Capítulo 2-Editado

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Mi nombre es Ava Tracey y desde pequeña he vivido sabiendo algo y ese algo es que la vida son etapas, etapas que se construyen a base de recuerdos.

Unos que sobresalen más que otros, unos que siempre se quedan ahí y prevalecen, que nos recuerdan cada pequeño momento. Es como aquella vez que dejé mi huella en la acera del frente cuando la estaban construyendo, como aquella vez que mi padre me enseñó a nadar, aquella vez que me caí y me partí un diente montando en bici. Aunque, también hay recuerdos constantes como la primera vez que tuve un amigo, Harry, aun lo extraño. También esta mi primer flechazo y mi primera decepción.

A medida que crecemos descubrimos muchas más cosas y con todo esto, los problemas insignificantes de la infancia se convierten en algo cada vez mayor e incluso peor. Todavía recuerdo el día en el que me enfrenté en mi primera pelea, Harry estuvo ahí apoyándome, incluso me llevó a por un helado para celebrar. Pero en casa no fue la misma historia ya que puede que lo hayan visto como algo indecoroso y me haya llevado una buena reprimenda.

Pero no todo fue luz ya que en mis años de secundaria me tuve que ir y separarme de Harry, mi mejor amigo quien por aquellos años solía ser como mi hermano mayor. Pero eso no viene al caso, la cosa es que luego de que la empresa de arquitectura y joyería de mi padre se hiciera cada vez más grande y famosa en el país, el creyó que su siguiente paso tendría que ser, expandirla y gracias a eso tuvimos que dar un viaje. Un viaje por casi todos los lugares del mundo. Lugares a los que iba por unos meses hasta que nos tocara volver a viajar nuevamente. Debido a eso y otras cuestiones jamás lograba hacer amigos.

Gracias a aquellos viajes pude comprender que realmente ninguno de aquellos lugares fue mi hogar. Porque ¿qué persona en su sano juicio consideraría hogar a un lugar donde solo podría vivir menos de tres meses?

Un lugar de donde no te llevabas ningún recuerdo a excepción del hermoso paisaje. Todo aquello me hizo extrañar más y más a Rumania, el lugar donde nací. El lugar donde viví los mejores momentos de mi vida, el lugar al que realmente podía considerar un hogar.

Hace ya una semana que me había enterado de que volveríamos al único lugar al que siempre quise regresar. En un momento me quedé muy emocionada pero ahora lo único que podía sentir eran mariposas y un miedo tremendo ya que aunque quisiera forzarme a creer lo contrario, sabía que cuando llegara me encontraría con un panorama distinto porque al haberme perdido tantos años. Todo había cambiado y para mi desgracia ni Harry, ni Dexandra ni yo estábamos atenuados a esos cambios porque aunque me costara admitirlo incluso yo hacía algún tiempo que había cambiado.

(...)
Lentamente voy abriendo los ojos y cuando por fin lo consigo pego un pequeño bostezo.

-Pasajeros de primera clase con destino a Rumania, abrochen sus cinturones porque estamos próximos al aterrizaje-habla la azafata a través del altavoz.

-Hija ¿ya estás despierta?-pregunta mi padre desde el asiento que estaba a mi derecha.

-No papá. ¿No me ves dormida y con los ojos cerrados? Papá estás muy joven para ponerte ciego a estas alturas, así que ¿cómo tú me puedes ver despierta?-le pregunto con un muy notable sarcasmo.

-Vamos Gerald, ¿cuándo dejarás de hacerle esa pregunta a la niña? Es absurdo preguntarle si está despierta, obviamente si estuviera dormida no tuviera los ojos abiertos ni te respondería-le regaña mi madre.

-Solo le estaba tomando el pelo-se defiende mi padre.

Pobre papá. Siempre me hace esa exasperante pregunta y que no se crea que le hago caso cuando dice que me está tomando el pelo porque la verdad yo era consciente de que no era así. Porque si de alguien saqué el despiste fue de papá quien a mi consideración es la persona mas despistada del mundo.

Una princesa para el príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora