—¿Azúcar?
—Edulcorante —Noah me extendió la taza de capuccino y dejó un pequeño beso en mi cabeza.
Me encontraba usando mi pijama y mi bata. Noah por lo pronto se había vuelto a poner su traje, en realidad se veía muy incómodo. Miré el reloj desde la isla de la cocina, 6:00 p.m, después de todo lo sucedido Noah y yo nos habíamos quedado profundamente dormidos. Pero por el bien de los dos nos levantamos a comer algo antes de que viniera mi padre del trabajo.
—¿Tienes que hacer cosas? —miré a Noah a través del bapor de mi bebida y asentí en respuesta.
—Empacar ropa... trataré de buscar un vuelo hoy a la noche —el ambiente se tornó más frío.
—¿Mañana? —no contesté. No te niegues, me grité a mi misma.
La puerta de entrada hizo un ruido y mi padre apareció detrás de ella hablando por teléfono. Noah se paró del taburete y se dirigió a mi lado. Mi papá se dio cuenta de la situación y colgó para dirigirse hacia nosotros. Podía escuchar el corazón de Noah retumbar por toda la cocina.
—Hola cielo —me saludó con un beso en la mejilla.
—Hola papá —sonreí a medias y luego él dirigió la mirada a Noah. Lo examinó de pies a cabeza, di un ligero sorbo a la bebida contenida entre mis manos.
—Noah —Centineo le extendió la mano, lo vi temblar.
—Hola señor Smith —mi padre recibió su mano con duda en su mirada.
—¿Acabas de llegar? —interrogó mi padre.
—S... isi —definitivamente no sabía mentir.
—Ajam —me miró y yo desvié la mirada hacia el techo—. Me iré a dormir... tu y yo hablaremos luego.
—Si papá —lo vi perderse en las escaleras.
Solté el aire retenido en mis pulmones y volví a dirigir mis ojos hacia Noah quien estaba pálido del susto. Reí ante su reacción y llevé una mano a su trasero dándole una palmada y sacándolo de su transe.
—Ey —reí. El enterró su cabeza en mi cuello y dejó muchos besos—, pequeña traviesa.
—Parece que viste a un fantasma.
—Bueno, tu padre casi me mata con la mirada —dijo para luego sentarse al lado mío y correr un mechón de mi cabello, depositándolo con cuidado detrás de mi oreja—. ¿Cómo te sientes?
—Bien
—Me refiero a... ¿cómo te sientes? —susurró, fruncí el ceño.
—¿Por qué susurras imbesil? —Noah se llevó la mano a la cara y me miró a través de sus dedos.
—Eres más estúpida de lo que pensé Smith —entrecerré los ojos y me crucé de brazos.
—No me hagas enojar Centineo —como respuesta obtuve una carcajada. Y fue el tiempo suficiente para saber a qué se refería con su pregunta.
—Me refiero...
—Lo se —no lo dejé terminar—. Estoy bien, gracias por todo.
—No me tienes que agradecer, quería dejar algo de mí en ti —abrí los ojos—. ¡No! Ósea... use condón, tu me viste.
Reí como histérica ante la reacción de Noah. Pero no mentiría si diría que a pesar del dolor, no fue tan malo. Había confiado en él y no me había hecho daño. Estaba agradecida de haber tenido ese último momento íntimo con el.
El lugar se había quedado en silencio, por la ventana de la cocina vi al sol caer y empezar a perderse detrás de las montañas. Pero me desconcentró el celular de Noah sonando desde la isla.
—Hola —lo miré atenta con mi taza entre mis manos—, lo sé mamá... se puede ir... ¿cuando? No puedo ahora... lo sé —dio un suspiro—. Esta bien.
Colgó su teléfono y lo dejó de mala gana en la isla de nuevo. Llevo sus ojos hacia a mi y me examinó por unos segundos. Me miró de la misma manera en que lo había hecho aquella vez en el centro comercial, cuando me enteré de que iría al baile con Lidia. Esa mirada solo traía cosas malas, y es que las cosas estaban tan bien justo ahora que no quería que nada pasara.
—Me tengo que ir —mordí mi lengua—. Es mi madre, mi padre firmó los papeles de divorcio hoy, y ella quiere que se vaya.
—Es... está bien —forcé una sonrisa. Una de las más falsas que había dado en mi vida.
—Lo ayudaré a empacar... y aprovecharé para empacar mis cosas también —asentí con la mirada perdida en la taza de Noah.
—Lo siento —se acercó a mi y me tomó de las caderas ayudándome a pararme.
Dejé mi taza y lo miré a los ojos. Esos avellanas que a veces estaban verdes o amarillos. Desee que este momento se congelara en el tiempo. Desee volver a repetir lo de ayer, si no fuera porque mi padre está arriba recostado, ya me hubiera despojado de mi ropa.
—Te veré después —mordí mi labio y sentí como mis lagrimas se juntaron en mis ojos.
—Nunca dejaré que llores por un idiota... y menos por mi —sonreí. Sorbí mi nariz y Noah puso su mano en mi nuca atrayéndome hacia él y dejando mi cabeza descansar en su pecho—. No te irás de aquí sin que te haya llenado de besos, Smith.
—¿Lo prometes? —sorbí mi nariz. No sabía en que momento había empezado a sollozar.
—Lo prometo —sentí sus labios en mi cabeza.
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Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)
Fanfiction¿Quién diría que me podía enamorar?