《6》

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Caminaba por el bosque. Despejando su mente.
Alejado de todos y de todo. No entendía por qué estaría obligado a estar con alguien a quien no quería. Con eso en mente, no se percató que estaba entrando al claro del bosque.

Suspiró.

No le importaba si su padre lo obligaba a dejar la aldea, al final nunca había sido feliz allí. Siempre a la sombra de sus hermanos mayores y siendo humillado por estos mismos. Él no era dado a la caza, prefería cocinar o leer, disfrutaba hacer pasteles, e ir a recolectar frutas para hacer las mejores jaleas. Con el pesar en su cuerpo encogió sus piernas y se permitió llorar, la única persona que le comprendía y por la cual soportaba tantas humillaciones e insultos falleció. Su hermana mayor, eran dos años de diferencia, la única mujer aparte de su madre en la casa. Pero su hermana tenía un caracter que incluso doblegaba a sus hermanos mayores. Él la admiraba y prefería pasar el tiempo con ella, al final su hermana mayor era su madre, quien cuidaba de él.

So Eun...
Dejó que el dolor saliera. No lloró en el sepelio de su hermana. Al menos no enfrente de su familia. El hombre que había asesinado a su hermana había sido el mismo al que su padre le había dicho que la "educara", el mismo hombre al que le vendió su hija. No entendía porque sus padres habían actuado de esa manera. Y él no estaba dispuesto a vivir ese infierno.

So Eun se lo dijo, "no permitas que te aten a un infierno JiMin, me voy no porque quiera, sino porque estoy cansada, estoy harta, y aún como es el hombre que tengo por progenitor le guardo respeto... pero tú no permitas que decidan por ti, o te joderan la vida hermanito..."

Con una fuerza que no sabía de donde había sacado se levantó, y con la furia acumulada hizo puño sus manos hasta tonarlas blanquecinas. Caminó decidido. Llegó hasta su casa y fue directo a su cuarto, guardó la ropa esencial y a vista incredula de su hermano mayor, InJong y de su madre, les miró con repugnacia y se fue dando un portazo a la puerta.

Llevaba varios días caminando y durmiendo en las ramas de los árboles. Comiendo poco y pasando cerca de los arroyos.
Luego de un par de días, escuchó a la distancia el grito de su padre, su piel se erizó de miedo. Si su padre lo encontraba estaba perdido, lo vendería como esclavo y sabía que abusarían de él, de todas las maneras posibles. Con una sonrisa negó y chasqueó la lengua, pensó que su padre lo encontraría el mismo día que escapó.

Pero antes de que pudiera hacer algo, alguien cubrió su boca y lo llevó en un ágil movimiento dentro de una cueva. No sabía por qué temer, si por su padre o por el asesino que ahora lo tenía en sus manos.

- Si te estan buscando deberías ir...-le susurró- Este bosque no es un lugar para humanos...- continuo diciendo. Pero él incluso se sentía mejor junto a ese desconocido que junto a su familia. Su verdadera familia había muerto hacía dos años y medio.

Notó la piel pálida, y supo que se trataba de una de las tantas criaturas que habitaban en la región. Con lentitud giró un poco su cabeza para ver a su capturador, sus cabellos grises, y sus ojos difuminados con un tono rojizo. Labios delgados que portaban una sonrisa de superioridad.

- Me tienes miedo- afirmó la criatura.

JiMin solo lo observó por mas tiempo, ni siquiera su cuerpo reaccionaba. Solo se tensó cuando frente a ellos se cruzó el grupo que iba junto a su padre para capturarlo. Con lágrimas en los ojos pidió ayuda al único ser que tenía cerca. No le importaba que luego lo matara, que acabara con su vida, prefería morir a manos de un desconocido que por mano de su padre.

- Tendrás que darme algo a cambio- le dijo el pálido. Y a la vez succionó la piel del cuello del chico entre sus brazos. JiMin se estremeció, y más aún cuando sintió los finos colmillos encrustarse sobre su delicada piel.

Tiró de los cabellos grises con una mano, mientras el pálido saciaba su necesidad. Ahora JiMin lo sabía, se trataba de un vampiro sangre pura.
Un corto jadeo de dolor salió de su boca. Y no le importó cuando uno de los perros comenzó a ladrar a las afueras de la cueva donde se encontraban. Seguido algunos hombres con cara de horror aparecieron, los ojos del pálido habían adoptado un color rojo mas oscuro. Su padre apareció entre los hombres y su cara de furor cambió a una de estupefacción. Con una mueca de asco, trató de ingresar pero a su alrededor aparecieron otros tres vampiros, que les miraban con sonrisas burlonas. Y antes de que intentaran mover un dedo, los humanos salieron corriendo.

- Dejen que se vayan...- es lo último que escuchó JiMin antes de desmayarse, todas sus fuerzas se habían agotado...

ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora