Oscuro, eso todo lo que podía ver; Oscuridad. Me sentía encerrada, no veía más allá de mí, no podía respirar con tranquilidad. Mis piernas estaban inmovilizadas, no podía separarlas, y sentía que lo que sea que me apretaba, me cortaba la circulación. Me asfixiaba. Mis manos estaban desatadas, aunque mis piernas no, así que lentamente me incorporé, y gateando busqué una pared. Algo, necesitaba sentir, palpar, tocar. Golpeé mi cabeza contra la esquina de algo, dolió, pero me compuse enseguida.
Shadow, necesitaba llamar a Shadow. La policía, quizá sería mejor la policía. Me apoyé en lo que tomé como una mesa, y lentamente subí por ella, tratando de que mis pies se pararan, pero era imposible. Ya no los sentía, y los músculos me dolían como el infierno, temblé y me volví a caer al suelo. No podía creer en la situación que me encontraba, ni pensar en cómo haría para salir de ella. Moví mi cabeza para despistar mis pensamientos depresivos, traté de volver a encontrar algo. Me deslicé por los objetos y encontré la puerta. Tomé la perilla y no abría; estaba cerrada con llave, obviamente. Mis rodillas dolieron, pero llegué al botón de la luz, la cual me cegó temporalmente hasta que me acostumbré.
Mi cabeza dolía, y pude ver cómo los rastros de sangre se guiaban hacia mí. La esquina de la mesa donde choqué se encontraba manchada de ese mismo carmín, por lo que llevé mis manos a mi cabeza. Por suerte, no sufrí una lesión ni contusión, lo sabía porque seguía con vida luego de terrible choque, tendría que jurar no quedarme dormida. La habitación era húmeda, y había cajas dispersas por todos lados, un mueble con cajonera de color caoba y luego, una pequeña ventana tapada con muchas maderas. Las tablas estaban clavadas con desesperación, ¿O quizá fue con emoción? Realmente no importaba.
Tomé los precintos que ataban mis piernas y tiré, sin embargo, no tenía la suficiente fuerza como para romperlos. Luego de eso, me sentí mareada, débil, y ahí fue que me pregunté cuántos días habían pasado, cuántas horas. Sentía el sabor metálico de la sangre en mi garganta lastimada, necesitaba agua, tenía calor. Me arrastré hasta el mueble, mis brazos sufrían, pero debía haber algo ahí que me pudiera ayudar, o en alguna de esas cajas. Exhausta, abrí los cajones encontrándome con ropas de una época vieja. De broderí con encaje, de seda con corsé, con volados y esponjosos, de colores oscuros y delicados. Ese tipo de vestuario que solamente se ve en las películas o en los anime. Miré mi ropa rota, y sucia. Definitivamente, sería difícil correr con eso, así que cerré los cajones con pena. Me sentía impotente, quería que alguien me abrazara, y estoy aquí encerrada. Quería ver a mi mamá.
Volví a sacudir la cabeza, y me concentré en buscar. Era inútil pensar esas cosas ahora, tenía que procurar recuperar la movilidad de mis piernas. Busqué y busqué, caja por caja, hasta que mis brazos pesaron, pero no había nada. Mierda, mierda y más mierda. Comencé a pensar en qué estarían haciendo para encontrarme, les dejé el diario, deberían de estar buscando a Knuckles. Pero, ¿Y sí donde estamos ya es muy lejos? ¿Dónde demonios nos encontrábamos? Revisé la última caja, se encontraba muy lejos de mi alcance, e hice un gran esfuerzo para poder atraparla sin hacer ruido, no quería que sepan que estoy despierta. Contenía electrodomésticos. Y al fondo, una de esas cuchillas que giran para picar cosas; una cuchilla de procesador. Se veía peligrosa, se veía hasta oxidada, pero aún así la arranqué con mis propias manos. Me corté la palma de la mano derecha, pero qué importaba. Me alejé y comencé a cortar los seguros, con mis temblorosos brazos, tratando de no hacerme alguna herida mayor. En total eran cinco precintos, se quería asegurar de que no iba a escapar. Cuando corté dos, comencé a sentirme peor, no quería desvanecerme ahí, no podía. Sentí la desesperación por escapar, quería irme. Corté incluso más rápido de lo que podía, me sentía bajo presión, me sentía asustada. Casualmente, siempre que tenía este tipo de "Aventuras" podía resolverlas en un instante, no me eran para nada peligrosas, pero en esos momentos nunca había estado tan cerca de tremenda persona. Entre estos recuerdos con los que intenté consolarme, logré cortar los precintos. Acaricié un poco mis piernas, porque aunque ahora estuviera libre, tampoco creo que podría ir a algún lado con las piernas dormidas. Sin embargo, se me ocurrían ideas para esconderme. Me movilicé hasta la ventana, mi cuerpo cabría ahí, pero el problema era que había del otro lado. En un momento pensé en golpear y escuchar el sonido del eco, pero eso podría indicarle que ya había despertado, y no me arriesgaría a perder la única oportunidad que tenía de escapar con seguridad. En fin, sí no sabía que había del otro lado, simplemente debería comprobarlo rompiendo los tablones o quitándolos, pero el problemas era cómo hacerlo. Había un sinfín de problemas con el plan sí lo pensaba bien. Sí del otro lado había una salida externa o no, lo sabría en cuanto quitara del medio las maderas. Sabía que Knuckles era inteligente, sí me encontraba rodeada de un bosque o algún campo, sería más efectivo mi plan. Sí estaba en la ciudad, no creía que funcionara, porque seguramente sería la zona urbana marginal, pensándolo bien y claro, aquí no vendría la policía, principalmente porque no creo que Knuckles tenga registrado ninguna residencia de este tipo. Además, sería complicado sí este fuera el segundo piso, porque no me podría tirar en el estado que me encontraba, sería lo mismo que suicidio. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando lo mencioné; Suicidio. Sí Mina hubiera tenido coraje y le hubiera avisado a la policía, ¿Estaríamos aquí? No, no tengo porqué culparla, no soy quién para hablar cuando la razón del problema soy yo misma. Sí me hubiera dado cuenta de que ella se encontraba mal, sí hubiera notado el acoso, podría haber hecho algo, sin embargo, ahora estoy aquí, igual de acorralada como lo estuvo ella alguna vez.
