Capítulo 28

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Holaa. Ya vuelvo a tener conexión y como no me gusta dejar las cosas en intermedio les informo que ya está todo solucionado con el capítulo anterior. Solo deben borrar la historia y volver a agregarla a sus bibliotecas. Sin más que decir, que disfruten la lectura.

La verdad no tenía idea de a dónde íbamos pero tampoco estaba segura de que Harry supiera, al igual que para mí era su primera vez aquí, en esta pequeña isla de Francia.

En silencio salimos de la hermosa mansión medieval y mientras caminábamos por aquel precioso jardín me dio la mano.

El lugar era precioso y lejos de ver la más honda oscuridad nos encontrábamos ante un espectáculo de luces. Linternas flotantes navegaban por el cielo de todo el lugar, era mágico.

-Dexa me comentó que hoy habría una feria medieval de máscaras en el pueblo.-rompió el silencio y me observó con una sonrisa. Estaba impresionada.

-Esto lo estuviste planeando ¿verdad?

Harry miró a su alrededor me dio un pequeño beso en los labios y sonrió nuevamente a la par que me tomaba en brazos y me dirigía hacia el auto que estaba frente a nosotros, un auto que me dio evidencia del plan puesto que debía haber mandado a recogerlo mientras yo estaba distraída.

-Claro que sí princesa, ¿acaso pensabas que dejaría que nuestra noche pasara como si nada? ¿sin sorpresas?-negué mientras él me bajaba y me abría la puerta del copiloto como todo un caballero.

Me adentré en los cómodos asientos y observé como él se quedaba fuera.

-¿No entrarás?

-A tu lado, en esa cajita grande y rosada te espera la ropa que tendrás que ponerte y a menos que quieras que te vea, me quedaré aquí.

Ladeé la cabeza, <<tonto que es>>pensé pero no pude evitar sonreir, así le quería.

Tomé la cajita que estaba a mi lado y me quedé maravillada con el contenido. Un gran vestido azul de la época del rococó me esperaba con sus volantes, cintas, lazos, el corsé original, las zapatillas y la gran peluca blanca de aquella época de magestuosidad y sobresaliente moda.

Miré hacia afuera en busca de Harry y no le encontré, debía haberse ido a alguna parte a ponerse su vestuario, sonreí. Todo era perfecto.

Comencé a deshacerme de la ropa para proceder a ataviarme de la enagua y más tarde el corsé. Se me estaba haciendo una tarea titánica. No tenía ni idea de cómo las mujeres de la antigüedad podían ponerse estas cosas, ni pensar que en épocas mucho más antiguas que la del rococó, solían ser de hierro y me daba grima de tan solo imaginarlo. Viendo que me era imposible tuve que tomar la única alternativa viable, llamar a Harry quien en un dos por tres ya estaba frente a mi vestido de tal forma que sin conocerle, jamás podría pensar que era un hombre moderno, con sus calzas amarillas, pañuelo anudado al cuello y su ahora largo cabello sujetado con cuero a la altura de la nuca.

-Necesito que me ayudes con la difícil tarea de amarrarme el corsé.

Carraspeé y salió de su ensimismamiento dirigiéndose a la otra puerta y deslizándose a mi lado.

Sin decir palabra se acercó a mí y temblé cuando sentí su respiración en mi cuello. Vino el primer apretón y con ello se cortó mi respiración, no estaba lista para ello.

-¿Aprieto más está cosa?

Me lo pensé y luego asentí. No era la primera vez que usaba uno de estos pero si la primera que alguien que no fuera mi madre me lo ponía. Aunque nunca pensé que tendría a Harry poniéndome uno de estos.

Una princesa para el príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora