Capitulo 23

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Y aquí estaba. Cuando mi candelabro favorito me había dicho que me tenía una sorpresa jamás me esperé que fuera justamente esta.

Me había vestido para la ocasión, un vestido negro, sencillo con la espalda al descubierto y un escote en forma de corazón. Harry me había lanzado un chiflido cuando me vio y yo solo le había sonreído, no sabía que podía hacer eso.

Él me había tomado de la mano y me había llevado junto a su auto, un auto que en esta noche sería solamente para nosotros ya que como Harry la había llamado, hoy sería Nuestra Noche. En un principio había puesto la música de los ochenta que tanto nos encantaba y para terminar habíamos caído en lo más actual con Imagine Dragons, el camino fue divertido, fuimos cantando y bailando en nuestros asientos.

Ni siquiera sabía a dónde me estaba llevando pero me encontraba sumamente feliz y le daría paso a la sorpresa.

En un principio me había dicho que solo tenía una sorpresa pero lo que era una habían terminado siendo dos y me llevé una gran impresión cuando detuvo su auto en aquel muelle y me tomó de la mano rumbo a una preciosa embarcación, un yate.

Un yate que se veía muy moderno por fuera, pero, por dentro era todo un clásico a tal punto que te podía recordar a la maravillosa réplica que le habían hecho a la embarcación más grandiosa de todos los tiempos en aquella película que llevaba su nombre, Titanic. Porque sí, así de hermoso se veía el llamado Miracle, nombre que Harry le había dado porque según él era un milagro que aquella pequeña embarcación no hubiera sido comprada por nadie, aunque, no era tan raro puesto las exigencias del antiguo propietario quien se había decidido a no venderle el yate a nadie que no tuviera al amor en su corazón ya que según él este era el yate de los enamorados y los anteriores dueños siempre gozaron de un gran y verdadero amor, como él, quien había vivido feliz toda su vida al lado de la mujer que amaba hasta que a ella le tocó partir primero.

Cuando Harry me contó la historia no pude evitar sentirme conmovida, una lágrima había salido de mis ojos y él la había limpiado con absoluta delicadeza, me aferró contra su pecho y me contó que algún día viviríamos un amor así como los que se profesaron los antiguos dueños del yate, aunque nunca me contó cómo hizo para adquirirlo ni tampoco entendí sus palabras.

Allí dentro todo estaba perfecto y una pequeña mesita con un mantel dorado, un rosa en el centro y un agradable camarero nos esperaban. Todo era perfecto. Harry sacó la silla para que me sentara, como un auténtico caballero y luego procedió a sentarse él.

-¿Impresionada?-preguntó para sacar conversación mientras esperábamos nuestras lasañas.

-Mucho.-susurré mientras tomaba un sorbo de aquel vino blanco que hacía unos instantes le habíamos pedido al camarero.

-Pues aún te queda un mundo por ver princesa porque esto no será todo, hay mucho más.-sonrió y me tomó de la mano un instante para besármela.

Me sonrojé, estaba siendo todo un galán esta noche y aunque sabía que podía serlo jamás le había visto en acción hasta ahora, al menos no conmigo y esto era jodidamente hermoso, podría acostumbrarme a ello.

Cenamos con mucha tranquilidad y sonrisas de por medio a la vez que se transmitía una alta gama de historias de nuestro tiempo separados.

-Y lo peor de todo fue cuando descubrí que ese chico guaperas no era chico sino chica...- contaba y él se echaba a reír como un crío.

-¿Y qué dijiste?

-Pues la verdad, le dije, lo siento monada me gustan los rábanos no las papayas.-conté recordando aquel desastroso día con mi cita online, me había llevado una mala experiencia y había salido de ahí con la cara toda arañada como si un felino hubiera decidido jugar con mi rostro.

Una princesa para el príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora