《7》

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Los cuatro vampiros se veían entre ellos. Mejor dicho tres miraban al otro de manera confusa, divertida e interrogante.

- Dejen de verme así...- aclaró el de cabellos grises. El pelirrojo sonrió y negó. El pelinegro parecía no creer lo que había pasado. Y el castaño estaba interrogante.

- ¿Lo conoces?- le preguntó el castaño.

El peligris negó con el ceño fruncido. Y se sentó junto al cuerpo inconciente del humano. Suspiró con pesadez. Se encontraban dentro de una cabaña abandonada, era una especie de refugio donde pasaban sus tardes para olvidar sus responsabilidades dentro de su clan.

- No sé como pudiste hacer eso- le dijo el pelirrojo- Su sangre apesta horrible- renegó con una mueca.

En ese momento el de cabellos grises le miró estupefacto y sorprendido. Eso no podía ser posible. Él había olfateado al humano desde el día anterior por el aroma delicioso de su sangre. Olía dulce, de sabor dulce...

- ¿Qué?- le preguntó el castaño- No me digas que no hueles su sangre...

- No es eso, idiotas- dijo con enojo- Su sangre huele bien para mí, es dulce... demasiado dulce...

Los tres vampiros parados frente a él se quedaron boquiabiertos. Suspiraron y decidieron dejar el tema.

El peligris les pidió que se fueran y lo dejaran solo. Los otros tres salieron. Estando solo junto al humano, se dedicó a observarlo. Frunció el ceño pues no entendía el por qué sus amigos habían dicho que su sangre era amarga, él le había encontrado un sabor dulce y vaya qué decir del aroma que despedía ese líquido rojo.

Despejó su frente de los cabellos negros rebeldes que la cubrían, miró al chico que dormía, pasando por sus pestañas y nariz, recorriendo sus mejillas y labios, su vista cayó a la marca que le había hecho en la tarde cuando lo encontró. Sonrió de satisfacción no pudiendo contener la sonrisa que se formó en sus labios, colocando su mano en la espalda baja del menor acariciando su cuerpo queriendo que descansara. Miró la cabaña y supo que si el humano se quedaría allí debía remodelarla y que supliera todas las necesidades que el humano necesitara.
Ninguna debía quedar fuera.

Cuando abrió sus ojos, y recobró su conciencia, sonrió, estaba sobre algo blandito, pero luego se sentó de golpe, temiendo que su padre lo haya llevado de nuevo a la aldea. Sin embargo se relajó, su padre lo hubiera golpeado de manera atroz, además el lugar parecía muy diferente a su casa, bueno y no es que estuviera en su habitación tampoco si su padre se lo hubiera llevado, seguro lo tendría pasando hambre y el cuerpo le dolería por la paliza recibida.
Por unos instantes recordó la calidez que le embargaba al estar con su hermana mayor. Se dejó caer de nuevo en la cama sobre la cual se encontraba. Durante esos segundos, se relajó un poco disfrutando de la calidez que entraba por la ventana de la habitación donde se encontraba, cerró sus ojos, y los sintió humedecerse, pero no pudo llorar en ese momento.

La puerta se abrió de golpe, asustado, pues aún no sabía quien lo había llevado hasta allí, se sentó de nuevo. Mirando al ser que acababa de entrar. Llevaba una pequeña bandeja en sus manos.

- Has despertado...- le dijo con voz baja acercandose hasta donde él se encontraba. Por inercia encogió sus piernas.

Y JiMin lo supo, ese ser, un vampiro, lo había llevado hasta allí luego de lo sucedido en la cueva. Tenía miedo.
No quería morir.

- Creí que habías muerto...- le dijo, un poco irritado, ese humano ni siquiera lo había volteado a ver.

- ¿Qué?- preguntó en un hilo de voz, temiendo hacer enfadar a ese ser sentado frente a él.

- Desde que te traje aquí, no habías despertado, mis hermanos creyeron que habías muerto, aunque ni siquiera succioné tanto de tu sangre...-le dijo con indiferencia y dejó la bandeja a un lado de la cama, sobre una pequeña mesita.

JiMin no sabía que hacer.

- ¿No dirás nada?- el vampiro se estaba irritando, ese humano se veía demasiado indefenso, suspiró- Puedes quedarte aquí el tiempo que desees...

- Pero...- JiMin no lo entendía, y por un breve atrevimiento miró los ojos del vampiro.- Yo... no...

- ¿Tienes a donde ir?- le preguntó de manera brusca. JiMin volvió a encogerse en su lugar, negando.- Mira... esto no es gratis, debes darme algo a cambio...

JiMin lo miró afligido, él no tenía ni una moneda encima. Cuando salió de lo que fue su casa, ni siquiera lo pensó, con los tres días que pasó vagando por el bosque, planeó ir a la aldea vecina y buscar algún trabajo, cualquiera, para poder alquilar algún cuarto en la posada del lugar. Ese era el plan...

- No tengo como pagarte...- le dijo bajando la cabeza- No tengo ninguna moneda conmigo, nada...

- Sé que estas huyendo de algo, pero no te estoy pidiendo dinero- le dijo- No lo necesito... solo hay una cosa que yo quiero...

JiMin le miró confundido. ¿Qué tenía él, que podía serle útil a ese ser inmortal?

- Tu sangre...-le susurró acercandose, el humano creyó que se trataba de una broma, pero sintió las manos ajenas colocandose sobre sus hombros y llevandolo a recostarse en la cama de nuevo, con el cuerpo del pálido sobre el suyo, y supo que el asunto iba en serio, cuando sintió unos delgados filos rozar la piel de su cuello- Tú necesitas un refugio, y yo puedo dartelo por el tiempo que quieras... yo necesito sangre y tú puedes darmela...

JiMin sintió esos finos colmillos encrustarse en su piel por segunda vez. Jadeó de dolor, y se sujetó de los brazos que lo tenían prisionero.

- No voy a ser un insensible, tendras las cosas que un humano necesita para sobrevivir- le susurró- No voy a succionar tu vida...

Y apesar que pudo negarse.

- De acuerdo... puedes beber de mi sangre...- el vampiro sonrió y succionó un poco mas, dejandolo a los segundos.

- Come...-le dijo separandose de él, dejando su marca temporal sobre su cuello de nuevo.

Salió, dejando a JiMin confundido.

Con el tiempo, JiMin se quedó con ellos, luego conoció a los hermanos de YoonGi, quien luego se presentó a los días.
YoonGi suplía cada una de sus necesidades, desde la comida hasta ropa, le llevaba harina, huevos, vegetales, frutas y diferentes legumbres.

La vieja cabaña fue modificada, y acoplada a las necesidades de JiMin, esos días se convirtieron en semanas, las semanas se hicieron meses.

Los amigos de YoonGi estaban acostumbrados a verlo, el chico cocinaba para ellos cada vez que los veía. Incluso no se asustaba ya que ellos lo habían ayudado en un principio. Poco a poco se fue acostumbrando. En las noches de luna nueva YoonGi llegaba a él para beber de su sangre y saciarse...

Ya era una costumbre tener a YoonGi cerca, aunque le preocupaba de alguna manera. El vampiro nunca había hecho algo que lo dañara mas allá de beber su sangre.

Su vida había cambiado y de alguna manera le gustaba ese cambio...

ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora