Me imaginaba que no habías probado algo como esto

-Hoy Nicholas!-

-Mierda-dijo él con un tono despreciativo

Volteé atrás mi cabeza para poder ver quien era. Era un muchacho un poco más alto que la estatura de Krimhild (1.65). Era rubio y de ojos verdes y tenía una sonrisa impregnada.

Su nombre es Nicholas-pensó Krimhild

-¿Qué quieres?-preguntó Nicholas

-Ay no me trates así ¿que hizo ahora?-dijo él joven fingiendo dolor- ¿Ella es la nueva? Es muy bonita-dijo él mientras se acercó a Krimhild y jugaba con uno de sus mechones

-¿Puedes dejar de tocarla?-preguntó él- Te recuerdo que solo es un objeto más así que no lo toques

Un objeto más-pensó Krimhild con tristeza- Solo eso soy

-¡Bueno! ¡Ya no te molestes!-dijo él haciendo un puchero- Ya me voy, sólo vine a saludar-dijo y se fue mientras agitaba la mano

-Idiota-dijo Nicholas

-Amo-dijo Krimhild tímidamente e intentando que no se moleste- ¿quién es él?

-Un primo-dijo él cortadamente- No dejes que te toque otra vez ¿oíste?

-Si amo-respondió Krimhild

-Bien-dijo él y se levantó de la mesa- Ven acá vamos a jugar un rato

¿Jugar?

-Eh?-

-Que vengas he dicho- le ordenó

Krimhild no tuvo más opción que pararse y seguirlo. Salieron de la habitación y bajaron dos pisos hasta llegar a un sótano. Había unos guardias ahí vigilando una puerta. Con una señal de él abrieron la reja y los dejaron pasar. Unos de los guardias miró a Krimhild con lastima.

¿Por qué me ha mirado de esa forma? ¿Qué he hecho?- se preguntó ella

La guio hasta una puerta pintada de negro. Sacó una llave y la introdujo en la cerradura.

El cuarto se abrió y dejo ver lo que había dentro. Paredes pintadas de rojo, piso de piedras y en la parte superior dos huecos que hacían de ventanas y estos tenían rejas. Una cama en medio de toda la habitación. Cadenas y grilletes en todas las paredes. Un juego de dardos a la esquina que daba para la puerta. Al lado derecho una mesa de madera con grilletes y sogas. Al lado izquierdo una pequeña celda. Y colgado en la pared que daba frente a la cama un estante con varas de diferentes tamaños, correas, cuchillos, vendas, alcohol, agujas, un par de flechas, dardos, guantes y por último una jarra con dos vasos de agua.

¿Qué...es este lugar?

A Krimhild se le estremeció el cuerpo al ver ese lugar. Desde la medula espinal hasta la punta de los pies se le paralizo.

No va a pasar nada bueno

-¿estás lista?-preguntó él mientras le soltaba la mano para darle un par de empujones- Pobrecita...estás temblando

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La muñeca del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora