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Hacía unos 5 minutos estaba frente a mi computadora, tratando de decidir si le escribiría a Noah o si lo dejaba pasar. La horrible idea de que me había engañado, no dejaba de pasar por mi cabeza. Me había hecho sentir estúpida y cuando alguien me hace sentir así, debo de alejarme.

Miré por mi ventana y un auto se estacionó en mi entrada, conocía muy bien esa patente y esa pintura del Jeep. Melanie bajo del auto con su bolso al lado de ella y se paró en el césped de la entrada.

—¡Baja ya! —miré de nuevo mi computadora y la cerré bruscamente. Tal vez no quería despedirme de él, no aún.

—¡Ya voy! —cerré la ventana y agarré mi bolso.

Bajé las escaleras, tomé las llaves de la entrada y salí de mi casa. Me sentía algo culpable por no respetar las órdenes de mi padre, no sabía como iba a reaccionar ante eso. Pero había algo dentro de mi que me decía que tenía ir con Melanie.

—Hola amiga —se acercó a mi y me abrazo—. Sabes como se superan las rupturas... comiendo y comprando. Y nosotras haremos las dos, pero no comeremos tanto, por qué sino, el vestido no nos entrará —ella se subió de piloto y yo de copiloto.

—¿Como terminó todo en el campamento? —me coloqué el cinturón y ella arrancó el auto.

—Normal, la subdirectora dio su típico sermón y luego nos dijo que el campamento había terminado —miré por la ventana, había algo que me rondaba por la cabeza desde hace rato y eso me incomodaba—. No te pudo saludar cuando te fuiste... Noah estaba algo triste cuando me comento todo.

—Noah vino hoy por la mañana a casa —seguí mirando por la ventana, me costaba decir esto, aunque Mel sea mi mejor amiga. Pero nunca había pasado algo así—.El me... buenos nos... la cosa es que nos besamos —apreté la boca.

—¡¿Que?! —frenó en un semáforo en rojo—. Entonces si me dijo para que te dijera y así tu te ponías celosa —negué.

—No funciona la cosa así, tú más que nadie sabe cómo son los chicos como el. El me uso, o eso pretende —el semáforo cambio y Mel volvió a arrancar.

—Se que es el primer chico que conoces, pero tampoco será el último que te haga sufrir —rodé los ojos, esperando que Mel doblara por la esquina, justo a tres cuadras del centro comercial Dolphin. Pero siguió de largo.

—¿Porqué no doblaste? —ella sonrió.

—No iremos a ese centro comercial —miré mi teléfono, estaba preocupada por si mi padre llegaba a casa y no me veía—, iremos al Internacional —no entendía porque Melanie conducía tan lejos, solo es un vestido, no creo que compraré el mío.

—¿Porqué tan lejos? —pregunté y sentí mi celular vibrar en mis piernas, lo agarré y se me formó un nudo en la garganta.

—Ahí, irán todos. Aparte tiene más opciones para decidir cuál vestido llevar —me miró y dejo de hablar— ¿Qué sucede?

—Noah me escribió —miré el mensaje. Mel sonrió de punta a punta, algo andaba mal. Si un chico me hacía esto, ella lo mataría con sus propias manos. ¿Porqué se esforzaba tanto en hacerme cambiar de opinión?

—No le contestes, no se la hagas fácil —bloque mi celular.

Cuando por fin llegamos, Mel estacionó el Jeep y las dos bajamos de el. Caminamos hacia la gran entrada y accedimos hacia el enorme lugar. No mentía si decía que esto era como estar en una película, donde los techos se extendían hacia el cielo, la gente pasaba caminado con bolsas en la mano y charlando con su compañía. Mel al instante caminó hacia un local donde se exhibían vestidos, muy elegantes, me miró y me hizo una seña para que entrara pero yo decidí quedarme afuera. Sentía náuseas al no saber que me había puesto Noah, la intriga me devoraba viva pero sabía que no podía mirar el mensaje aunque me doliera.

El bar que había al final de todos los locales parecía una buena opción para sentarse y esperar a que Melanie se pruebe todos los vestidos habidos por haber.

Caminé hacia el pequeño local y al llegar el final pude divisar las personas sentadas en las mesas, tomando cafe o leyendo el periódico, pero mi vista se nublo cuando lo vi sentado. Con la campera del equipo de fútbol, sonriendo y charlando con sus amigos. Al parecer no se había dado cuenta de que lo trataba de ignorar, o ni siquiera tubo el bastante coraje para decirme que no iría al baile conmigo.

Me di vuelta para volver con Mel, después de todo había venido con ella. Pero la voz de alguien que me llamaba hizo que me frenara, me di vuelta y parecia que él venía en cámara lenta acomodándose la campera y guardando su celular en su bolsillo trasero, pero cuando caí en la realidad el estaba al frente mío y no estaba feliz.

—Después de comprar unas cosas iría a tu casa —estaba muy serio.

—¿Para qué Noah? ¿para mentirme de nuevo? —saqué algo de toda la bronca que tenia acumulada en el pecho.

—Te lo voy a explicar después del baile —contestó.

—¿Qué quieres explicarme? tu me usaste para darle celos a la taradita de tu novia y eso lo tengo más que claro —se pasó la mano por la cabeza.

—Es más complicado que eso Emma —dijo algo frustrado.

—No me digas Emma, tarado. Tu fuiste el único chico que me importó, nunca a nadie le había abierto mi corazón como a ti, y le había contado cosas como a ti. Es por eso que nunca confío en nadie —sentí que iba estallar en llanto, pero tragué el nudo y seguí—. Me hiciste confiar en ti y después me dejaste, ¿cómo es posible que en tan poco tiempo me halla enamorado de ti?

—Lo siento —no quería admitirlo, pero sus ojos mostraban sinceridad, aunque no iba a perdonarlo.

—No me busques Noah, tú ya perdiste tu oportunidad... estas muerto para mi Centineo —me di vuelta y caminé, mientras sentía su mirada sobre mis hombros. Las lágrimas se empezaron a asomar pero las limpié rápidamente. No debía darme vuelta, no podía mirar hacia atrás, pero sentía una presión en el pecho que solo él sanaría y eso hacía que me doliera más.

Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora