Si realmente tenía que ser sincera, me sentía un poco mejor. Tails era mi aliado, y, aunque quizá lo quisiera haber esperado, me había tomado por sorpresa. Otra cosa que me había tomado por sorpresa, fue que, en cuanto Vainilla me miró parada en su umbral, me cerrara la puerta de un sólo golpe en la cara. Golpeé otra vez, Shadow y Sally miraban desde el cordón, porque, claro, los dos estaban enojados conmigo por irme así de la nada. Golpeé un poco más y salió Vector, tratando de cerrar la puerta detrás de sí.
— Hola, tiempo sin verlo.—Sí, mucho tiempo a decir verdad. —cruzó sus brazos sobre su pecho.— ¿Y qué la trae por aquí, señorita Rose?
—Estoy buscando a Cream. —solté, pero me acordé lo que me dijo Tails; A Cream no la dejaban salir de casa.—No, bueno, no busco específicamente a Cream, sino a algo de ella de hace muchos años.
—¿Algo cómo qué?
—Un diario, que teníamos en conjunto con... Otras chicas. Realmente lo necesito.—expresé un revoloteo con mis manos por mi apuro en obtener el dichoso diario. Vector suspiró y se agarró el puente de la nariz con su dedos pulgar e índice.
—Espera un momento, le iré a preguntar a Cream.—entró de nuevo a su casa, y yo pude liberar mi nerviosismo contenido. Agité mis manos sudorosas frente a mí y me troné los dedos con fuerza. Me balanceé de atrás hacia adelante con muy poco impulso, ya se estaba tomando un tiempo. Sería bueno pedirle a Vector que investigue por mí, después de todo, trabajaba de detective, pero no sabía si me iba a creer. Aunque en la policía dijeron que no se sabía con exactitud el motivo del suicidio, no me acusaron por falta de pruebas. La familia de Mina me gritó algunas cosas también. La puerta se abrió y levanté la cabeza.—Esto es lo único que Cream me dio, dice que era de ustedes. —me entregó un diario algo polvoroso, con detalles dorados en sus costados y dorso. Ese era el diario en conjunto.
—Este...Puede que sea este. —murmuré con algo de fascinación por haberlo encontrado. Agarré mi mochila y rebusqué las llaves y la carta para comparar las hojas. Sin embargo, las llaves no encajaron, ¿Por qué? porque no eran de ese diario. Al parecer, el diario que buscábamos, era el de Mina Mongoose, no el último que escribió junto a nosotras, sino el primero. Las manos me temblaron de rabia, ese no era el diario que necesitaba. Extendí las manos con el diario en ellas, y se lo devolví a Vector. —Lo lamento, este no es el diario que estoy buscando. Perdón por hacerle perder su tiempo.—me di la vuelta, otra vez rendida. Vector entró a la casa y me quedé pensando en medio del camino.
—Amelia Rose, a pesar de que te odio y no sé qué te llevó a volver aquí...—oí a alguien gritar desde atrás mío, a una altura alta.Al darme la vuelta, Cream estaba gritándome desde su ventana, mientras que escuchaba a Vainilla decirle que entre inmediatamente desde abajo. —Te diré lo que quieres saber. El diario de Mina Mongoose se lo llevó Sonic hace años, el día del funeral.—miró hacia atrás, antes de cerrar la ventana, me sonrió ligeramente. —Suerte, Amelia. —cerró fuertemente la ventana, y las cortinas se tambalearon para que luego una Vainilla, muy enojada e histérica, me mirara desde ellas antes de bajar la persiana de afuera.
Definitivamente, me odian. Pero la información que me dio Cream me servía. Había venido hasta aquí para tener que volver a Mobius, maldito Green Hills y sus vueltas. Shadow no dijo nada, Sally miraba su celular mientras caminábamos de nuevo, sin rumbo, hacia algún lugar. Ya no había nada que hacer, teníamos que volver a nuestra ciudad para pedirle a Sonic el bendito diario, y luego ir a la policía para que atrapen al acosador con sus feas notas. Tenía que escribirle a Tails cuando llegara al hotel, donde tenía Internet, para decirle que por fin podría sacarme todo esto de arriba. Y pedirle que para vacaciones venga a quedarse en mi casa por unos días, días en los que mis papás se iban por cuestiones del trabajo y Rosy ingresaba a la colonia vacacional. Días de la misma soledad de cada año.
Caminamos por largo rato, hasta que Sally paró en la misma plaza de antes, donde los niños ya no jugaban porque se hacía de noche, pero, en cambio, salían las parejas a pasear. Me comencé a preguntar cómo estarían mis amigos de Mobius; Alex, Flor, Ari y Wan. Realmente no me esperaba encontrar con personas agradables, incluso me daba miedo el hecho de ingresar a un secundario donde no conocía a nadie, y, al mismo tiempo, me alegraba que fuera así. Nunca les había contado a mis amigos esto, no tenía el valor para decirlo. Era algo que se había enterrado junto a mis amistades y Green Hills. Fui arrancada de mis pensamientos.
—Entonces nos separamos aquí. —dijo la oji-azul para luego saludar a Shadow dándole un beso en su mejilla, y luego extendió su mano hacia mí.—Espero no tener que verte de nuevo por aquí, Amelia. —Yo la tomé, un poco nerviosa.
—También espero no tener que volver. Gracias por la ayuda.—agradecí desde todo mi corazón, aunque un poco incómoda. Sally sonrió ligeramente de costado, y yo le incliné un poco la cabeza. En cuanto se fue, me giré hacia Shadow, el cual seguía sin decir nada. —¿Hacia dónde iremos ahora?—pregunté mirando la hora de mi celular.
—A comer.—se dio la vuelta y, sin esperarme, cruzó la calle hacia el restaurante de la otra calle.
Nadie dijo nada, solamente comimos esos bistec con un poco de emoción por el largo día. Mi café de la tarde me había hecho un efecto contrario, tenía sueño, necesitaba descansar la cabeza. La gente conversaba animada, se reía, me hacían recordar a mí hace bastantes años; inocente, tarareando canciones mientras recorría el pasillo del colegio. Ingenua. La verdad que me había hecho un bien el cambio, lo malo es que fue muy brusco. Miré el plato encima de la mesa, con esos adornos verdes de cilántro, y me abandonaron las ganas de dormir. Apoyé mi codo en la mesa, y miré a la ventana a mi lado, podía ver la gente, mucha gente paseando con sus parejas, abrazándose en el frío del lugar. Y muy a lo lejos, una mano. Una mano que salía de un callejón, estaba haciendo señas. Saludaba, la mano enguantada estaba saludándome, me señaló. Quería correr hacia allí, quería descubrir quién era, sin embargo, con eso no lograría nada, solamente podría morir. Miré a Shadow con algo de desespero. Ya había terminado su plato, mientras tomaba el agua de su copa, mientras se percataba de que lo miraba.
—¿Qué?—me preguntó amargo. Me revolví incomoda en mi asiento.
—Quiero irme ya.—cambié mis palabras a último momento.Y luego dude; quizá evadirlo sería un poco mejor, quizá cambiaría algo.—Tengo mi ropa con sangre todavía, necesito cambiarme.—me excusé.
—¿Rose, no podrías esperar un momento? Estuvimos de un lado para el otro hoy, necesito tener un momento de descanso en un lugar con gente, que pueda hacer que esta tensión se vaya.—me refuta enojado, mientras que aprieta su puño sobre la mesa.
—Por favor,—le supliqué, y aunque no quise decirlo, le dije.—hay alguien saludándome desde el callejón.—sus ojos se desviaron a aquella mano que seguía en el callejón saludando arduamente, luego me volvió a mirar a mi tratando de decidir algo. Sin embargo, le corté cualquier palabra con las mías:—Shadow, tengo miedo.— su expresión se suavizó, se contrajeron sus músculos, parecía debatir internamente, hasta que se decidió.
Asintió con la cabeza y me dijo:—Está bien, nos vamos.—tomó su abrigo de la silla y se dirigió a la caja, mientras que yo me quedé ahí, mirando hacia el vacío que había quedado en el callejón cuando esa mano desapareció repentinamente. Realmente sentía miedo, saber que alguien te viene siguiendo desde hace horas, incluso días. Todo eso me daba mucho temor, saber que querían matarme y querían apoderarse de Shadow me daba un escalofrío en la espalda, horrible, que me sacudió en mi lugar. Miré al azabache que estaba esperando que le devolvieran la tarjeta. Tenía miedo de perderle, más que el miedo de morir, porque lo quería, me encantaba aquel erizo gruñón que se podía enojar por cada palabra que digo. Me encantaba tanto, y eso era malo en esta situación, porque aumentaba mi miedo por dejarlo o que le pase algo.
Mis ojos tuvieron ganas de largarse a llover, pero me contuve. Agarré mi abrigo en cuanto lo vi volver ya poniéndose el suyo, salimos del local. Mantuve mi distancia, todavía se sentía la incomodidad en el silencio que nos invadía, aunque era un silencio extrañamente agradable.
—No vayas tan lejos.—susurró bajito a la vez que su brazo pasaba por detrás de mi espalda baja para agarrar mi cintura y pegarme a él. Me sorprendí enormemente, pero me dejé llevar por su colonia y aquel aroma dulce que desprendía.
Caminamos así hasta llegar al hotel, el empleado nos felicitó por nuestra unión, por lo cual Shadow aceptó el saludo, sabiendo que entre él y yo no había nada como eso. Pero, ¿Qué le podría decir luego de que entramos así? Parecería que estaba jugando conmigo, o yo con él, y sería mal visto. Lo comprendía. Realmente lo comprendía, y aún así, lastimaba, me quemaba.
Me dejó ducharme primera, mientras que él guardaba las cosas en algún lugar seguro, había información importante allí. Mientras me duchaba, repasé el día. Rouge, Tails, Sally y Cream. Cuatro de ellos. Cuatro personas de mi pasado, ojalá nunca hubieran empezado a serlo, quería que fueran mi presente y mi futuro, pero las cosas cambian, y conseguí otros. Me gané a mis amigos con nervios e inseguridades, y ellos me aceptaron a mí.
Recuerdo cuando iba al campo con Cream y Blaze, hacer picnics junto a ellas, mientras que jugábamos con los Chaos del lugar.Realmente fueron buenos tiempos, y, a pesar de que no todos querían volver a verme, me alegraba que Tails sí. Enredé mi toalla alrededor de mi cuerpo, salí al antebaño, y comencé a secarme. Sin embargo, me di cuenta de que en mi apuro por sacarme el olor a moribundo y sangre, olvidé mi ropa en el cuarto. Con toda la vergüenza en mi rostro, me asomé a la puerta y miré el exterior. No se escuchaba ningún tipo de sonido, ni movimiento, así que deduje que se había dormido. Salí en puntitas de pie, mientras que buscaba con la mirada mi mochila, el problema era que no sabía dónde la podría haber dejado el azabache que estaba recostado sobre la cama. Rebusqué y volví a repasar el lugar, y nada, nada, nada. Me estaba entrando la desesperación.
—Muy buena vista, si lo que querías era sorprenderme, lo has hecho.—sonríe de lado, mientras que su pecho subía y bajaba. Luego, me señaló el mueble junto a la cama.—Guardé tu bolso allí, búscalo.
Rojísima, salí corriendo al costado de la cama y me llevé el bolso entero. ¡Dios, qué vergüenza! Comencé a ponerme la ropa, no pensaba ponerme el pijama sólo por si las dudas. No quería asumir lo peor, pero siempre hay que estar preparados, ¿No? Y en toda esta charla conmigo misma, recordé que debo llamar a Tails. Salgo del baño ya vestida, observó que el erizo pasa por mi lado mirando su celular y entra al baño. Muevo mi cabeza ignorando el hecho de que me ignoró, tenía apuro en llamar a Tails antes de que se haga muy tarde.
Espero uno, dos, tres, cuatro tonos y me contestan en la otra línea. —Hola, ¿Quién habla? — como siempre, mi amigo genio directo al grano.
—Tails, soy yo, Amelia.—río tras escuchar que se cae su celular y lo levanta maldiciendo.
—Hey, ¿Llegaste bien al hotel? ¿No te volvieron a acosar?—se notó preocupado.
—Llegué bien. Incluso ya me bañé y ahora Shadow está en eso.—mencioné a la vez que me tiraba en la cama.— Y, con respecto al acoso, pues, pasó otra vez. Pero no sucedió nada, estaba con Shadow. Te prometo que no me fui sola.—me apuro a decir, con temor a recibir un regaño de parte del zorrito.
—Sé que estás segura con él, en realidad, me preocupa más que te vayas sola por ahí. Sabes lo cruel que es el mundo, Amelia.—y luego se escuchó el silencio de nuestras habitaciones.
—Tails, ¿Te vas a seguir preocupando por ello?—escuché como suspira al otro lado de la línea.— Lo digo de verdad, quizá si tuve un poco de dolor, pero aprendí a conllevarlo. Me alegra que sigas a mi lado, aún cuando han pasado tantos años. Me alivia saber que siempre pensaste en mí.
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Amancay. (Shadamy)
Rastgele¿Haz visto que tu amor se va de a poco y con cada decepción? Nada es lo que parece, y cuando todo es feliz, algo viene y arruina esa felicidad que antes te ponía una hermosa sonrisa. El amor verdadero se esconde atrás de una máscara para salir a la...