Me pregunto sí Sonic seguirá con vida, sí alguien le encontró o sí ahora es feliz con ella... Sólo logro deprimirme y no estoy haciendo verdaderamente nada por salir del pozo. Moví mis brazos buscando algo que me ayude a desclavar esas tablas, y solamente pasó por mi mente la cuchilla de antes; La podría usar de palanca. Implicaría cortes, sí, pero esos cortes me ayudarían también, y, al mismo tiempo, acortarían mi tiempo de escape y la resistencia de mi cuerpo para llegar a algún lugar seguro. Comencé a sacar las tablas, ocupé casi todo el restante de mis fuerzas, hasta que, luego de quitar la primera y ver la luz del día, me compuse el ánimo. Afuera se veía un hermoso césped, y a unos metros, unos 15 metros diría yo, se encontraba un frondoso bosque, claramente alejado de la ciudad. Esa sería mi distracción, y esperaba por Jesús que funcionara. Quité el restante de tablas, miré afuera tratando de ver sí había alguien, pero todo despejado. Tomé las cuchillas y miré la menos oxidada, con la cual tomé el riesgo hecho de cortarme en la palma de la mano. Apreté mis dientes aguantando el dolor, viendo salir el líquido carmesí, mientras que comenzaba a llorar. Mierda, cómo dolía. Saqué la mano afuera y en su proceso fui derramando el líquido por el marco, apoyé mis manos en él para que pareciera realmente manchado, y luego, salpiqué el suelo de afuera. Eso dejaría una marca seguro, pero es mejor. Rompí una de las cintas de un sombrero, y la até alrededor de mi mano, haciendo de ella una venda algo peculiar. Dejé el sombrero a mitad del salón, cercano al cajón donde lo encontré. Bien, sí todo salía bien, debería estar ahora corriendo por el bosque, es decir, en estos momentos era la hora de hacer ruido. Vi una caja donde podría caber y taparme con los trajes de la misma, así que armé mi guarida estratégica, tomando un tablón del suelo. Lo primero sería quitarme esta ropa, para camuflarme mejor entre los vestidos, tomé algo al azar y me encontré con la sorpresa que había un equipo de equitación entre todo el encaje, sería perfecto para cambiarme. Ya dentro de la caja, tomé toda la ropa posible y luego lancé el tablón empapado en sangre hacia afuera de la casa, aunque no importaba que se escuchara fuera o dentro, se escucharía de igual manera. Me tapé con algunas cajas, no importaba el peso, tenían que taparme en su totalidad, y, luego de un tiempo, escuché los pasos acercarse. Decir que no tenía miedo era una burla a todo mi temblante cuerpo. La llave sonó y el ruido metálico me tensó, el chirrido de la puerta oxidada moviéndose hizo que mi piel se pusiera de gallina, ese molesto sonido agudo que te calaba los huesos. Lo escuché gruñir, y luego, se acercó, pasando por al lado mío. Tapé mi boca, evitando que mi respiración me delatara, me traté de calmar. Pensé en Shadow, pensé en mis papás, pensé en mi libro favorito. Me tranquilicé.
Pareciera que él todavía estaba viendo la escena, y luego de un largo silencio, pateó con furia la caja donde yo me encontraba. No chillé, pero me dolió, sentí como mi estómago fue pateado con fuerza.
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Amancay. (Shadamy)
Aléatoire¿Haz visto que tu amor se va de a poco y con cada decepción? Nada es lo que parece, y cuando todo es feliz, algo viene y arruina esa felicidad que antes te ponía una hermosa sonrisa. El amor verdadero se esconde atrás de una máscara para salir a la...